MIL MULETAZOS Y NI UN OLÉ

SEGUNDA CLASE PRACTICA. Málaga 7 de agosto de 2008.

Erales de CAMPO AMOR desiguales de presentación, en general mansurrones pero que se dejaron. THOMAS BOURNEL “TOMÁS” de Nîmes, golletazo, ovación. MANUEL DIAS GÓMES, de Vilafranca de Xira, estocada que provoca derrame, oreja. RAÚL CÁMARA “CAÑERO” de Colmenar Viejo, tres pinchazos, una tendida, aviso, descabello, se echa, ovación. THOMAS DUFAU de Nîmes, pinchazo, estocada, ovación. SERGIO BLANCO de Madrid, pinchazo hondo bueno, oreja. SANTI MARIO de Beziers, tendida caída, ovación.
En los tendidos mucho profesional joven, a la familia Vega se unían David Cano, Ismaél Cuevas, El Dani, y El Gastoreño.

MIL MULETAZOS Y NI UN OLÉ
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

Me alababa Curro Vega, ese sacrificado padre, que faltándole lo principal en una familia, supo sacar adelante a todos sus hijos y darles estudios de torería, mi asistencia a estas clases, porque conocía bien como iba esto. Curro me había visto andar alrededor de los chavales de una incipiente escuela que comenzó Gaspar Jiménez y continuó Manolo Ortíz, saliendo de ella Javier Conde, Ricardo Ortíz, Juan José Trujillo, Paquito Arijo, Mari Paz Vega, entre otros que hoy más o menos se ganan la vida alrededor del toro. Pero mi apreciado Curro Vega, las cosas han cambiado mucho en el toreo.
En la primera clase practica veíamos detalles de algunos novilleros. Sarriá, Cortés, López. Hoy habrán pegado entre todos mil muletazos y no ha habido ni un olé, de esos que cuando suenan en La Malagueta, se cae Gibralfaro. Pero no pasa nada, alguno de los profesores incluso le habrá dicho a algún alumno aquello de “bien chaval, bien”
Con estos chavales de hoy pocos cestos podremos hacer en la tauromaquia, y sin negarles la voluntad y las ganas, se ve que ninguna de las dos actitudes las encaminan hacia el progreso en sus estudios académicos.
Como ejemplo el de Beziers que no tiene ni idea de manejar los engaños y aunque molestó el viento no se acoplo con el novillo. O el otro francés, Tomás, que pegó doscientos muletazos sosos, eso sí cambiarse la muleta de mano lo hace de miedo. O la porfía de Dufau que tuvo la mala suerte de ser arrollado por el novillo de una forma indecorosa para su nariz gala, a partir de lo cual ya todo fue un desorden. O los enganchones que sufrió el portugués del novillo más codicioso del encierro. O las manos de mantequilla que exhibió Cañero que tampoco se acopló con el novillote. O en fin, los errores en la distancia y en la colocación del madrileño blanco, si bien usa la muleta con trazos aceptables.
Deseo firmemente que este no sea el futuro, y confío con vehemencia en que aún esté por construir.
¡Aquí paz y allí gloria!