Los caballeros son personas que tienen, según costumbres medievales, derecho a poseer un caballo y a practicarlo en justas, corridas de toros y por placer. No era fácil llegar a ser nombrado caballero, igual que tampoco lo era llegar a poder tenerlo, en realidad esto tenía que ver con las clases sociales de la época.
Un caballero tiene derecho a hacerlo todo desde su caballo y cuando desmonta es porque la finalidad para la que montó está concluida, o porque ha sido desmontado por la fuerza o por accidente.
En los festejos de rejones de hoy en día los caballeros no tienen respeto por los caballos que montan. Los usan para embellecer un espectáculo de por si hermoso, para torear hasta el grado importante que Pablo Hermoso de Mendoza puso el toreo a caballo y para su triunfo y el de la tauromaquia de los rejones. Pero cuando creen que el toro, después de haber sido herido con el rejón de muerte, está verdaderamente muerto y a punto de rodar, estos caballeros rejoneadores descabalgan como si un resorte los arrojara de las monturas, por cierto con la trapa del borren de las monturas mixtas, y caen en muchas ocasiones perdiendo el equilibrio y convirtiendo la elegancia de montar a caballo en una vulgar acción teatral.
Soy partidario de que un rejoneador debe estar todo el tiempo que dure su actuación montado en su caballo y si ha de dar vueltas al ruedo lo haga montado en su corcel, y salir del ruedo como entró, montado a caballo. Ese es el rito que hay que guardar y esas son las formas que un caballero debe tener para sí mismo y para los demás.
Rito que por otra parte incumple el niño de Leonardo Hernández que sigue vistiendo de corto sin zahones. Rito que si cumplen los Hermoso al vestir de goyescos pues este atuendo no los lleva.
Por otra parte en Las Ventas he visto, a parte de esto, a un Sergio Galán centrado y con oficio en su primero, con caballos nuevos, para mí, que debe placear más. En el cuarto mucho caballazo y poco temple el mismo que no tuvo para matar perdiendo quizás algún trofeo.
Leonardo Hernández técnico y espectacular a la vez en el segundo, con una cuadra veterana. Muchas batidas en vano en el quinto que deslucieron su actuación y la buena disposición de sus caballos que no tenían la culpa de que su jinete los precipitara a los pitones del Bohórquez, que le hirió visiblemente a Sarope.
Era la primera vez que veía a Juan Manuel Munera que estuvo muy nervioso en su primero, tercero de la tarde con demasiados fallos en banderillas y rematadamente mal con el rejón de muerte. Mas entonado en el sexto que no le permitió desarrollar lo que este rejoneador lleve dentro.
Los toros de Bohórquez colaboradores, quinto y sexto parados.
Aquí paz y allí gloria!!
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