Nº 13 DE 523 KILOS, DE GARCIGRANDE. Foto de la web de Las Ventas.
Sin duda un gran toro de correcta presentación que fue bravo en varas y en banderillas. Encastado, con clase y de embestidas limpias. Le dieron una merecida vuelta al ruedo. Le cortaron dos inmerecidas orejas.
Emilio de Justo que salió por la puerta grande de Madrid no fue merecedor de ello porque lo mató de un bajonazo y permitió una larga agonía del animal. En la faena ligó los muletazos acompañando sin hacer el buen toreo. En el buen toreo no se descarga la suerte, se carga que es la manera de ir ganándole terreno al toro y poderle, y quedarse colocado para el siguiente muletazo. Lo bueno fue el final del trasteo por bajo, estético y elegante. En el segundo tuvo también detalles comenzando por bajo y al final los trincherazos, pero la faena adoleció de correcta colocación y lo avisaron una vez. El toro segundo, con el nº 1, bien presentado, con el hierro de Domingo Hernández fue encastado, fiero, que fue ovacionado al arrastre. El toro estuvo por encima del torero.
Fue también un buen lote el del Tomás Rufo. El tercero del hiero de Domingo Hernández un novillo que se tapaba por la cara cumplidor en los tercios y mejor embistiendo por el pitón izquierdo. Rufo que comenzó la faena de rodillas no pudo redondearla, pases aseados y corrigiendo la colocación siempre. Solo algunos naturales. Se le fue el toro. Le dieron una oreja de pueblo. También se le fue el sexto de buena presentación y bravo yendo franco a la muleta que por hacerle las cosas mal se vino a menos. Rufo no lo sometió, no lo entendió y debe plantearse lo de la colocación en la cara de los toros que es el todo del toreo ortodoxo.
Morante pechó con el peor lote, en presentación y en juego. Descastados, pitados al arrastre, dando en ambos un mitin a espadas. Estuvo breve y se agradeció la brevedad.
El presidente Eutimio Carracedo Pastor se posicionó como un verdadero incompetente en el palco. Con una meliflua sonrisa concedió injustamente la segunda oreja a De Justo por un bajonazo, y una oreja de pueblo (demeritando la categoría de la plaza) a Rufo.
¡Aquí paz y allí gloria!
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