UN OSBORNE INDULTADO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Firmaba Javier Conde una faena inspirada al sexto del encierro, cuando una voz del tendido, esto siempre ocurre desde el tendido, donde se encuentran en mayor proporción voces indocumentadas, gritaba con desesperación: “Indulto”, “Indulto”. Y claro a Javier Conde se le dio la excusa bastante y suficiente como para seguir ejerciendo de adalid del toreo moderno y no entrar a matar. Fue oír la voz y comenzar a marear la perdiz, que si otro muletazo por aquí, que si otro por allá, que mira al presidente,, que el presidente dice que lo mate, que le arrea un aviso, que hace amago de entrar a matar, que la gente se pone hecha un basilisco: “Indulto, indulto, indulto” Y así erre que erre, hasta que por derribo del palco (hubiera podido ocurrir de no desistir la presidencia) se sacó el pañuelo naranja. Se puede afirmar pues con todo conocimiento de causa que en contra de la opinión de la presidencia pero por no provocar un altercado publico, un Osborne se indultó en Torremolinos. En realidad no había merecimiento para tal gloria según los cánones del torero eterno, pero para los de la tauromaquia moderna era el toro ideal para indulto. Chiquito, bravito, coloraito, que recibió un picotacito de la vara de Pepillo Chico, con piececitos a los palitos y en la muletaza del malagueño muy bueno. No es que fuera bueno por la gracia del malagueño, no. Era bueno el 138 porque así debió parirlo su madre. El malageño lo que hizo fue ponérsela, distraersela, para en arrebatos de inspiración, incluso ya desde el capote, crear ese yo no sé qué que consiste en liarse el toro a la cintura para coger la muleta con la izquierda pero del revés y cambiarlo varias veces por delante y por detrás, eso si, ligada la cosa, y darle emoción a la tarde. Haciendo un esfuerzo considerable y de no haberse indultado el bichito, yo hubiera titulado la crónica, “Un Javier Inspirado”, pero como Conde quiso darle más protagonismo al torito, pues he tenido que cambiar el titulo para parecer buen periodista. Como en todas estas manifestaciones había gente que no quería que se indultara pero no gritaban más que los que si querían. Una señora famosa que compartió conmigo la corrida, y cuyo nombre no puedo desvelar por el principio del secreto profesional, me decía que el toro no era de indulto pero que Conde siempre hace el mismo teatro cada vez que oye la palabreja, que es una injusticia y que está muy mal el toreo.
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Firmaba Javier Conde una faena inspirada al sexto del encierro, cuando una voz del tendido, esto siempre ocurre desde el tendido, donde se encuentran en mayor proporción voces indocumentadas, gritaba con desesperación: “Indulto”, “Indulto”. Y claro a Javier Conde se le dio la excusa bastante y suficiente como para seguir ejerciendo de adalid del toreo moderno y no entrar a matar. Fue oír la voz y comenzar a marear la perdiz, que si otro muletazo por aquí, que si otro por allá, que mira al presidente,, que el presidente dice que lo mate, que le arrea un aviso, que hace amago de entrar a matar, que la gente se pone hecha un basilisco: “Indulto, indulto, indulto” Y así erre que erre, hasta que por derribo del palco (hubiera podido ocurrir de no desistir la presidencia) se sacó el pañuelo naranja. Se puede afirmar pues con todo conocimiento de causa que en contra de la opinión de la presidencia pero por no provocar un altercado publico, un Osborne se indultó en Torremolinos. En realidad no había merecimiento para tal gloria según los cánones del torero eterno, pero para los de la tauromaquia moderna era el toro ideal para indulto. Chiquito, bravito, coloraito, que recibió un picotacito de la vara de Pepillo Chico, con piececitos a los palitos y en la muletaza del malagueño muy bueno. No es que fuera bueno por la gracia del malagueño, no. Era bueno el 138 porque así debió parirlo su madre. El malageño lo que hizo fue ponérsela, distraersela, para en arrebatos de inspiración, incluso ya desde el capote, crear ese yo no sé qué que consiste en liarse el toro a la cintura para coger la muleta con la izquierda pero del revés y cambiarlo varias veces por delante y por detrás, eso si, ligada la cosa, y darle emoción a la tarde. Haciendo un esfuerzo considerable y de no haberse indultado el bichito, yo hubiera titulado la crónica, “Un Javier Inspirado”, pero como Conde quiso darle más protagonismo al torito, pues he tenido que cambiar el titulo para parecer buen periodista. Como en todas estas manifestaciones había gente que no quería que se indultara pero no gritaban más que los que si querían. Una señora famosa que compartió conmigo la corrida, y cuyo nombre no puedo desvelar por el principio del secreto profesional, me decía que el toro no era de indulto pero que Conde siempre hace el mismo teatro cada vez que oye la palabreja, que es una injusticia y que está muy mal el toreo.
Conde que sustituía a Rivera Ordóñez, que no acaba de reponerse de su lesión de abductores, inició un leve trasteo al tercero para ver si lo veía, y después de un buen rato debió concluir que no, que no lo veía y porconsiguiente decidió no verlo. En verdad el torito se dejaba por el pitón derecho aunque por el izquierdo no quería ningún compromiso.
El cartel lo abría Jesulín de Ubrique que brindó a Antonio Gala la muerte de su primer toro con el que estuvo aseado en el trasteo pero sin que hubiera ninguna trascendencia. Con el cuarto estuvo agusto, toreando despacio y sobre todo pegando muchos pases ayunos la inmensa mayoría de calidad. No obstante se notaba entre los adláteres que la cosa no iba de mayor o menor calidad, cosa que nunca ha tenido este muchacho. Sino de estar o no estar, poder o no, templar o no, como recurso más significativo. Y como es natural todos lo celebraron.
Manuel Diaz El Cordobés se entretuvo en torear despacio porque el toro primero embestia despacio. Algunos sabemos, y esto es privilegio de pocos, que El Cordobés sabe torear despacio, lo hace en las noches estrelladas cuando oye las bachatas de su amada Silvia, pero lo que vende es lo que vende y por eso debe saltar a la rana y pegarse cabezados con la testuz de los toros, que fue lo que vendió en el quinto al que le enjaretó las dos faenas, la seria, o eso parecía toreando despacito y suave y la circense.
¡Aquí paz y allí gloria!
FICHA:
Torremolinos 8 de agosto de 2010. Indulto por escándalo.
Se corrieron seis toros de Los Herederos de José Luis Osborne, que sustituyeron a los anunciados de Buenavista, terciados y chicos como el rabón cuarto, que en lineas generales se dejaron siendo el sexto indultado y el cuarto aplaudido al arrastre. Jesulín de Ubrique media buena, oreja. Media trasera caída, dos orejas. Manuel Díaz El Cordobés, estocada tendida, dos orejas. Estocada trasera y caída, dos orejas. Javier Conde que sustituía a Rivera Ordóñez, pinchazo yéndose y uno perpendicular hondo, silencio. Simula la suerte suprema, indulto.
Torremolinos 8 de agosto de 2010. Indulto por escándalo.
Se corrieron seis toros de Los Herederos de José Luis Osborne, que sustituyeron a los anunciados de Buenavista, terciados y chicos como el rabón cuarto, que en lineas generales se dejaron siendo el sexto indultado y el cuarto aplaudido al arrastre. Jesulín de Ubrique media buena, oreja. Media trasera caída, dos orejas. Manuel Díaz El Cordobés, estocada tendida, dos orejas. Estocada trasera y caída, dos orejas. Javier Conde que sustituía a Rivera Ordóñez, pinchazo yéndose y uno perpendicular hondo, silencio. Simula la suerte suprema, indulto.
1 comentario:
Nada mas que añadir.
Un toro de indulto debe ser medido en varas (este no lo hizo) soportar las banderillas y demostrar su bravura ante una muleta que mande, cosa que Conde ni se le ocurrio hacer. Esos desplantes para convencer al personal deberian estar multados. El toro repetia sin cesar por estar sin picar y sin dominar con la muleta.
Como me siente generoso, le habia dado una oreja a Conde y vuelta (que no la tenia) al toro.
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