Que Madrid no es Madrid, hace tiempo que lo sabíamos desde aquellos años del "Ronquillo" y toda la sabiduría que desprendía en tan solo una palabra que se oyera en las ventas.
Que el mejicano estuvo bien en el sexto de la tarde. Cierto. Comenzó de rodillas la faena, ligando por el pitón derecho y con emoción. Luego, dentro de su bisoñez, despatarrado, asentado, con decisión y ganas en todo el trasteo, mejor por derechazos que por naturales. Pero Madrid no puede dar una oreja, por mucho que la pida un público aterido de frío y lluvia, o emocionado por el momento y por la disposición de un muchacho que ciertamente necesita el triunfo. Si Madrid pierde la seriedad, el toreo pierde la seriedad y todo se convierte en un conchaveo.
Ya sé que luego llegarán las figuritas de pitiminí, y el tontódromo se pondrá superlativo y regalará orejas, lo que no quiere decir que no las critique. Lo haré.
Hace tiempo (desde que no ejerzo la crítica taurina por mi jubilación) que dejé de tener interés por las plazas de provincias. Solo me interesan para pulsar la temporada, Sevilla, Madrid, Pamplona y Bilbao. Y Madrid debe seguir siendo la cátedra del toreo.
El toro sexto al que se le dio la vuelta al ruedo fue un toro bravo aunque el único puyazo bueno y serio fue el tercero. Con pies y viaje atemperado aguantó el tercio de banderillas, donde Rey saludó tras parear bonito. Por el pitón derecho embestía de dos estrellas y por el izquierdo de una, pero todo con nobleza y bondad, dejándose ampliamente. Un toro que salvó el honor de la ganadería que en el resto de los animales se diluyó entre un sin sabor de casta. Por cierto, todos los de Pedraza de Yeltes de una presentación irreprochable en la línea de su encaste Aldeanueva, antiguos Juan Pedros, anteriores a los de ahora, esos de los toros artistas.
A Fonseca le tocó un primer toro, el tercero, grande y viejo, cinco años y siete meses, que manseó en varas y en palos esperaba y luego arreaba. en la muleta pasaba pero no rompió "palante" nunca. El mejicano intentó solventar las embestidas por ambos pitones pero no lo vi con soltura. Dio una estocada corta baja.
Abría el cartel el valenciano Román que pechó con un primer toro muy bien presentado, aplaudido de salida que salió del naja en el caballo y que esperó en palos. En la muleta con genio, rajándose y que mantuvo la boca cerrada durante casi toda la faena. Román se puso al natural y por la derecha, muy decidido y con sapiencia porque desde los medios cerró al toro en el tercio e hizo el esfuerzo. Mató mal y dio una merecida vuelta al ruedo.
Con el cuarto estuvo aseado pero volvió a fallar a espadas. Dio un mitin. El toro cumplió en varas, se dejó en palitroques y en la muleta fue soso, noble pero sin chispa.
El venezolano Colombo anduvo "por allí" con un toro bravo en el caballo, que cumplió en banderillas y que fue soso en la muleta. Banderilleó al segundo de la tarde con dos pares buenos y uno, el primero, pasadito, dio una buena estocada (de premio) y dio una vuelta al ruedo protestada.
El quinto, un toro alto de agujas manseó calamocheando. Se movió sin clase y no terminaba el viaje. Por el izquierdo se quedaba corto. Le protestaron en el tercio de banderillas pero él cumplió bien. En el trasteo anduvo porfión, valentón, sin gloria ni atención del personal. Dio una caída.
Borja Lorente fue aclamado solo por dar un buen tercer puyazo. Raúl Ruiz, Juan Carlos Rey y Tito, saludaron en este toro.
¡Aquí paz y allí gloria!