Tercer toro de Alcurrucén que le tocó a Rufo.
Cuando sale un toro encastado y bueno, y como este de la fotografía, muy interesante, hay que saber verlo, y luego de verlo poderle y luego de poderle torearle. Se le pegó una tremenda ovación al arrastre aunque por eso no quiere decir que no se protestara de salida porque las hechuras vastas del toro así lo cantaban. Pero Tomás Rufo no supo pillarle el aire, vamos que no pudo con él y además recibió un aviso. La impotencia del torero me desconcertó porque yo creo en él y lo esperé al sexto, otro buen toro del que NADIE SE DIÓ CUENTA QUE TENÍA LA MANO DERECHA DAÑADA, a la altura de la rodilla no apoyaba bien y se resentía moderadamente aunque su encastada condición le hizo aguantar el anodino trasteo del torero. Digo anodino y digo centrado aunque a veces forzado, digo queriendo, como digo voluntarioso, como a veces descolocado. Nobleza y bondad aunque falto de chispa el toro que llegó a la muerte con la boca cerrada. Debería mirarse Tomás Rufo los vídeos de la tarde.
Morante no tuvo suerte con el lote aunque dejó su impronta. El primero manso pitado al arrastre no tuvo ni un pase. Le tocó un poco las orejas y lo pasaportó de aquella manera. El cuarto que manseó en los dos primeros tercios rompió a bueno en la muleta y de más a menos aunque terminó acabándose. El torero que se animó a replicar el quite por chicuelinas de Juli con otro por verónicas, pudo hacer el toreo de verdad, de poder, ese que acaba a un toro, si el toro se pone gallito. Se coloca, carga la suerte, emplea la ortodoxia, sin alivio, hasta incluso se permite pinchar para dejar luego una de las mejores estocadas de la feria. Y con eso se ganó al público. Como debe ser en una figura.
Y el Juli. Ese torero que a un toro tardo, con poco viaje que no rompió "palante" a base de encimismo, aguante y juego de muñecas en los muletazos, le hizo embestir y ser toro. El Juli ese torero que, al quinto, un toro noble pero justo de fuerzas, que se dejó pero sin chispa que terminó yendo a más a causa del oficio del torero, con su técnica, le sacó una faena a la voz, bien colocado, y bajando la mano, hizo un toro aunque le sonó un aviso. ¡Qué torero!
Los toros de Alcurrucén, de encaste Núñez, desiguales de presentación y de juego, en general vastos, con alguno muy bien presentado como el segundo, número 81. Todos bien puestos de pitones por los que se salvaban algunos.
¡Aquí paz y allí gloria!
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