Llevábamos dos novillos y no estaba pasando nada. La gente fría, anodina y desinteresada. Y salió este muchacho de Las Navas del Marqués y la novillada comenzó a parecer otra cosa. Se echó de rodillas y con solo eso ya pasó algo, pues era un novillero y un novillero siempre debe ser un novillero y a este se le notaba. Nuevo en esta plaza, de concepto puro en su trasteo, templando, con confianza y valentía, asentado en cada una de las embestidas. Voluntarioso. Se torció un tobillo en la lidia del sexto. Esta vez la faena fue intermitente por las condiciones del novillo. Ahora, con la espada es un cantamañanas. Dio un mitin.
Habíamos visto en el segundo y el quinto a otro debutante en Las Ventas, Jorge Molina, con dos actuaciones diferentes, la primera sin ajuste, con mucho pico pero con buenas maneras y buena planta, pero eso, no pasó nada. Y en el quinto con un novillo complicado al que lidiaron muy mal, si pasó. Por ejemplo, el temple. La ligazón. La habilidad para sujetarlo cuando se quería ir. En contra, que le pitaron por alargar mucho la faena, fue cogido al entrar a matar sin consecuencias aparentes y el presidente le perdonó el tercer aviso.
Lo malo de todo esto es que tampoco pasó nada durante la actuación de Jorge Martínez con el lote más potable. Voluntarioso, aseado, suficiente. Pegando pases pero no convenciendo. Mal asunto para un novillero con veteranía. Tendrá que darle una pensada a lo que le ha ocurrido hoy en Las Ventas porque el público ha estado muy frío con él, y no es porque sea ya perro viejo en el oficio de novillero, sino porque no ha estado en novillero, y esto se paga al final de los finales.
La novillada de Montealto, procedencia Domecq, desigualmente presentada con novillos muy bien presentados, primero y sexto. Un novillo protestado, el tercero. Y un quinto cariavacado. Mansa en lineas generales en los caballos y con peligro en banderillas. A la muleta llegaron sin fuerzas pero noble el primero, ovacionado al arrastre. El segundo justo de fuerzas, defendiéndose pero manejable. el tercero bueno pero sin chispa. El cuarto noble con viaje, ovacionado al arrastre. El quinto rajado, pitado. Y el sexto descastado y sin clase.
¡Aquí paz y allí gloria!
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