DE EL PUERTO, GALLO Y DAVID MORA
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Lo peor que se ha lidiado hasta ahora en la feria de San Isidro han sido las corridas de Joselito y Arranz, y lo del Puerto. El segundo toro del Puerto indigno e indigno el torero de Chiva, que a carta cabal debió haberlo pasaportado demostrando con ello su desprecio y luego haber pedido Miuras, por ejemplo. Hubiera sido un gesto de torero rancio y más valorado que el de Rivera Ordoñez. Ponce pasa por ser el torero más inteligente del escalafón y con esto se ha equivocado. Los aficionados necesitamos una reparación por el agravio, que no creo que el torero quiera darnos pues ya está por encima del bien y del mal, y cuando esto le ocurre a un torero mejor que se vaya yendo. Pero los responsables primeros de admitir la corrida fueron los veterinarios y el principal, el presidente. Eso que no debe pasar en ninguna plaza de toros, jamás debe pasar en la de las Ventas. Si la autoridad traga, el aficionado está indefenso. Espero que aquellos que me critican la tozudez en defensa de la policía en el espectáculo entiendan de una vez por todas que si pasa lo que pasa en Madrid, ¡qué no pasará en provincias! Porque lo que no es de recibo es que se le permita a los taurinitos tamaña desfachatez. Pero para mi contradicción tampoco la policía de ahora es como la de antes. Los tiempos cambian.
En realidad lo que le ha pasado a estas dos ganaderías ha sido que sus propietarios le han echado agua al vino. Verán. El toro de Lidia es nervioso y ellos se empeñan en quitarle los nervios. El genio, el temperamento, la dureza, son propios de lo bravo. Pero los "ganaduros" quieren que el torito de hoy sea cómodo, pastueño y facilón. Justamente el que quieren los toreritos modernos.
Uno de estos toreritos modernos ha devaluado su cartel en Madrid. Gallo triunfó con arrojo y valentía la pasada feria y en esta ha salido como gato escaldado. El día de la puerta grande de Rincón él tenia que haber optado por una de las dos puertas más importantes de Las Ventas: La de Madrid o la que cuida Padrós. Pero hay una reflexión necesaria que todos advertíamos. Una alternativa precipitada. La suerte acompañó a Gallo el año pasado. Le curraron los toros y supo sobreponerse, pero oyó los cantos de sirenas y los aplausos aduladores y tras una noche de insomnio el torerito decide acceder a las recomendaciones de hacerse matador. Lo precipitan y claro, llega la desilusión que es la antesala del fracaso. Gallo tiene valor pero aún le faltan recursos e inteligencia ante las reses porque en Madrid lo que vale un día, no vale otro, por eso hay que ser listo y capaz. Inteligente y poderoso y siempre he dicho que esto del toreo es para listos.
Deseo que no cometa el mismo error este muchacho llamado David Mora que tanto nos ilusionó. Este joven madrileño estuvo en novillero con el de Yerbabuena y eso es lo que podemos admirar en primera instancia de un neófito de la torería. Ha sido el torero que mejor ha toreado de capote desde que se abrió esta temporada del 2005, porque lo ha hecho a la verónica lance puro que ya se estaba perdiendo. Ha mecido el capote, ha adelantado la pierna ganando terreno al novillo y ha rematado como se deben rematar esos lances, con la media. ¡Por fin un torero ha puesto el toreo de capote en su sitio! Y con la muleta, sobretodo al natural, ha toreado con un exquisito gusto parecido al de Manzanares padre. ¡Cachis en diez que no podamos decir lo mismo de su propio hijo!
Siempre estamos a tiempo de corregir errores y volver a la razón. Las alternativas hay que tomarlas cuando un novillero esté puesto. Las ganaderías deben estar encastadas para lo bueno o para lo malo. Y el aficionado debe valorar lo que por ejemplo David Mora hizo en Las Ventas aunque no saliera por la puerta grande.
Y para terminar quiero felicitar a José Ignacio Charro por la interesante corrida de toros que llevó a Madrid. Por presentación y por casta.
26 mayo 2005
20 mayo 2005
UN TORO DE VUELTA AL RUEDO
TORO BRAVO, TORO DE VUELTA AL RUEDO
Por Agustín Hervás
Onda CEro Radio
Cuando escribo este articulo Cesar Rincón ha salido por la puerta de Madrid en hombros. Los que ya lo habíamos visto el pasado año en Sevilla sabíamos que esto estaba al caer y ¡olé! Pero aún de lo interesante de la corrida de Alcurrucen, mejor cuarto y quinto, de lo importante de la del Pilar, todos menos uno, y de los dos novillos de Fuente Ymbro, la feria en cuanto a ganado deja mucho que desear, incluyendo y esto duele por ser de Salamanca, lo de Garcigrande.
Ya se sabe que el comportamiento del toro durante la lidia está sometido a la influencia del manejo de las cuadrillas y de la labor del matador, que no solo depende del carácter genético que heredó el animal y que llamamos bravura y que en realidad está influenciado por el instinto, el temperamento y el poder. Por cuanto temperamento un toro puede ser bronco o suave. Por poder hablamos de toros con pujanza. Por cuanto instinto las reacciones de defensa y de conservación que manifiesta el animal en mayor o menor medida.
En cualquier caso todos los aficionados y profesionales del toreo andamos a la búsqueda del toro bravo y no todo lo que se indulta por esas plazas de Dios tiene razón de ser. Pero tampoco tiene razón de ser que indultemos todo lo que embista a una muleta porque la bravura se manifiesta en el caballo y se desarrolla en toda la lidia. En esto de la bravura hay que ser exigente porque la calidad debe buscarse con exigencia por todas las partes del espectáculo.
El toro como animal bello debe ser armónico y proporcionado con una cornamenta bien desarrollada y no manipulada y todo su trapío estará englobado dentro de las características de su encaste.
Cuando el toro embiste debe hacerlo con prontitud y alegría, en primer lugar con la cara a media altura para humillarla en el momento de tomar el engaño. En la carrera no debe cortar el viaje y su embestida debe ser templada, con ritmo, sin hacer extraños. Nunca debe derrotar en los engaños motu propio, debe comérselos literalmente y repetir insistentemente.
De salida el toro debe hacerlo con alegría, no barbeará las tablas ni buscará la salida del ruedo. Si remata en tablas es una señal muy positiva que buscan muy a menudo los toreros.
Ante el picador el toro debe arrancarse de largo, con fijeza y con temple. Acudirá al caballo a contra querencia y al llegar al peto el animal echará la cara abajo y al sentir el palo se crecerá acometiendo más. Hará fuerza con los riñones y hasta levantará los cuartos traseros. No se saldrá de la suerte y hará sonar el estribo. Es importante que acuda al caballo reiteradas veces.
En banderillas también echará la cara abajo y no se dolerá queriéndose quitar los palos al sentirlos en el lomo, y perseguirá al banderillero con codicia al salir del par.
En la muleta el animal no debe buscar las tablas, no debe berrear y no debe cocear. Embestirá siempre por derecho, con ritmo y galope templado y a más sin desfallecer.
Hay una connotación que históricamente se ha determinado como falta de bravura y que creo debe ser justificada en favor del toro, la de no escarbar. Verán en el trance de la lidia no está bien visto que el animal escarbe, esto es síntoma de mansedumbre, sin embargo habrá que tener en cuenta que en su medio natural el animal para aliviarse el calor suele escarbar echándose tierra a los lomos. Pero en la lidia si no lo hace mucho mejor porque eso querrá decir que tiene los cinco sentidos puestos en la lucha.
La bravura es un bien tan preciado y escaso que hemos de valorarla, perseguirla y exigirla y que no vale condescender en su favor puesto que si no, como ya llevamos visto en este Isidro, de 54 toros sólo 9 han embestido. Preocupante ¿no?.
Por Agustín Hervás
Onda CEro Radio
Cuando escribo este articulo Cesar Rincón ha salido por la puerta de Madrid en hombros. Los que ya lo habíamos visto el pasado año en Sevilla sabíamos que esto estaba al caer y ¡olé! Pero aún de lo interesante de la corrida de Alcurrucen, mejor cuarto y quinto, de lo importante de la del Pilar, todos menos uno, y de los dos novillos de Fuente Ymbro, la feria en cuanto a ganado deja mucho que desear, incluyendo y esto duele por ser de Salamanca, lo de Garcigrande.
Ya se sabe que el comportamiento del toro durante la lidia está sometido a la influencia del manejo de las cuadrillas y de la labor del matador, que no solo depende del carácter genético que heredó el animal y que llamamos bravura y que en realidad está influenciado por el instinto, el temperamento y el poder. Por cuanto temperamento un toro puede ser bronco o suave. Por poder hablamos de toros con pujanza. Por cuanto instinto las reacciones de defensa y de conservación que manifiesta el animal en mayor o menor medida.
En cualquier caso todos los aficionados y profesionales del toreo andamos a la búsqueda del toro bravo y no todo lo que se indulta por esas plazas de Dios tiene razón de ser. Pero tampoco tiene razón de ser que indultemos todo lo que embista a una muleta porque la bravura se manifiesta en el caballo y se desarrolla en toda la lidia. En esto de la bravura hay que ser exigente porque la calidad debe buscarse con exigencia por todas las partes del espectáculo.
El toro como animal bello debe ser armónico y proporcionado con una cornamenta bien desarrollada y no manipulada y todo su trapío estará englobado dentro de las características de su encaste.
Cuando el toro embiste debe hacerlo con prontitud y alegría, en primer lugar con la cara a media altura para humillarla en el momento de tomar el engaño. En la carrera no debe cortar el viaje y su embestida debe ser templada, con ritmo, sin hacer extraños. Nunca debe derrotar en los engaños motu propio, debe comérselos literalmente y repetir insistentemente.
De salida el toro debe hacerlo con alegría, no barbeará las tablas ni buscará la salida del ruedo. Si remata en tablas es una señal muy positiva que buscan muy a menudo los toreros.
Ante el picador el toro debe arrancarse de largo, con fijeza y con temple. Acudirá al caballo a contra querencia y al llegar al peto el animal echará la cara abajo y al sentir el palo se crecerá acometiendo más. Hará fuerza con los riñones y hasta levantará los cuartos traseros. No se saldrá de la suerte y hará sonar el estribo. Es importante que acuda al caballo reiteradas veces.
En banderillas también echará la cara abajo y no se dolerá queriéndose quitar los palos al sentirlos en el lomo, y perseguirá al banderillero con codicia al salir del par.
En la muleta el animal no debe buscar las tablas, no debe berrear y no debe cocear. Embestirá siempre por derecho, con ritmo y galope templado y a más sin desfallecer.
Hay una connotación que históricamente se ha determinado como falta de bravura y que creo debe ser justificada en favor del toro, la de no escarbar. Verán en el trance de la lidia no está bien visto que el animal escarbe, esto es síntoma de mansedumbre, sin embargo habrá que tener en cuenta que en su medio natural el animal para aliviarse el calor suele escarbar echándose tierra a los lomos. Pero en la lidia si no lo hace mucho mejor porque eso querrá decir que tiene los cinco sentidos puestos en la lucha.
La bravura es un bien tan preciado y escaso que hemos de valorarla, perseguirla y exigirla y que no vale condescender en su favor puesto que si no, como ya llevamos visto en este Isidro, de 54 toros sólo 9 han embestido. Preocupante ¿no?.
12 mayo 2005
EL SACRAMENTO DE LA CRITICA
EL SACRAMENTO DE LA CRITICA
Por Agustín Hervás
Critico Taurino de Onda Cero Radio
Este trabajo de ver corridas de toros y luego hablar o escribir de ellas no es precisamente un trabajo agradecido, ni falta que hace, porque por ello a ciertos críticos de antaño les pusieron el marchamo de "sobrecogidos", que es una forma elegante de decir que recibían los sobres que los mozos de espadas entregaban a los plumillas del lugar para que hablaran bien de sus toreros.
Entre los que nos dedicamos a esto hay quienes no gustan de ser llamados "críticos" y prefieren llamarse cronistas, redactores o comentaristas y en realidad cada uno es cada uno. El critico es el que critica, diga bien o diga mal sobre la obra vista atendiendo al criterio de su entender del tema. El cronista es el que hace la crónica de lo visto atendiendo al "tempo", a la parte según su desarrollo. El redactor es el que escribe o dice la noticia de lo sucedido en el espectáculo y el comentarista el que relata lo sucedido en tiempo real o pasado de lo acontecido.
Se suele tener en cuenta a la hora de denominar a los oficiantes del periodismo taurino el medio de comunicación para el que trabajen. Por ejemplo el critico pega más en un periódico, el cronista y el redactor en un semanario y el comentarista se asimila más a la radio o a la televisión. En cualquier caso ídem de ídem.
Decía Ortega y Gasset que la critica es un sacramento de muy difícil administración y es una verdad como un templo. Por ello el que la firma debe ser una persona en la que prime la objetividad, el equilibrio y el conocimiento del asunto y aunque se sabe que no siempre es así, lo mínimo que se puede pedir a un critico es la dignidad de servir a la verdad de lo visto con las justas gotitas de subjetividad que siempre ha de llevar la personalidad del que firma.
No es este un articulo para hacer la historia de los periodistas taurinos pero viene a pelo el decir que hubo un tiempo en el que el publico de toros sabía donde se ubicaban las localidades de los críticos, por ejemplo: Angel Caamaño "El Barquero", José de la Loma "Don Modesto" y Alejandro Pérez Lujín "Don Pío".
Verán sobre la prensa taurina ha recaído siempre, antes más que ahora, la losa del servilismo, pero lean con atención a quienes prestaban sus servicios estas insignes plumas: Don Pío era el cronista de Joselito el Gallo, Don Modesto el cronista de Bombita y luego lo fue de Belmonte. El Barquero el de Vicente Pastor.
Por situar en el tiempo el comentario debo decirles que esto es el fin del siglo XIX y el primer cuarto del siglo pasado y que con la llegada de la modernidad es cuando también Corrochano comienza la "modernización" de las reseñas y figúrense cuanta modernización que llega a publicarse un semanario taurino de tan original nombre como este: The Kon Leche. En el se animaban las disputas entre los gallistas y belmontistas, disputas que lo eran sólo de plazas a dentro porque de ellas a fuera Gallito y Belmonte eran muy amigos. El The lo fundó Curro Castañares.
Este articulo que cabalga entre la nostalgia y la ética del periodismo taurino me lo ha sugerido, a las puertas de la feria más importante del mundo un anuncio curioso. En este mes de mayo uno de los portales taurinos que cuelgan de la Red de redes lanza una oferta de trabajo para un periodista que coordine "la pagina web de un torero español de primera categoría... que identifique y contrate cronistas y fotógrafos para cada corrida que toree el matador..."
Algunos de aquellos plumillas antiguos aceptaban sobres de los toreros para hablar bien. El hambre era mucha y la ética poca. Otros compraban los espacios a los periódicos o las radios para revenderlos a los toreros. La necesidad de trabajo podía más que la ética inventando de paso lo que los americanos llamaron décadas después, Paper View. A partir de la segunda mitad de la década de los sesenta aparecen en escena, periodistas serios a los que sus medios les compraban las barreras de las corridas de toros y les pagaban sus sueldos, consolidándose ya en los setenta y ochenta una forma de hacer critica más ecuánime y menos presionada, aunque en honor a la verdad el demonio que siempre anda suelto mudó la pleitesía de los sobres por invitaciones a fincas y comidas opulentas.
Quizás lo que significa el anuncio del portal taurino es que volvemos a los tiempos de antes en los que los toreros pagan a los periodistas por "cuidar" sus carreras o quizás todo esto sea tan nuevo como lo que se observa en las actuales grandes cadenas de radio y de prensa que sin escrúpulos están sirviendo a determinados grupos políticos para que con su influencia obtengan los votos necesarios para alcanzar el poder.
Cuando no es el dinero, es el poder que sabemos corrompen al hombre, y mientras ¿dónde quedan la ética y la moral? que lo dignifican.
Por Agustín Hervás
Critico Taurino de Onda Cero Radio
Este trabajo de ver corridas de toros y luego hablar o escribir de ellas no es precisamente un trabajo agradecido, ni falta que hace, porque por ello a ciertos críticos de antaño les pusieron el marchamo de "sobrecogidos", que es una forma elegante de decir que recibían los sobres que los mozos de espadas entregaban a los plumillas del lugar para que hablaran bien de sus toreros.
Entre los que nos dedicamos a esto hay quienes no gustan de ser llamados "críticos" y prefieren llamarse cronistas, redactores o comentaristas y en realidad cada uno es cada uno. El critico es el que critica, diga bien o diga mal sobre la obra vista atendiendo al criterio de su entender del tema. El cronista es el que hace la crónica de lo visto atendiendo al "tempo", a la parte según su desarrollo. El redactor es el que escribe o dice la noticia de lo sucedido en el espectáculo y el comentarista el que relata lo sucedido en tiempo real o pasado de lo acontecido.
Se suele tener en cuenta a la hora de denominar a los oficiantes del periodismo taurino el medio de comunicación para el que trabajen. Por ejemplo el critico pega más en un periódico, el cronista y el redactor en un semanario y el comentarista se asimila más a la radio o a la televisión. En cualquier caso ídem de ídem.
Decía Ortega y Gasset que la critica es un sacramento de muy difícil administración y es una verdad como un templo. Por ello el que la firma debe ser una persona en la que prime la objetividad, el equilibrio y el conocimiento del asunto y aunque se sabe que no siempre es así, lo mínimo que se puede pedir a un critico es la dignidad de servir a la verdad de lo visto con las justas gotitas de subjetividad que siempre ha de llevar la personalidad del que firma.
No es este un articulo para hacer la historia de los periodistas taurinos pero viene a pelo el decir que hubo un tiempo en el que el publico de toros sabía donde se ubicaban las localidades de los críticos, por ejemplo: Angel Caamaño "El Barquero", José de la Loma "Don Modesto" y Alejandro Pérez Lujín "Don Pío".
Verán sobre la prensa taurina ha recaído siempre, antes más que ahora, la losa del servilismo, pero lean con atención a quienes prestaban sus servicios estas insignes plumas: Don Pío era el cronista de Joselito el Gallo, Don Modesto el cronista de Bombita y luego lo fue de Belmonte. El Barquero el de Vicente Pastor.
Por situar en el tiempo el comentario debo decirles que esto es el fin del siglo XIX y el primer cuarto del siglo pasado y que con la llegada de la modernidad es cuando también Corrochano comienza la "modernización" de las reseñas y figúrense cuanta modernización que llega a publicarse un semanario taurino de tan original nombre como este: The Kon Leche. En el se animaban las disputas entre los gallistas y belmontistas, disputas que lo eran sólo de plazas a dentro porque de ellas a fuera Gallito y Belmonte eran muy amigos. El The lo fundó Curro Castañares.
Este articulo que cabalga entre la nostalgia y la ética del periodismo taurino me lo ha sugerido, a las puertas de la feria más importante del mundo un anuncio curioso. En este mes de mayo uno de los portales taurinos que cuelgan de la Red de redes lanza una oferta de trabajo para un periodista que coordine "la pagina web de un torero español de primera categoría... que identifique y contrate cronistas y fotógrafos para cada corrida que toree el matador..."
Algunos de aquellos plumillas antiguos aceptaban sobres de los toreros para hablar bien. El hambre era mucha y la ética poca. Otros compraban los espacios a los periódicos o las radios para revenderlos a los toreros. La necesidad de trabajo podía más que la ética inventando de paso lo que los americanos llamaron décadas después, Paper View. A partir de la segunda mitad de la década de los sesenta aparecen en escena, periodistas serios a los que sus medios les compraban las barreras de las corridas de toros y les pagaban sus sueldos, consolidándose ya en los setenta y ochenta una forma de hacer critica más ecuánime y menos presionada, aunque en honor a la verdad el demonio que siempre anda suelto mudó la pleitesía de los sobres por invitaciones a fincas y comidas opulentas.
Quizás lo que significa el anuncio del portal taurino es que volvemos a los tiempos de antes en los que los toreros pagan a los periodistas por "cuidar" sus carreras o quizás todo esto sea tan nuevo como lo que se observa en las actuales grandes cadenas de radio y de prensa que sin escrúpulos están sirviendo a determinados grupos políticos para que con su influencia obtengan los votos necesarios para alcanzar el poder.
Cuando no es el dinero, es el poder que sabemos corrompen al hombre, y mientras ¿dónde quedan la ética y la moral? que lo dignifican.
04 mayo 2005
LA ECONOMIA DE LA LIDIA
LA ECONOMIA DE LA LIDIA
Por Agustín Hervás
Recientemente he sabido que la Junta de Castilla y León ha posibilitado que se celebrara el primer curso de delegados gubernativos que son los que se encargan de auxiliar al presidente en la dirección y regulación de los festejos taurinos y a colación de esto se me ocurre una reflexión que tiene que ver con la sensibilidad de nuestra fiesta, ahora que tanto queremos defenderla, y sobre la interpretación del reglamento. Lo de la sensibilidad se parece a un termino acuñado en la década de los ochenta por mi amigo Carlos Crivell que llamó "humanización de la fiesta" al terrible asunto del afeitado y que yo me permito ampliarlo a otras acciones que en contra de este bello animal se cometen.
A lo largo de la historia de la tauromaquia se terminó por humanizar al caballo de picar que de saliendo sólo con un petucho insignificante por protección, ha terminado forrado con antiestéticos manguitos y luego pantalones. Se terminó por humanizar al torero practicando el afeitado ad libitum y sin embargo la humanización del toro aún no se ha instaurado. Sólo cuando un animal se parte una pata o una mano el publico se sensibiliza y el presidente lo larga al corral antirreglamentariamente. Se legislaron los avisos para evitar el escarnio del animal ante un zoquete torero que no acierta con el descabello.
Tal y como están las cosas en nuestra fiesta de los dolores, y tal y como se interpretan por parte de las presidencias los reglamentos, sería bueno que en estos cursos que con "tanta afición" proponen las administraciones con el fin añadido de justificar sus burladeros en los callejones de las plazas de toros, que se enseñara también a los delegados y a los presidentes a humanizarse y sensibilizarse con el toro y a que cuando un torero se obstine con el descabello, le libre al animal de pasar ese cáliz y lo devuelva a los corrales y de paso nos libre a los aficionados de tan denigrante espectáculo para llenar al torero de vergüenza, en caso de tenerla, por ser tan pincha uvas en una profesión que aún se denomina la de matador de toros. Lo mismo debería hacerse con la suerte de varas que aunque debe ser tema tratado a parte, cuando se practique mal y a pesar del matador, el presidente debería cambiar el tercio como castigo a la iniquidad con que los matadores permiten tal atropello contra el toro. ¡Ojalá! Que Francisco Javier Muriel, el nuevo presidente de La Glorieta sea una persona sensible y se comporte de una forma humanizada con el toro y el espectador, que en estos días son los dos elementos necesarios de proteger porque el torero ya se protege solo.
Esto que sugiero más arriba y que en mentes privilegiadas puede suscitar sonrisa y una opción de siquiatra tiene mucho que ver con la economía de la lidia si por ello entendemos una forma de ahorrar. Ahorrar padecimiento al espectador, ahorrar dignidad al animal, ahorrar tiempo y lo más importante vergüenza torera. La economía de la lidia no es sólo, por tanto, un termino aplicable a lo que muchos taurinos erróneamente vienen diciendo. A saber: la economía de la lidia tiene que ver con dar capotazos innecesarios a los toros.
Entremos en la materia. Muchos taurinos entre ellos el hijo del ganadero Victorino Martín piensan que a los toros no hay que darles capotazos innecesarios para no robarles muletazos. Error. Un capotazo no es un muletazo menos. La aplicación de la economía del capotazo no tiene sentido cuando un toro es bravo pues a este nada de lo que se le haga le sobra ni le falta ya que es el animal el que determina el dinamismo de la lidia. A un toro descastado si hay que aplicarle la economía de la lidia no porque dándole más capotazos se le roben muletazos, sino porque el animal se avisará más y pondrá al torero más difícil su lidia, y cuando esto ocurre nuestra intención de ternura para con los coletas se hace manifiesta diciendo que el toro es a contra estilo del torero. Otro error.
En realidad la mayor parte de los aficionados que usan ese termino lo que quieren decir es que un torero está pegando un petardo: "tiene un toro a contra estilo" por, qué torero más malo. Pero claro si esto se dice, al que se lo oyen lo tildan de "terrorista taurino".
El toro nunca es a contra estilo, es el torero al que los aficionados encuadramos para poder soportar su levedad en estilos diferentes. Por eso es error fabricar toros para estilos diferentes, recuerden aquella memez que dijo Juan Pedro Domecq de los toros artistas. Debemos criar toros para la fiesta y debemos tener toreros que puedan con ellos o no, con más estilo, con menos, con más arte, con menos, con más técnica, con menos, pero sobre todo toreros con oficio para satisfacer a todos los públicos.
¿Ha tenido alguna vez Enrique Ponce toros a contra estilo? No. ¿Los ha tenido Javier Conde? No. Sin embargo el oficio y la técnica de Ponce está por encima de la pinturería, por no llamarlo de otra forma, de Conde. El toro ha salido lo mismo para un torero que para otro es la capacidad para resolver lo que determina la acción del torero.
Para terminar, ¿le salían a Curro Romero toros a contra estilo? No. La inteligencia de Curro se sobreponía al termino. O le gustaba un toro o no. Cuando le gustaba ardía la plaza y cuando no, se quemaba, pero a contra estilo nunca. Las cornadas que tiene Curro no han sido de toros a contra estilo, sino de toros bravos.
Por Agustín Hervás
Recientemente he sabido que la Junta de Castilla y León ha posibilitado que se celebrara el primer curso de delegados gubernativos que son los que se encargan de auxiliar al presidente en la dirección y regulación de los festejos taurinos y a colación de esto se me ocurre una reflexión que tiene que ver con la sensibilidad de nuestra fiesta, ahora que tanto queremos defenderla, y sobre la interpretación del reglamento. Lo de la sensibilidad se parece a un termino acuñado en la década de los ochenta por mi amigo Carlos Crivell que llamó "humanización de la fiesta" al terrible asunto del afeitado y que yo me permito ampliarlo a otras acciones que en contra de este bello animal se cometen.
A lo largo de la historia de la tauromaquia se terminó por humanizar al caballo de picar que de saliendo sólo con un petucho insignificante por protección, ha terminado forrado con antiestéticos manguitos y luego pantalones. Se terminó por humanizar al torero practicando el afeitado ad libitum y sin embargo la humanización del toro aún no se ha instaurado. Sólo cuando un animal se parte una pata o una mano el publico se sensibiliza y el presidente lo larga al corral antirreglamentariamente. Se legislaron los avisos para evitar el escarnio del animal ante un zoquete torero que no acierta con el descabello.
Tal y como están las cosas en nuestra fiesta de los dolores, y tal y como se interpretan por parte de las presidencias los reglamentos, sería bueno que en estos cursos que con "tanta afición" proponen las administraciones con el fin añadido de justificar sus burladeros en los callejones de las plazas de toros, que se enseñara también a los delegados y a los presidentes a humanizarse y sensibilizarse con el toro y a que cuando un torero se obstine con el descabello, le libre al animal de pasar ese cáliz y lo devuelva a los corrales y de paso nos libre a los aficionados de tan denigrante espectáculo para llenar al torero de vergüenza, en caso de tenerla, por ser tan pincha uvas en una profesión que aún se denomina la de matador de toros. Lo mismo debería hacerse con la suerte de varas que aunque debe ser tema tratado a parte, cuando se practique mal y a pesar del matador, el presidente debería cambiar el tercio como castigo a la iniquidad con que los matadores permiten tal atropello contra el toro. ¡Ojalá! Que Francisco Javier Muriel, el nuevo presidente de La Glorieta sea una persona sensible y se comporte de una forma humanizada con el toro y el espectador, que en estos días son los dos elementos necesarios de proteger porque el torero ya se protege solo.
Esto que sugiero más arriba y que en mentes privilegiadas puede suscitar sonrisa y una opción de siquiatra tiene mucho que ver con la economía de la lidia si por ello entendemos una forma de ahorrar. Ahorrar padecimiento al espectador, ahorrar dignidad al animal, ahorrar tiempo y lo más importante vergüenza torera. La economía de la lidia no es sólo, por tanto, un termino aplicable a lo que muchos taurinos erróneamente vienen diciendo. A saber: la economía de la lidia tiene que ver con dar capotazos innecesarios a los toros.
Entremos en la materia. Muchos taurinos entre ellos el hijo del ganadero Victorino Martín piensan que a los toros no hay que darles capotazos innecesarios para no robarles muletazos. Error. Un capotazo no es un muletazo menos. La aplicación de la economía del capotazo no tiene sentido cuando un toro es bravo pues a este nada de lo que se le haga le sobra ni le falta ya que es el animal el que determina el dinamismo de la lidia. A un toro descastado si hay que aplicarle la economía de la lidia no porque dándole más capotazos se le roben muletazos, sino porque el animal se avisará más y pondrá al torero más difícil su lidia, y cuando esto ocurre nuestra intención de ternura para con los coletas se hace manifiesta diciendo que el toro es a contra estilo del torero. Otro error.
En realidad la mayor parte de los aficionados que usan ese termino lo que quieren decir es que un torero está pegando un petardo: "tiene un toro a contra estilo" por, qué torero más malo. Pero claro si esto se dice, al que se lo oyen lo tildan de "terrorista taurino".
El toro nunca es a contra estilo, es el torero al que los aficionados encuadramos para poder soportar su levedad en estilos diferentes. Por eso es error fabricar toros para estilos diferentes, recuerden aquella memez que dijo Juan Pedro Domecq de los toros artistas. Debemos criar toros para la fiesta y debemos tener toreros que puedan con ellos o no, con más estilo, con menos, con más arte, con menos, con más técnica, con menos, pero sobre todo toreros con oficio para satisfacer a todos los públicos.
¿Ha tenido alguna vez Enrique Ponce toros a contra estilo? No. ¿Los ha tenido Javier Conde? No. Sin embargo el oficio y la técnica de Ponce está por encima de la pinturería, por no llamarlo de otra forma, de Conde. El toro ha salido lo mismo para un torero que para otro es la capacidad para resolver lo que determina la acción del torero.
Para terminar, ¿le salían a Curro Romero toros a contra estilo? No. La inteligencia de Curro se sobreponía al termino. O le gustaba un toro o no. Cuando le gustaba ardía la plaza y cuando no, se quemaba, pero a contra estilo nunca. Las cornadas que tiene Curro no han sido de toros a contra estilo, sino de toros bravos.
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