He visto la corrida de Victorino en Sevilla con dos toros importantes el quinto y el sexto y he visto a Perera con entereza y oficio, claro, pero frio y técnico, como siempre. Mucho pundonor y entrega. Y he visto a un Ferrera haciendo de lo que el llama su tauromaquia, una teatralidad, como alguien en el tendido lo llamó cuando se echó la muleta a los hombros un "Dartañán". Lo cierto es que si este torero entregara todo su oficio a la ortodoxia, pasaría más seriamente a los anales del toreo, más que por "su tauromaquia", como él dice.
Imagen de la RED
He visto también una corrida de Juan Pedro Domecq con verdaderos problemas de identidad, con toros sacados de tipo y faltos de casta, dos remiendos de Parladé, el otro hierro de la casa, muy buenos, y me ha gustado reencontrarme con Daniel Luque, maduro y asentado y dos jóvenes a los que no conocía, Álvaro Lorenzo y Ginés Marín. A este último lo vi de novillero apuntando y ahora de matador debo verlo más porque no tengo argumentos para definirlo. De Álvaro Lorenzo me gustó su concepto del toreo y lo espero.
Aquí paz y allí gloria.
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