30 enero 2006

LA COL Y LA PRINGÁ

LA COL Y LA PRINGÁ
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Tribuna de Salamanca

Paco es orondo y soltero, si tuviera bigote y patillas corridas en forma de hacha con las gafas que usa sería la figura decimonónica de un Cánovas al uso. Malagueño y exquisito como la cerveza que se llamó Victoria es Paco. Sólo le falta usar cuellos postizos, reloj al chaleco, calcetas y lucir bastón. De la exquisitez de Paco dan buena cuenta sus amigos de entre los que me cuento desde hace un par de años cuando nos conocimos en la feria de Málaga. Amigo de lo bueno en la mesa, en el ruedo y en la cama, de entre sus virtudes exquisitas tiene la de ser un perfecto cocinero.
La opinión de Paco es que la Col tiene que ser de mediano peso, ni muy verde ni muy madura para que al punto de cocción no pierda las propiedades que en ese potaje malagueño adquieren desde que el Mediterráneo es mar. El condimento justo y el pimentón de Extremadura, con su poquita sal y algunos tropiezos de garbanzos, no muchos para que el vulgo no los considere callos. Y vamos a la Pringá que es lo fuerte de la cochura. Que si unos choricitos, que si unas morcillitas, que si su buen trozo de magro y que no le falten las costillitas. El magro de enfrente, las costillas de "ca" Juana y por exquisito y exigente, de Arriate que dice la gente lo que es el referente, los chorizos y morcillas. A la hora de servir la cosa tiene que ser: lo primero la Col con su riego y si lo siente, la guindilla, y lo segundo la Pringá con todo y de todo con un poco de Manzanilla y ya está.
Paco de lo bueno habla y habla con parecer y criterio, y mientras se come se habla y se habla del toreo y de lo bueno, como bueno hubo algún ganadero que por nombre señero y retrechero llevaba el de Manuel García – Aleas Gómez, un ganadero de pro y también buen escritor. Para este ganadero el criar toros es como a Paco cocinar las coles. La cosa tiene su preparación en la difícil selección del toro de lidia. Igual que Paco, Aleas estimaba que así como los mecánicos trabajan sobre objetos, los ganaderos intervienen en la vida de un ser vivo y "si sumando, multiplicando, elevando o contrariamente, restando, dividiendo..." fracasas te cargas la ganadería, y las coles, si aciertas has de mantenerla y el mismo sabor en las coles no siempre es posible aunque con pericia las más de las veces sí.
Paco sabe lo difícil del proceso, la cocción ha de ser lenta para que sea buena y Aleas también lo sabía, porque la vaca pare por vez primera a los tres años y es esta crianza, en contra de lo que pudiera parecerle a los hortelanos, desesperante, porque solo "a través de varias generaciones de ganaderos pueden llevarse a cabo grandes reformas". Pero a Aleas le ocurre algo que no le inquieta a Paco; Las coles malagueñas se cocinan como se cocinan y no pueden ser de otra manera, salvo contadas fruslerías que no alteran la verdad del puchero de col; A los toros del ganadero Aleas le pusieron una coletilla que sin duda se ganaron, o no se la merecieron, o sí: los de Aleas ni los veas. Decía el ganadero que el de bravo estaba sujeto a las modas "que aunque parece impropio la moda también invade el arte, y como el toro es para lidiarse y la lidia cambia temporalmente, el toro ideal de ayer no es el mismo de hoy, y no sabremos lo que habrá que hacer mañana". Pero aun siendo las anteriores dificultades para la urdimbre de la selección en la bravura y en el buen potaje hay aún dos dificultades mayores para ambas artes: la bravura y la resistencia. Aleas decía que "de poco sirve que el toro sea bonito si no es bravo, y de poco sirve que sea bravo si no puede desarrollar la bravura". Paco que sabe un rato de selección hortícola dice que no sirve de nada que una col sea bonita si no se le da el temple exacto en el fuego y que una Pringá no es Pringá, si morcilla, costilla, su magro y chorizo, como su propio nombre indica, no pringan.
Ambos protagonistas coinciden además en otra teoría, en que el método de selección seguido hasta ahora para la selección del toro de lidia ha sido... "basado en el principio de que semejantes engendran semejantes; esperar ganando probabilidades, nunca seguridad". En la Col y la Pringá el método de seleccionar es: una col semejante a la anterior no falla, igual que no falla que el magro se compre ahí enfrente, las costillas de ca Juana y por exquisito y exigente, en Arriate, de referente, chorizos y morcillas que es lo otro que contiene.

23 enero 2006

EL DOCUMENTO

EL DOCUMENTO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Tribuna de Salamanca

En fin, no es por echar leña al fuego del asunto de los papeles del archivo que con tanta crispación estos chicos del gobierno han empeñado su voluntad.
De sobresaltos y crispaciones urdimos diariamente la historia reciente de nuestros días y por eso creo oportuno, tratándose de papeles como se trata, añadir, a la buchaca del recuerdo de la historia taurina un documento que por su importancia serviría a los estudiosos ratones de biblioteca, un camino en la búsqueda del origen de las corridas de toros.
El documento que Anastasio Rojo encontró hace algunos años se fechó a mediados del siglo XVII, en 1663, y en el se pone de manifiesto que eso de cerrar contratos por las gentes del toro con un apretón de manos, no era exactamente en todos los casos, y otra cosa, que si no se firmaban con más frecuencia es porque la mayor parte de la gente no sabia leer ni escribir con lo que no quedaba más remedio que echar mano de la palabra.
Según Rojo, Alonso de Velarde, que era el encargado de organizar la corrida de toros y que pertenecía a la Cofradía de la Pasión vallisoletana, citó al primer espada Pedro Morcillo y a los segundos espadas, Pedro Nieto y Andrés Serrano para firmar el contrato de celebración de una corrida de toros en la Plaza Mayor para que torearan haciéndolo a pie y para que pusieran banderillas, cosa que por esos días bebía ser novedad por considerarse suerte distinta y arriesgada que aún estando dentro del toreo a pie era una variante más peligrosa pues necesitaba de más aproximación al toro. Al parecer esta suerte ya se había hecho con anterioridad en otras fiestas, gustó, y ese fue el motivo por el cual se especificaba en el contrato. Dice Rojo que de los tres, solo estuvo presente en la firma Morcillo, que para eso era el importante, y que Velarde dio fe de que este no lo firmaba porque no sabía escribir.
La importancia del documento viene a darnos la idea de que no fue con la casa de los Borbones y su desinterés por las justas de toros lo que hizo que los chulos tomaran las riendas del toreo y pasara de ser de a caballo a ejecutarse a pie. Lo que nos sumerge de lleno en el reinado de la casa de los Austrias.
Ciertamente la cosa no es de un día para otro y con lógica es de suponerse que la cosa no vino de la desidia borbónica aunque fuera en este tiempo donde el toreo a pie tomó más auge, sino de la decadencia de un reinado que comenzó con Felipe IV afrontando entre otras cuestiones una recesión económica con cuatro bancarrotas de la Real Hacienda: 1627, 1647, 1656 y 1662, que provocaron subidas de impuestos, retención de las remesas que llegaban de América y que, en fin, con tanto malestar, originaron revueltas contra el centralismo castellano, por ejemplo la de los catalanes.
En los últimos años del reinado de Felipe el Grande que murió en 1665 y recordemos que nuestra corrida se ajusta en 1663, la Monarquía está en crisis y cuestionada por los sectores sociales y para colmo comienza a ser el principio del fin del imperio perdiendo la hegemonía española en Europa, lo que importaba bien poco a una población pobre que miraba y guardaba sus miserias como podía.
No nos costará pues trabajo imaginar que en aquellos últimos convulsivos años de la monarquía felipista los nobles caballeros perdieran el interés por las justas de toros ya que otras cosas más importantes lo distraían, como pasarse todo el tiempo criticando al rey; y que fueran tomando por tanto protagonismo los auxiliares de los caballeros, el pueblo de a pie, que si bien no podía mangonear sí podía divertirse como le viniera en gana, culminando esta especie de usurpación del divertimento del noble y tomando más hegemonía en tiempos borbónicos.

16 enero 2006

LA SOMBRA DE CARO

LA SOMBRA DE CARO
En la retirada de Cepeda
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Tribuna de Salamanca

Siento muy bien lo que dice Fernando Cepeda. La ilusión perdida es la sombra de la tristeza y Fernando siempre pareció desde fuera un torero triste, melancólico, pero de aquellos hombres decimonónicos precipitados en la melancolía del amor, del amor por algo que no se materializaba. Hombres grandes de espíritu pero flojitos de fuelle que en contradictorios amores se venían abajo. Igual que Cepeda en el toreo. Un torero grande para plazas grandes, un torero de temporadas cortas pero intensas que no buscaba orejas, sin embargo las necesitaba, ni se prodigaba demasiado y sin embargo necesitó torear más para no entrar en la melancolía.
Fernando Cepeda es un torero de sombras, las que se proyectan en el ruedo por su toreo y las que sobre él proyectan los que lo quisieron y confiaron en él.
Angel Caro siempre confió en este torero sevillano, cuando alguien le ponía un pero espetaba con arrogancia sevillana "pero es un gran torero del que nadie olvida la cadencia de su capote, ni la buena faena bien estructurada y desarrollada".
Antes que la sombra de Angel fue la sombra de Pepe Camará que lo llevó a debutar con picadores a Córdoba en el 87 y luego le apañó la alternativa y confirmación en Madrid en mayo de ese mismo año, bien colocado, como sólo los Camará saben hacer las cosas, con Toros de Torrealta y uno de Carmen Ordoñez, de padrino Rafael de Paula y de testigo José María Manzanares, aquella tarde fue ovacionado en el toro del doctorado y le cortó la oreja al que cerró plaza, uno que se llamaba Carnavalesco.
Hubo otra sombra quizás menos alargada pero por ello no menos sombra, la de Rafael Roca aquel torero y taurino sevillano, que le acompañó la temporada del 97 y del que Fernando dijo que había decidido que fuera su apoderado porque tenía mucha ilusión en su toreo. ¡Otra vez la ilusión!
Siente Fernando estas perdidas que le hacen entrar en tristeza esa misma que alargada es como las sombras de los dos amigos idos y que proyectadas en su capote alargan el lance hasta el infinito o eso creíamos porque ya sin ilusión el lance se recorta como en media verónica magistral.
Sin embargo la sombra de Caro es más alargada porque sencillamente fueron más años. Todos juntos, en las sombras y en las luces, en la penumbra de la habitación, en los momentos que Madrid enloqueció con su toreo y que Sevilla lo llamó torero de estilo. Angel diría un torero elegante.
El estilo es la manera, la forma que tiene el artista de expresar lo que hace, de decir su obra, su toreo. En el toreo el torero llamado de estilo se diferencia de los otros por el método aplicado siempre a favor de los cánones, siempre en busca de la pureza. Los toreros estilistas son pocos, casi en cada época se cuentan con los dedos de una mano, y su toreo está entre las aguas que manejan los artistas y las de los que basan su toreo en la técnica.
Siento muy bien lo que dice Fernando Cepeda de que ha perdido la ilusión pero más lo siento como aficionado porque en verdad los toreros como él, de los estilistas, son toreros siempre deseados y esperados por el aficionado sensible. Por eso te extrañaremos Fernando, por tu estilo, por tu elegancia y por tu melancolía. ¡Ojalá que en tu vida, hagas lo que hagas a partir de ahora las sombras se diluyan al amanecer!

10 enero 2006

EL APODO NO HACE AL MONJE

EL APODO NO HACE AL MONJE
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Tribuna de Salamanca

Uno de los dramas más trágicos que soporta el periodista taurino es el de la sublevación de su propio ego, lo que le lleva en gran medida a verse dominado por un exagerado sentido narcisista y consecuentemente a errar más que a acertar en sus juicios. En cualquier caso, bien entendido, el juicio de un periodista taurino es un capricho que más veces que menos deberíamos reprimir, pero ¿Quién es capaz de no sentirse un poco pitoniso en este mundo taurino que más que ninguno es el de la suerte? ¡Vanidades humanas de las que ningún mortal estamos exentos!
Acabamos de tener noticias de esa gran oportunidad novilleril que se ha celebrado en la plaza de toros de Vistalegre felizmente rescatada como plaza de segunda en un mundo de primera, donde se pueden permitir el lujo, ¡gracias a Dios!, de promocionar y ofertar lo que en Las Ventas debe ponderarse. De esa oportunidad salen nombres de posibles figuras del toreo teniendo pues Vistalegre la suerte de llegar a ser cantera de toreros.
"Vista Alegre una cantera inagotable" la llamó en el año 1959 el critico de turno del ABC Antonio Ródenas. Es decir como el que no quiere la cosa en mitad del siglo pasado.
Tampoco se libró este critico taurino de su pequeño ataque de vanidad del que no sabremos si fue un fiel reflejo de las verdaderas sensaciones que del publico cuenta o un recurso literario demeritando un aspecto del torero para resaltar otro y posicionarlo como más importante.
Verán. El domingo 15 de marzo del año de nuestro señor de 1959 se presentó en aquella plaza de Vista Alegre, junto a los novilleros Antonio Hurtado y Paco Herrera, (aquel torero que llegó a ser alcalde gilista de un pueblo de la provincia de Málaga donde nació Infante, Blas, profeta de la patria andaluza, Casares), un mozalbete apodado El Viti. El crítico de turno escribió en el ABC de esos días:
"La verdad es que taurinamente El Viti no nos decía nada. Yo al menos no tenía el más ligero antecedente de su historia torera. El sobrenombre era para tomarlo a chufla y la gente estaba predispuesta al jolgorio cuando El Viti se plantó ante el novillo que abría plaza y con mucho temple, quietud y mando ejecutó unos lances muy buenos. Los espectadores cambiaron el derrotero de la chufla por el de los aplausos que se hicieron más cerrados en las dos faenas de muleta, rebosantes de serenidad y buen estilo. Coronó su labor el de Vitigudino con sendas estocadas que le valieron también una oreja de cada una de sus reses. Está claro que el apodo, por feo que sea, no tiene nada que ver con la calidad del torero. Hay muchas mujeres que a pesar de llamarse Nicasia son guapísimas. Excelente impresión la que dejó este muchacho en las masas".
Como comprenderán nada más tengo que añadir sobre lo que significó Santiago Martín "El Viti" para la tauromaquia de la segunda mitad del siglo pasado, salvo que ahora que estamos en un nuevo año, desearle larga vida a su majestad.

05 enero 2006

CURSILERIAS Y RATIMAGOS

CURSILERIAS Y RATIMAGOS
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Tribuna de Salamanca

Así es como denominaba Antonio Díaz Cañabate al toreo de las tonterías y al leerlo me doy cuenta que siempre somos unos pocos los que con más o menos acierto, a lo largo de la historia del periodismo taurino, hemos intentado resaltar y recuperar el toreo bueno y criticar lo malo que se hace en esta profesión. Los mamamelones de algunos plumillas, sobrecogidos y burriciegos, tiran más a bailarle el agua a los cursileros y denominan a estos efectos especiales del toreo propios de la personalidad de los toreros. Bien. Nada que discutir. Ca uno es ca uno y no se le puede pedir peras a un olmo. Por eso en la crónica de una novillada celebrada en Madrid que se publicó en ABC el martes 17 de marzo de 1959, Cañabate traslada el siguiente sucedido "Viruta... abandonó sus buenas intenciones e intentó los ratimagos. Una corta parte del publico se le echó encima y el intento quedó frustrado... (¿les suena algo con lo que sucede hoy en Las Ventas?)... en un tendido de sol una voz chilló: ¿qué pitan esos si el chico está muy bien? Y otra voz le acalló: ¡Cállate algarrobo! Lo primero que tiene que hacer es torear y luego adornarse si viene a cuento".
Es fundamental la personalidad del torero y no traicionar esa personalidad porque sino la cosa queda en cursilería.
Esta temporada del 2005 con el capote hemos visto ratimagos odiosos, no se ha toreado a la verónica, lance puro donde los halla y se ha abusado de la cursilería capoteril en laces de alivio y efectistas. Evidentemente no hay nada nuevo bajo el sol porque Cañabate ya hablaba de esto: "Lo que me gustó de su labor... (de Viruta)... fue la manera de recoger al tercero con la capa, echándole la pierna adelante y cargando la suerte con mucha eficacia y vistosidad. ¡Ahí está la verdad...!" y añadía Díaz Cañabate: "¡Peste de Chicuelinas que no descansan una sola corrida!".
Pero lo más significativo que me reporta la lectura de este articulo publicado hace la friolera de 46 años largos es que ya entonces este prestigioso critico aportaba una idea que muchos defendemos en contra de lo que opinan algunos "sobrecogidos" periodistas y la gran parte de los profesionales de este negocio: que el publico es soberano y manda, por lo que en la opinión de estos batracios si el publico demanda cursilería y ratimagos hay que dejar la fiesta ir como va. Es por eso por lo que viene al pelo, la esperanza que ponía el critico de ABC en aquellos tiempos y que en verdad se quedó en agua de borrajas: "...Estoy atento a las reacciones del publico... porque estimo que en sus manos se encuentra la posibilidad de terminar con el toreo negativo que se inició muy poco después de 1939, y que ha ido deslizándose, casi sin pausa, hasta la actual aberración. La desviación, el error en el que se desenvuelve actualmente la fiesta, solo puede vencerlo el publico. Hasta ahora el publico ha hecho coro a las exageraciones panegiristas de una propaganda desbordada, a las cursilerías y ratimagos que se ejecutan en el ruedo y hasta las lacras con las que se ha mancillado la fiesta..."
Creo que para este fin de año basta. El próximo ya veremos.