15 mayo 2010

LOS BUEYES DEL SANTO

Es en Madrid, pero es un tercio de varas en el año 58. Parecen bravos. Los de de Garcigrande de hoy mansos, descastados, nada que ver con esto.

LOS BUEYES DEL SANTO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio


Era el día del patrón San Isidro y para la ocasión un cartel de postín. La figura, El Juli, además traía los toros. Los toros o por decir mejor los bueyes. Animales feotes, algunos escasos de pitones, cinqueños tres, y para tirar de las carretas del Rocío, que ahora es la hora. Antes de uncirlos a los Simpecados, Isidro los pone bajo el yugo del arado y como es un santo muy despistado con las cosas terrenales, se le va el santo al cielo con los rezos, deben ser los ángeles los que bajen a arar. Por esto los ángeles le están pidiendo a Dios unas horas extras o revisión del Convenio Colectivo. Con esta crisis no es justo que todo el trabajo lo tengan que hacer ellos. El caso es que los bueyes del santo pasaron por Las Ventas para mostrar a la afición más variedad de descaste. Dios no sabe dónde acudir. Si es verdad que los toros se parecen a sus amos por el carácter que estos imprimen a las ganaderías, España está llena de descastados, y Dios se vuelve loco pues en tierra de María Santísima, todos tan devotos y nobles, esto jamás había pasado. Quizás por eso el Supremo hacedor decidió enviar para su lidia a la terna de hoy pensando en que por muy mal que viniera la cosa, El Juli saldría airoso del trance. Castella se pegaría un arrimón de los suyos y para consuelo de los hilarantes, les ponía en bandeja la cabeza de Luque. Que algún sacrificio habría que hacer. Luego se vio que Dios no se equivoca nunca, ni con los animales, ni con los hombres. Y que ambas especies están en el mundo que El creó en seis días, para glorificarlo.

El Juli con un toro interesante y encastado, el primero, estuvo bien pero pudo haber estado mejor. A veces descolocado, a veces toreando muy en línea consiguió enjaretar la mejor faena de la tarde desde la mitad al final por el mejor pitón del toro, el derecho, sin embargo por el izquierdo nunca levantó vuelos, aún así lo intentó. La del cuarto no pasó de aseada y voluntariosa porque el toro era menos toro.

Castella le echó valor al segundo, un toro nada claro, calamocheador y rebrincado, que embestía arreando. Le aguantó tarascadas y parones y cuando lo tuvo a punto va y le quita la muleta de la cara para volverse encimista acabándose todo ahí. Con el quinto, descolocado y perdiendo la muleta de cuyas resultas se le fue un salto casi de la rana en plan huyendo. Alguien le gritó desde el tendido: ¡vaya figura!

Daniel Luque no tiene nada más que boca, boca para torear, boca para tener valor, boca para ser figura, boca para tener las tripas retorcidas. Digo tiene nada más que boca, porque lo que es torear, no sabe o no quiere saber. Lo que es valor, lo tiene a regañadientes. Lo que es figura, ni se lo cree. En lo único que si es, es en tener las tripas retorcidas, cosa que no le será de ninguna manera cómoda. Al tercero no supo sacarle nada, aún cuando embestía sin entrega. Y al sexto lo estropeó. Por el derecho no lo llevaba, lo cortaba. Por el izquierdo, no supo meterle mano, siempre con el engaño retrasado.

¡Aquí paz y allí gloria!

FICHA:
San Isidro. Era la del Patrón.
Cuatro toros de Garcigrande y dos de Domingo Hernández, corridos en cuarto y quinto lugar. De basta presentación, con los cuellos cortos, cornamentas dispares. El segundo demasiado cornicorto, feote. Descastados. El primero con interés y más casta. El segundo rebrincado. El tercero no se entrega. El cuarto de más a menos. El quinto soso. El sexto con algunas arrancadas buenas. El Juli, pinchazo, otro perdiendo la muleta, aviso, estocada trasera baja con derrame, (ovación que saluda). Pinchazo y estocada muy trasera y caída, (silencio). Sebastián Castella, pinchazo hondo caído, trasero atravesado, aviso, media baja atravesada, (saludos). Pinchazo bajo, otro sin soltar, media tendida, aviso y cuatro descabellos, (silencio). Daniel Luque, Media trasera, tendida, atravesada, (silencio). Metisaca en el número, pinchazo hondo, descabello, (silencio).
Jaime Padilla le quita un susto a Punta que se aflige con el manso sexto al banderillear. Le toma el turno.

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