Diego Ventura
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Málaga, 19 de agosto. PABLO HERMOSO Y DIEGO VENTURA ACABAN CON EL CUADRO.
El nivel de exigencia al rejoneo de estos dos rejoneadores no tienen limite definido. Salvo tardes aciagas, que todo ser viviente tiene, lo importante es lo que se deja escrito en la arena de una plaza a golpe de casco, toque de espuela y mando en la boca de los caballos que montan, enseñan y desarrollan estos dos virtuosos del arte de Cañero. La página escrita por estos dos toreros a caballo, esta tarde en la Malagueta, ha alcanzado un nivel inimaginable por mucho vídeo, y mucho recuerdo del que tiremos. El estellés pisó terrenos difíciles con Icaro cuando puso dos banderillas que se grabaron en la retina para siempre. Pero fue en el cuarto cuando una sinfonía de elegancia, de gloria y de poderío brilló en Málaga. Estella es una yegua elegante con la que paró al toro con dos suaves rejones de castigo, con temple en la grupa, con paso firme y tranco largo al ser requerida por el jinete. Pablo elevó a gloriosa categoría, montado en Chenel, los cambios, las formas, el temple y la doma de los caballos. Ligar en el más inexplicable terreno por corto y estrecho, tres o cuatro cambios, era impensable ayer, pero hoy fue realidad. No cabe más, no puede ser más, y cada vez que esto decimos, Hermoso de Mendoza nos contradice, inventa y demuestra que el toreo a caballo (antes se rejoneaba) principia en él, y continua en él.
No pude ni debe haber polémica entre estos dos rejoneadores, Entre Pablo y Diego. No debe pues ambos son complementarios, sobre todo desde que Diego ha dejado las tonterías y se ha puesto a torear. Se complementan en el nivel alto de exigencia que hoy se le pide a la doma de un caballo y en el acto del toreo, que hoy le pedimos a los rejoneadores, y que es así por cuanto Hermoso nos enseñó otra dimensión que complementa Ventura. Y es así como debe ser pues eso asegurará la perdurabilidad de la obra.
Ventura alcanzó con Nazarí soberbios momentos de temple y de buen toreo. Paró con Girasol como si se tratara de hacer oficio de lo que antes era un trámite. Hilvanó cambios. Pisó terrenos difíciles, y enamoró al personal con ese dominio de exquisita monta. Al quinto lo descabello desde el caballo, Califa su nombre, con el riesgo y tensión que suponen para el animal, al que la difícil facilidad de la doma, le hacia aguantar con los cuernos pegados al estribo derecho, tensionada su boca con la mano del jinete, y sus patas temblorosas, preparadas para que a la orden, se abandonara aquel terreno, tan hostil para el noble bruto. Acertó al segundo intento.
Se diría que una vez que Ventura y Hermoso habían acabado con el cuadro, el convidado de piedra sería Leonardo Hernández, el sin zahones. Y si se dijo, se dijo bien, porque ya todo lo que hizo el chaval estando dentro de la corrección, no tuvo la importancia de los trasteos anteriores. Pensábamos que Leonardo completaba un cartel serio e importante, pero Leonardo no ha dado la talla. Despegadito en los embroques, arrimando poco estribo, haciendo sangre en los flancos, y matando mal. Al sexto le arreó un rejón de castigo en los bajos que le hizo perder mucha sangre y que el animal, el de mas viaje de todos, se acabara pronto. La oreja concedida fue más bien regalada para que los intervinientes empataran a trofeos.
Ana María Romero, la presidenta, fue abroncada porque no quiso conceder la segunda oreja a Ventura. Estaba en su derecho. Primero porque esa concesión es potestativa de la presidencia, y segundo porque el nivel de exigencia que se le pide a los matadores de a pie, también debe pedírsele a los de a caballo suponiendo que los profesionales mismos quieran valorar este arte, y suponiendo que el mismo publico quiera valorar el rejoneo y la plaza de Málaga, un empeño irrenunciable entre los que pedimos su dignificación. Al margen de hoy, con una muy correcta dirección del espectáculo desde el palco, Ana María Romero ha echado una feria muy digna, muy seria, muy responsable y sobre todo ha conseguido valorar una plaza que nadie nos creíamos de primera. Si este va a ser el camino tendrá muchos apoyos para conseguir ese fin de la dignificación del coso.
Quizás halla sido cuestión de mala suerte, pero ya le pasó la anterior feria y esta. Ildefonso del Olmo ha pechado con las tardes más complicadas en los corrales y en el palco, o quizás su criterio y el de su equipo difiera sustancialmente del de Ana María. Seria conveniente reflexionar al respecto para unificar criterios, y remar todos en la misma dirección.
La corrida del Niño de la Capea con sus tres hierros Carmen Lorenzo, San Mateo y San Pelayo bien presentada, algo más despuntados los cuernos, que dieron buen juego en líneas generales.
Como nota curiosa añadir que Puyana arrancó a tocar la música en el segundo rejón de castigo del tercer toro.
¡Aquí paz y allí gloria!
Onda Cero Radio
Málaga, 19 de agosto. PABLO HERMOSO Y DIEGO VENTURA ACABAN CON EL CUADRO.
El nivel de exigencia al rejoneo de estos dos rejoneadores no tienen limite definido. Salvo tardes aciagas, que todo ser viviente tiene, lo importante es lo que se deja escrito en la arena de una plaza a golpe de casco, toque de espuela y mando en la boca de los caballos que montan, enseñan y desarrollan estos dos virtuosos del arte de Cañero. La página escrita por estos dos toreros a caballo, esta tarde en la Malagueta, ha alcanzado un nivel inimaginable por mucho vídeo, y mucho recuerdo del que tiremos. El estellés pisó terrenos difíciles con Icaro cuando puso dos banderillas que se grabaron en la retina para siempre. Pero fue en el cuarto cuando una sinfonía de elegancia, de gloria y de poderío brilló en Málaga. Estella es una yegua elegante con la que paró al toro con dos suaves rejones de castigo, con temple en la grupa, con paso firme y tranco largo al ser requerida por el jinete. Pablo elevó a gloriosa categoría, montado en Chenel, los cambios, las formas, el temple y la doma de los caballos. Ligar en el más inexplicable terreno por corto y estrecho, tres o cuatro cambios, era impensable ayer, pero hoy fue realidad. No cabe más, no puede ser más, y cada vez que esto decimos, Hermoso de Mendoza nos contradice, inventa y demuestra que el toreo a caballo (antes se rejoneaba) principia en él, y continua en él.
No pude ni debe haber polémica entre estos dos rejoneadores, Entre Pablo y Diego. No debe pues ambos son complementarios, sobre todo desde que Diego ha dejado las tonterías y se ha puesto a torear. Se complementan en el nivel alto de exigencia que hoy se le pide a la doma de un caballo y en el acto del toreo, que hoy le pedimos a los rejoneadores, y que es así por cuanto Hermoso nos enseñó otra dimensión que complementa Ventura. Y es así como debe ser pues eso asegurará la perdurabilidad de la obra.
Ventura alcanzó con Nazarí soberbios momentos de temple y de buen toreo. Paró con Girasol como si se tratara de hacer oficio de lo que antes era un trámite. Hilvanó cambios. Pisó terrenos difíciles, y enamoró al personal con ese dominio de exquisita monta. Al quinto lo descabello desde el caballo, Califa su nombre, con el riesgo y tensión que suponen para el animal, al que la difícil facilidad de la doma, le hacia aguantar con los cuernos pegados al estribo derecho, tensionada su boca con la mano del jinete, y sus patas temblorosas, preparadas para que a la orden, se abandonara aquel terreno, tan hostil para el noble bruto. Acertó al segundo intento.
Se diría que una vez que Ventura y Hermoso habían acabado con el cuadro, el convidado de piedra sería Leonardo Hernández, el sin zahones. Y si se dijo, se dijo bien, porque ya todo lo que hizo el chaval estando dentro de la corrección, no tuvo la importancia de los trasteos anteriores. Pensábamos que Leonardo completaba un cartel serio e importante, pero Leonardo no ha dado la talla. Despegadito en los embroques, arrimando poco estribo, haciendo sangre en los flancos, y matando mal. Al sexto le arreó un rejón de castigo en los bajos que le hizo perder mucha sangre y que el animal, el de mas viaje de todos, se acabara pronto. La oreja concedida fue más bien regalada para que los intervinientes empataran a trofeos.
Ana María Romero, la presidenta, fue abroncada porque no quiso conceder la segunda oreja a Ventura. Estaba en su derecho. Primero porque esa concesión es potestativa de la presidencia, y segundo porque el nivel de exigencia que se le pide a los matadores de a pie, también debe pedírsele a los de a caballo suponiendo que los profesionales mismos quieran valorar este arte, y suponiendo que el mismo publico quiera valorar el rejoneo y la plaza de Málaga, un empeño irrenunciable entre los que pedimos su dignificación. Al margen de hoy, con una muy correcta dirección del espectáculo desde el palco, Ana María Romero ha echado una feria muy digna, muy seria, muy responsable y sobre todo ha conseguido valorar una plaza que nadie nos creíamos de primera. Si este va a ser el camino tendrá muchos apoyos para conseguir ese fin de la dignificación del coso.
Quizás halla sido cuestión de mala suerte, pero ya le pasó la anterior feria y esta. Ildefonso del Olmo ha pechado con las tardes más complicadas en los corrales y en el palco, o quizás su criterio y el de su equipo difiera sustancialmente del de Ana María. Seria conveniente reflexionar al respecto para unificar criterios, y remar todos en la misma dirección.
La corrida del Niño de la Capea con sus tres hierros Carmen Lorenzo, San Mateo y San Pelayo bien presentada, algo más despuntados los cuernos, que dieron buen juego en líneas generales.
Como nota curiosa añadir que Puyana arrancó a tocar la música en el segundo rejón de castigo del tercer toro.
¡Aquí paz y allí gloria!
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