De Izquierda a derecha: Manolo Vázquez, Ruíz Miguel, Domingo Ortega y Marcial Lalanda
Pepe Pastor me recordaba esta misma semana en una entrevista en la radio que Marcial Lalanda fue un visionario. Algunos meses antes de morir, en un programa de la entonces mejor televisión de España, habló de que en la fiesta habían mandado todos los estamentos: Ganaderos, toreros, empresarios, público, apoderados, y luego con gran clarividencia dijo que quien sabía si en un futuro mandarían los políticos. España estaba entonces en plena transición política.
No estoy seguro de que la fiesta haya ganado con el intervencionismo de los políticos, y no lo afirmo pues el control sobre algunos desmanes solo podía partir del que legisla. Puche que acaba de llegar a esto me llegó a decir que quien debe manejar la fiesta son los protagonistas de la misma. Puche obviamente se sube al carro de lo que le están enseñando sus socios toreros.
Hierro de Miura
Ya hubo en los años noventa, propiciado por las grandes familias taurinas, un intento de autorregulación de la fiesta. Ellos mismos se harían los reglamentos y ellos mismos se sancionarían. O mejor, lo dicho por Miura, que el mejor reglamento es el que no existe. La idea era quitar a los policías de los palcos y dirigir ellos el espectáculo. Seis siglos después lo han conseguido en cubierto. Han engañado a los políticos que se han dejado. Les han sacado subvenciones para montar festejos en nombre de la igualdad territorial. El argumento es que el mismo derecho tiene en Pegalajar que en Madrid a ver a José Tomás.
Balañá hijo.
Carlos Urquijo, el que puso en boca de todos el encaste Murube, dijo a Navalón... “Yo no voy a pedir subvenciones para las corridas ni tratos de favor, pero por lo menos, que no graven tanto a las corridas o que nos equiparen en protección al fútbol, para que tengan apoyo los que empiezan y se cuide la continuidad de una cosa que solo la tenemos nosotros...”
La fiesta moderna lo es en parte porque se ha subvencionado demasiado y se ha legislado mal.
En los pueblos, plazas portátiles y de tercera categoría, por lo general los reglamentos no se cumplen, pero los alcaldes si dan dinero para los montajes de los taurinos que ofrecen más que corridas de toros, números de circo con toreros figuras del corazón cuya cobardía osa el insulto, ya que prefieren plazas de pueblo a compromisos serios durante la temporada. Con ganado impresentable, barato y capitidisminuido.
Los taurinos de la democracia reclamaron a la administración, a los políticos, su participación en la fiesta y ellos lo hicieron con dinero, pero no con el compromiso valiente de defenderla ante las agresiones de los animalistas.
Los políticos en general debería ser más valientes para con sus administrados, sobre todo, por el respeto que merecen unos hombres que para hacer felices a otros, se juegan la vida.
La Delegada del Gobierno de La Junta, María Gámez, la segunda por la derecha.
Se reglamenta primero con normas para cada plaza y después para el conjunto del territorio. Pero no siempre ha legislado a acorde con las necesidades. Los reglamentos llegaron tarde, aunque quizás por eso llegaron, al abuso de lidiar el utrero por el cuatreño y el desmochado por el de en puntas. Al abuso del famélico por el de 500 kilos, y de los puyazos asesinos a las rayas y las tres entradas. Llegó tarde a legislar cuando a algunos críticos de los años 60 y 70 se les caían los dedos de escribir, y la lengua de hablar, en contra del fraude que el apoderado de Manolete introdujo.
Entonces la autoridad era autoridad porque era autoritaria. Cuando dejó de serlo se dieron cuenta que en el país de las leyes para todo, faltaba una que pusiera nombre a los delitos contra el toro y cuantificara las faltas. Hasta ahí bien pero…
Pepe Pastor me recordaba esta misma semana en una entrevista en la radio que Marcial Lalanda fue un visionario. Algunos meses antes de morir, en un programa de la entonces mejor televisión de España, habló de que en la fiesta habían mandado todos los estamentos: Ganaderos, toreros, empresarios, público, apoderados, y luego con gran clarividencia dijo que quien sabía si en un futuro mandarían los políticos. España estaba entonces en plena transición política.
No estoy seguro de que la fiesta haya ganado con el intervencionismo de los políticos, y no lo afirmo pues el control sobre algunos desmanes solo podía partir del que legisla. Puche que acaba de llegar a esto me llegó a decir que quien debe manejar la fiesta son los protagonistas de la misma. Puche obviamente se sube al carro de lo que le están enseñando sus socios toreros.
Hierro de Miura
Ya hubo en los años noventa, propiciado por las grandes familias taurinas, un intento de autorregulación de la fiesta. Ellos mismos se harían los reglamentos y ellos mismos se sancionarían. O mejor, lo dicho por Miura, que el mejor reglamento es el que no existe. La idea era quitar a los policías de los palcos y dirigir ellos el espectáculo. Seis siglos después lo han conseguido en cubierto. Han engañado a los políticos que se han dejado. Les han sacado subvenciones para montar festejos en nombre de la igualdad territorial. El argumento es que el mismo derecho tiene en Pegalajar que en Madrid a ver a José Tomás.
Balañá hijo.
Carlos Urquijo, el que puso en boca de todos el encaste Murube, dijo a Navalón... “Yo no voy a pedir subvenciones para las corridas ni tratos de favor, pero por lo menos, que no graven tanto a las corridas o que nos equiparen en protección al fútbol, para que tengan apoyo los que empiezan y se cuide la continuidad de una cosa que solo la tenemos nosotros...”
La fiesta moderna lo es en parte porque se ha subvencionado demasiado y se ha legislado mal.
En los pueblos, plazas portátiles y de tercera categoría, por lo general los reglamentos no se cumplen, pero los alcaldes si dan dinero para los montajes de los taurinos que ofrecen más que corridas de toros, números de circo con toreros figuras del corazón cuya cobardía osa el insulto, ya que prefieren plazas de pueblo a compromisos serios durante la temporada. Con ganado impresentable, barato y capitidisminuido.
Los taurinos de la democracia reclamaron a la administración, a los políticos, su participación en la fiesta y ellos lo hicieron con dinero, pero no con el compromiso valiente de defenderla ante las agresiones de los animalistas.
Los políticos en general debería ser más valientes para con sus administrados, sobre todo, por el respeto que merecen unos hombres que para hacer felices a otros, se juegan la vida.
José García, inspector de policía, que fue presidente de la plaza de Almería, sostiene que fueron los taurinos, perdidos y desbordados, los que pidieron la presencia de la justicia en la fiesta. Se trataba de poner orden en los desmanes pasionales del pueblo contra el toro y contra el torero. Y entonces la fiesta se reglamenta.
La fiesta sin petoSe reglamenta primero con normas para cada plaza y después para el conjunto del territorio. Pero no siempre ha legislado a acorde con las necesidades. Los reglamentos llegaron tarde, aunque quizás por eso llegaron, al abuso de lidiar el utrero por el cuatreño y el desmochado por el de en puntas. Al abuso del famélico por el de 500 kilos, y de los puyazos asesinos a las rayas y las tres entradas. Llegó tarde a legislar cuando a algunos críticos de los años 60 y 70 se les caían los dedos de escribir, y la lengua de hablar, en contra del fraude que el apoderado de Manolete introdujo.
Entonces la autoridad era autoridad porque era autoritaria. Cuando dejó de serlo se dieron cuenta que en el país de las leyes para todo, faltaba una que pusiera nombre a los delitos contra el toro y cuantificara las faltas. Hasta ahí bien pero…
Noticia de la muerte de Montoliú
En nada mejoró, es más, el año que se estrenaba el nuevo peso del caballo de picar, el caballo de la raza no traccionaria, y la nueva puya, a primeros de mayo de 1992 Montoliú muere en la plaza de Sevilla y entre la confusión de la tarde los picadores, puyas en alza, se levantan contra el reglamento. No tardaría en modificarse el reglamento que nació de la ley Corcuera. Uno de los artículos el de los toros arreglados en presencia de testigos. Y lo ultimo legislado en la fiebre de las autonomías el reglamento Soriano, con quien tan critico he sido, porque nació del consenso entre los taurinos y en su mínima participación de quien realmente debió de ser consultado. El aficionado.
Otro ejemplo. El indulto generalizado, que ha llegado a su máxima expresión del absurdo, cuando los políticos se congratulan de algo que ellos mismos prohibieron y sancionaron en el artículo 60 del Reglamento de Andalucía: Indultar en plazas portátiles y en festivales. La Calahorra y Constantina son ejemplos de este año. (2008)
Va a llevar razón Adolfo Rodríguez Montesinos de RNE: “La clase política, salvo excepciones, es totalmente advenediza con respecto a la Fiesta. Se apuntan si creen que van a sacar algo, pero no dan nada e incluso quitan algo”
En nada mejoró, es más, el año que se estrenaba el nuevo peso del caballo de picar, el caballo de la raza no traccionaria, y la nueva puya, a primeros de mayo de 1992 Montoliú muere en la plaza de Sevilla y entre la confusión de la tarde los picadores, puyas en alza, se levantan contra el reglamento. No tardaría en modificarse el reglamento que nació de la ley Corcuera. Uno de los artículos el de los toros arreglados en presencia de testigos. Y lo ultimo legislado en la fiebre de las autonomías el reglamento Soriano, con quien tan critico he sido, porque nació del consenso entre los taurinos y en su mínima participación de quien realmente debió de ser consultado. El aficionado.
Otro ejemplo. El indulto generalizado, que ha llegado a su máxima expresión del absurdo, cuando los políticos se congratulan de algo que ellos mismos prohibieron y sancionaron en el artículo 60 del Reglamento de Andalucía: Indultar en plazas portátiles y en festivales. La Calahorra y Constantina son ejemplos de este año. (2008)
Va a llevar razón Adolfo Rodríguez Montesinos de RNE: “La clase política, salvo excepciones, es totalmente advenediza con respecto a la Fiesta. Se apuntan si creen que van a sacar algo, pero no dan nada e incluso quitan algo”
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