Manuel Bautista
EN CASA DE FRANCISCO SORANDO
Por José Cisneros
La pasada semana tuvimos el honor de asistir a la prueba de cuatro novillos en la Finca Navas de Pedro Bagar perteneciente al ganadero D. Francisco Sorando Megino.
Los inicios de esta ganadería ubicada en pleno corazón de Sierra Morena datan de principios del pasado siglo. La formó el marqués de Melgarejo con vacas y sementales de Félix Gómez y Aleas, un semental de Saltillo y más tarde otro de Pablo Romero. En 1927 adquirieron la ganadería Salvador y Francisco Garrido Altozano, que variaron el hierro. Adquirida por Román Sorando Herranz en 1948, le fue agregando en posteriores años reses de Villamarta, tres sementales de Samuel Flores, un semental de Eusebia Galache, un semental de Carlos Núñez y en 1987 un semental de Jandilla.
En 1996 la ganadería se divide en dos partes y la mitad pasa a pertenecer a D. Francisco Sorando Megino, que en los años 1999 y 2000 la incrementa con dos puntas de ganado de Teófilo Segura, de origen Jandilla, por lo que su procedencia actual es Gamero Cívico, Núñez y Domecq.
Este año en vísperas del sorteo de la lotería de Navidad me ha tocado el “gordo”. Hacía poco rato que acababa de llegar de haber pasado la tarde entre mayorales, montado una preciosa yegua, ayudando al traslado de reses desde el espacio abierto de la finca a un cerrado para al día siguiente cumplir con la normativa del saneamiento; cuando recibo una llamada del torero Manuel Bautista para que le acompañara al día siguiente a la referida finca ganadera.
La verdad que vivir en Baeza, que aparte de ser ciudad Patrimonio de la Humanidad dado su rico y variado patrimonio cultural es centro geográfico de la provincia de Jaén es todo un lujo. En pocos minutos llegué a Linares ¿tierra torera? la que más, no en vano a la salida de la misma nos cruzamos con el maestro Curro Díaz que como todos los días se dirigía a entrenar.
En menos de media hora llegamos a Andújar y tomamos el camino que se dirige al Santuario de Nuestra Señora la Virgen de la Cabeza en pleno Parque Natural de la Sierra de Andújar, el aroma a encinas, lentiscos y jarales aderezados con el aire puro del entorno nos hace sentir los pulmones mucho más limpios y abiertos, las sensaciones son únicas.
Seguimos carretera adelante llegando a un punto desde donde se puede divisar perfectamente el Cerro del Cabezo donde el solemne Santuario preside en lo más alto del mismo. Narro a vuelapluma al joven novillero lo que ocurrió en el lugar durante la Guerra Civil Española y el protagonismo e importancia que tuvo el hecho con la Guardia Civil destinada en el Lugar Nuevo comandada por el Capitán Cortés. Atento a las explicaciones ya que por edad no conocía tal hecho, llegamos a la altura de “Los Escoriales” y cuál fue nuestra sorpresa, cuando vemos aterrizar tras un cortijo del lugar a un helicóptero, se imaginan de quien; de nuestra Guardia Civil, a la cual tras fotografiar el descenso del aparato, saludamos desde donde nos encontrábamos para proseguir nuestra marcha a sabiendas de que la protección la teníamos asegurada.
Ya vamos llegando a Pedro Bagar pero antes pasamos por las ganaderías de Germán Gervás donde podemos apreciar los novillos santacolomeños recién herrados con el guarismo número uno, un poco más adelante colindante con esta finca está la de los señores Flores Albarrán y a pocos minutos de este lugar llegamos a la de don Francisco Sorando, nuestro destino.
Desde la puerta de entrada a la finca hasta la preciosa placita de tientas hay un trecho que recorrer, un trecho que de igual manera es maravilloso, ya que en el mismo pudimos apreciar a varias madres con sus becerros, gordas, lustrosas, con una mirada atenta y vivaz, sorprendidas por nuestra presencia.
Llegamos a la plaza de tientas y saludamos a los presentes que junto al ganadero y Paco Espinosa, mayoral de la ganadería, se encontraban realizando tareas de apartado y enchiqueramiento de las reses a tentar. Una vez dispuestas las reses en su respectiva corraleta, el matador de toros José David Moreno Martínez “Alcazabeño” y el novillero Manuel Bautista, preparan vestuario y trebejos para iniciar esa importantísima labor que es la de seleccionar los futuros padres de la ganadería.
En esta ocasión y siempre desde el punto de vista de aficionado -ya que las notas del ganadero es algo a lo que no me gusta acceder- los novillos resultaron bravos y encastados. Ambos toreros estuvieron a un alto nivel ante ellos y pude disfrutar de una jornada de toreo del bueno, donde las cosas hay que hacerlas de otro modo que cuando se actúa en corrida ante el público. Aquí el toreo es distinto, aquí hay que torear para la res, probarla por ambos pitones, marcar todo el recorrido a la que el novillo sea capaz de embestir y aunque la colocación y las distancias frente a las reses son similares al festejo al uso, el adorno y el toreo festivo no caben. La capacidad de los toreros para hacer el “toreo campero” debe ser primordial, siempre atentos a la voz del ganadero que no es otro quien dirige el tentadero de acuerdo al convencimiento que tiene sobre lo que espera lograr de sus reses, ya que como he apuntado anteriormente, esta labor es la que marcará las pautas de comportamiento de los futuros productos que de estos novillos y las vacas seleccionadas irán pasados unos años, dependiendo de si su lidia es de novillo o de toro, a las distintas plazas de toros de nuestra geografía.
Visto el novillo por el ganadero y una vez terminada la faena de parte del torero, es cuando tiene su minuto de gloria el aficionado, que muleta en mano y dirigiéndose frente a la res intenta emular lo visto hacer por los toreros o incluso demostrar a su manera cuando las condiciones del novillo como fue el caso lo permitieron, interpreta lo que de “torero” lleva muy dentro de su alma.
Finalizado el tentadero, pudimos compartir los presentes una estupenda charla taurina de lo más acogedora, acompañada de unos exquisitos manjares de la tierra preparados en el horno de leña de encina que posee el restaurante “El Tropezón”, el cual aconsejaría a cualquier aficionado que visite esta bonita ciudad de Andújar y se dirija al precioso Parque Natural de Sierra Morena.
Si lo narrado no es tocarle, más que “el gordo de Navidad” a un aficionado a los toros que además lo practica cuando tiene ocasión, puede disfrutar de la amistad de varios ganaderos y vive intensamente durante el año junto a toreros y mayorales experiencias únicas que solo se dan en esta profesión, simplemente cabe pensar dos cosas; o no se es aficionado o no se siente la Fiesta de los Toros.