Acabo de leer en Burladero una opinión de Sergio Hueso sobre el problema de las transmisiones televisivas de los festejos taurinos.
Lleva razón, Sergio, cuando afirma que, “el problema no reside en los aficionados...” porque nosotros solo consumimos festejos, por televisión, o acudiendo a las plazas de toros, y en todo caso nada tenemos que ver con los entresijos de este planeta.
Los aficionados pagamos nuestras suscripciones y nuestros boletos o abonos feriales.
Sin embargo, discrepo rotundamente en cuanto que los profesionales tampoco tienen la culpa de este affaire.
Para definir bien las cosas, debo considerar que los profesionales del toreo son todos aquellos que se lucran con este negocio que paga el aficionado, o el público asistente, (consumidor de festejos taurinos), por lo tanto, sí que son culpables de lo que nos pueda afectar a los aficionados.
Es cierto, estimado Sergio, que los sectores taurinos, (los profesionales), se resisten a “abandonar fórmulas que, aunque funcionales hace décadas, hoy resultan obsoletas y, lo que es peor, inviables”; y que a todos los gastos de producción hay que añadir los derechos de imagen.
¡Pues como siempre ha sido en toda producción televisiva! Los derechos de imagen también han evolucionado según los tiempos, y recuerdo un anterior artículo, firmado por mí en este blog, hablando de que José Tomás mandó parar estos abusos reaccionando con los derechos de su propia imagen.
Que los “derechos de imagen” disparan los costes y “hace que la producción de un festejo sea, en muchos casos, económicamente insostenible”, pues seguramente sí, pero no entiendo que esto sea culpa del aficionado (consumidor) o tengamos que ver con este negociado.
Verán, queridos y sufridos aficionados, así es como yo veo esto.
Los festejos taurinos son un espectáculo y, los aficionados y espectadores, lo consumen pagando lo que las empresas organizadoras estiman que debemos pagar por las entradas.
Si nos place o podemos pagarlas, vamos al festejo, si no, pues nos quedamos en casa. Que en casa podemos ver el festejo por televisión pública (no de pago), pues perfecto, el festejo televisado está incluido en la parte alícuota que pago de impuestos. Que quien televisa es una televisión, plataforma o red social, que cobra, (pay per view), pues si puedo pagarla, me apunto, y si no, me aguanto.
Lo que pretendo decir con todo esto es que la ley de la oferta y la demanda es lo que define el mercado libre, por consiguiente, el mercado del toro bravo debe regularse por sí mismo.
Los profesionales con sus asociaciones y toda esa parafernalia político social son los que deben ofrecernos a los aficionados el producto atractivo para comprarlo, y los aficionados (consumidores), compraremos o no según lo que nos ofrezcan.
Así es como creo que debe ser la cosa.
El aficionado no debe ser salvador de un negocio que los “profesionales” no han sabido defender, es más, casi siempre han ido en contra del aficionado, y ante tamaña injusticia lo mejor es que el mercado taurino se regule por sí solo, y el único compromiso del “paganini” de este espectáculo, es defenderlo con la compra de sus boletos o suscripciones, en función de lo que las empresas ofrezcan, todo lo demás es cosa del mercado libre y no intervencionista.
¡Aquí paz y allí gloria!