PERDEMOS TODOS
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
No tengo el dato exacto pero debe hacer más de 20 años que no se suspendía un festejo en La Malagueta, cuando José Luis Fernández Torres lo hizo para una novillada de Buendía que además iba a ser televisada. En el día de hoy Ana María Romero, presidenta del anunciado festejo en el que iban a torear Manolo Sánchez, Cesar Jiménez y Oliva Soto con toros de Rivera de Campocerrado, ha firmado el acta de suspensión porque la empresa no ha presentado toros al reconocimiento, que como es preceptivo se efectúa a las 12 del medio día.
Sobre esta suspensión, la de la primera corrida de la feria, que sobre el papel era una corrida de modestos, se abren muchas interrogantes. La nota escueta que ha ofrecido la empresa de Fernando Puche deja claro que ha sido una decisión gubernativa, pero en realidad desde ayer tarde el fantasma de la suspensión planeaba por la plaza de toros siendo el comentario generalizado de que Puche pedía la suspensión ¡ya! Con lo que plantaba sus reales ante la autoridad, que desafiada, hoy día ha hecho valer el reglamento.
En realidad técnicamente la suspensión es impecable. Si a las doce de la mañana del día de la corrida la empresa no presenta toros para ser lidiados, el acta no puede ser firmada de otra manera que no sea por suspensión. Ya no cabe arreglo posible.
En opinión de la empresa los toros que había comprado para esta corrida eran aptos para ser lidiados, sin embargo para el equipo veterinario que comanda Ana María Romero, no. En otras circunstancias se han traído más toros y finalmente por apaños o arreglos, se ha compuesto la corrida para verificarse en fecha y hora. Que en el día de hoy no se haya recurrido al trasiego de camiones obedece solo a una consideración empresarial con criterios puramente económicos, pues de otro modo se podría considerar falta de respeto a la autoridad.
Ha sido encomiable la firmeza con la que ha actuado la presidenta, si con esa decisión, ha defendido a la afición porque verdaderamente lo que había en los corrales era indigno para una plaza de primera. Sin embargo esa misma firmeza puede ser reprobable si en vez de actuar con autoridad, lo ha hecho con autoritarismo aceptando el pulso que la empresa le demandaba.
Parece evidente vistas las actuaciones preliminares y las consecuentes, que ha habido una falta de diálogo total entre las partes, pues en otras corridas de toros celebradas en este mismo coso ha habido apaños para no dejar sin toros un día de feria. Apaños con los que la afición ha estado o no de acuerdo, y que a decir verdad nunca se han decantado por prestigiar la plaza, sino por salvar el bolsillo de los empresarios, estos y aquellos otros.
Lo que también parece evidente es que a Fernando Puche le interesaba suspender, pues de esta forma las perdidas serían menores que llevando y trayendo toros, pagando a personal, a toreros y a la nueva ganadería, montante quizás superior a la simple devolución de las entradas que se producirá de aquí en cuatro días. Sin embargo este supuesto, la falta de consideración a la afición por parte de la empresa ha sido rotunda, sobre todo si tenemos en cuenta que durante el tiempo que Fernando Puche regenta la plaza, la asignatura a aprobar ha sido la de los toros, y que el mismo empresario reconociendo la debilidad en declaraciones a los medios de comunicación, hubiera tenido en el día de hoy la oportunidad de poder tapar bastantes bocas, con lo que esa postura al parecer posicionada en la entrepierna del máximo accionista, le puede costar las dos prorrogas a las que puede ser merecedor en el contrato de arrendamiento de la plaza, si así lo solicita, cosa que al día de hoy no parece probable, pero no imposible.
Saben ustedes que desde estas mismas páginas hemos abogado porque la autoridad resurja en los palcos, pues ella es garante de la defensa de los intereses de los aficionados, pero nunca se debe olvidar que precisamente por ser autoridad esta debe tener en cuenta, antes de aplicar la ley, a todas las partes, en la búsqueda de la justicia. Me consta que en la decisión presidencial de hoy no ha habido “manu militari”, pero ha de reconocerse que la actitud empresarial no ha dejado lugar a otras posibles opciones, salvo a la de ofrecer rescatar cuatro toros de Campocerrado y dos de otra ganadería, pero la presidenta ha acatado la decisión de sus veterinarios. Después ninguna opción más.
Contra esta decisión a la empresa le queda recurso ante la Delegación de Gobernación, o asistir a los tribunales ordinarios por lesión de sus derechos a ejercer la actividad para la que fue creada. En cualquiera de los casos el enfrentamiento está servido.
Ahora cabe pensar que si esto ha ocurrido en la primera corrida de la feria con un cartel modesto qué no podrá pasar cuando llegue Cayetano, Morante, o El Juli. ¿Traerán estos mejores toros que los de Campocerrado? La presidenta que le presidirá a Aparicio, Ponce y Cayetano el lunes, a Conde, Juli y Castella el miércoles, el viernes a Castella y a Perera y el sábado al Cordobés, Fandi y Talavante, ¿Va a dialogar buscando consenso sin faltar a la defensa del aficionado? ¿Y la empresa, con seguramente mayores boletajes vendidos, tomará postura de entrepierna?
Sepa la querida y sufrida afición que el aficionado no busca ni consiente pulsos, no pretende enfrentamientos, no suplica errores. El aficionado quiere un espectáculo integro, sin falsear y con las garantías propias de lo que significa un enfrentamiento entre un torero y un toro, desde el respeto al toro que es el origen de esta fiesta. Por eso hoy, con la suspensión, hemos perdido todos. El empresario su credibilidad y dinero. La presidenta su moderación y paciencia. El ganadero su prestigio. El publico un festejo de su feria, y la afición, la afición ha perdido unos naturales de Manolo Sánchez, unos pases cambiados de Cesar Jiménez y una “composisión” de Oliva Soto. Y los críticos también hemos perdido la posibilidad de ejercer lo propio de nuestro trabajo que es criticar lo que vemos.
En fin, querida y sufrida afición ¡Aquí paz y allí gloria!
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
No tengo el dato exacto pero debe hacer más de 20 años que no se suspendía un festejo en La Malagueta, cuando José Luis Fernández Torres lo hizo para una novillada de Buendía que además iba a ser televisada. En el día de hoy Ana María Romero, presidenta del anunciado festejo en el que iban a torear Manolo Sánchez, Cesar Jiménez y Oliva Soto con toros de Rivera de Campocerrado, ha firmado el acta de suspensión porque la empresa no ha presentado toros al reconocimiento, que como es preceptivo se efectúa a las 12 del medio día.
Sobre esta suspensión, la de la primera corrida de la feria, que sobre el papel era una corrida de modestos, se abren muchas interrogantes. La nota escueta que ha ofrecido la empresa de Fernando Puche deja claro que ha sido una decisión gubernativa, pero en realidad desde ayer tarde el fantasma de la suspensión planeaba por la plaza de toros siendo el comentario generalizado de que Puche pedía la suspensión ¡ya! Con lo que plantaba sus reales ante la autoridad, que desafiada, hoy día ha hecho valer el reglamento.
En realidad técnicamente la suspensión es impecable. Si a las doce de la mañana del día de la corrida la empresa no presenta toros para ser lidiados, el acta no puede ser firmada de otra manera que no sea por suspensión. Ya no cabe arreglo posible.
En opinión de la empresa los toros que había comprado para esta corrida eran aptos para ser lidiados, sin embargo para el equipo veterinario que comanda Ana María Romero, no. En otras circunstancias se han traído más toros y finalmente por apaños o arreglos, se ha compuesto la corrida para verificarse en fecha y hora. Que en el día de hoy no se haya recurrido al trasiego de camiones obedece solo a una consideración empresarial con criterios puramente económicos, pues de otro modo se podría considerar falta de respeto a la autoridad.
Ha sido encomiable la firmeza con la que ha actuado la presidenta, si con esa decisión, ha defendido a la afición porque verdaderamente lo que había en los corrales era indigno para una plaza de primera. Sin embargo esa misma firmeza puede ser reprobable si en vez de actuar con autoridad, lo ha hecho con autoritarismo aceptando el pulso que la empresa le demandaba.
Parece evidente vistas las actuaciones preliminares y las consecuentes, que ha habido una falta de diálogo total entre las partes, pues en otras corridas de toros celebradas en este mismo coso ha habido apaños para no dejar sin toros un día de feria. Apaños con los que la afición ha estado o no de acuerdo, y que a decir verdad nunca se han decantado por prestigiar la plaza, sino por salvar el bolsillo de los empresarios, estos y aquellos otros.
Lo que también parece evidente es que a Fernando Puche le interesaba suspender, pues de esta forma las perdidas serían menores que llevando y trayendo toros, pagando a personal, a toreros y a la nueva ganadería, montante quizás superior a la simple devolución de las entradas que se producirá de aquí en cuatro días. Sin embargo este supuesto, la falta de consideración a la afición por parte de la empresa ha sido rotunda, sobre todo si tenemos en cuenta que durante el tiempo que Fernando Puche regenta la plaza, la asignatura a aprobar ha sido la de los toros, y que el mismo empresario reconociendo la debilidad en declaraciones a los medios de comunicación, hubiera tenido en el día de hoy la oportunidad de poder tapar bastantes bocas, con lo que esa postura al parecer posicionada en la entrepierna del máximo accionista, le puede costar las dos prorrogas a las que puede ser merecedor en el contrato de arrendamiento de la plaza, si así lo solicita, cosa que al día de hoy no parece probable, pero no imposible.
Saben ustedes que desde estas mismas páginas hemos abogado porque la autoridad resurja en los palcos, pues ella es garante de la defensa de los intereses de los aficionados, pero nunca se debe olvidar que precisamente por ser autoridad esta debe tener en cuenta, antes de aplicar la ley, a todas las partes, en la búsqueda de la justicia. Me consta que en la decisión presidencial de hoy no ha habido “manu militari”, pero ha de reconocerse que la actitud empresarial no ha dejado lugar a otras posibles opciones, salvo a la de ofrecer rescatar cuatro toros de Campocerrado y dos de otra ganadería, pero la presidenta ha acatado la decisión de sus veterinarios. Después ninguna opción más.
Contra esta decisión a la empresa le queda recurso ante la Delegación de Gobernación, o asistir a los tribunales ordinarios por lesión de sus derechos a ejercer la actividad para la que fue creada. En cualquiera de los casos el enfrentamiento está servido.
Ahora cabe pensar que si esto ha ocurrido en la primera corrida de la feria con un cartel modesto qué no podrá pasar cuando llegue Cayetano, Morante, o El Juli. ¿Traerán estos mejores toros que los de Campocerrado? La presidenta que le presidirá a Aparicio, Ponce y Cayetano el lunes, a Conde, Juli y Castella el miércoles, el viernes a Castella y a Perera y el sábado al Cordobés, Fandi y Talavante, ¿Va a dialogar buscando consenso sin faltar a la defensa del aficionado? ¿Y la empresa, con seguramente mayores boletajes vendidos, tomará postura de entrepierna?
Sepa la querida y sufrida afición que el aficionado no busca ni consiente pulsos, no pretende enfrentamientos, no suplica errores. El aficionado quiere un espectáculo integro, sin falsear y con las garantías propias de lo que significa un enfrentamiento entre un torero y un toro, desde el respeto al toro que es el origen de esta fiesta. Por eso hoy, con la suspensión, hemos perdido todos. El empresario su credibilidad y dinero. La presidenta su moderación y paciencia. El ganadero su prestigio. El publico un festejo de su feria, y la afición, la afición ha perdido unos naturales de Manolo Sánchez, unos pases cambiados de Cesar Jiménez y una “composisión” de Oliva Soto. Y los críticos también hemos perdido la posibilidad de ejercer lo propio de nuestro trabajo que es criticar lo que vemos.
En fin, querida y sufrida afición ¡Aquí paz y allí gloria!
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