EL BUEN TOREO DE CAPOTE DE TOMÁS RUFO NOS DIO ESPERANZA. Foto de mundotoro.com
La tarde valenciana había quedado remendada tras caerse del cartel por motivos médicos Morante y Manzanares pero los sustitutos justificaron las sustituciones. Román cortando el único trofeo del festejo y Tomás Rufo por brindarnos una esperanza en el toreo de capote para decirnos que la belleza de este lance insigne sigue vigente entre sus manos. Verónicas bajas, dormidas, templadas en el que el juego de caderas y de brazos consolidaban una sinfonía de emociones que a la postre serían lo único bueno y verdaderamente interesante de una tarde en la que los toros de Juan Pedro Domecq llegaron al último tercio apagados y desfondados pues en sus lidias luchaban entre la casta y la poca falta de fuerzas.
Julián López El Juli se las vio con un toro bueno especialmente por el pitón derecho con el que estuvo sobrado pero sin emoción. Con el cuarto, que se iba cayendo un pase sí y el otro también, el trasteo fue muy protestado por la labor de enfermero del torero madrileño.
Román se las vio con un segundo toro que se dejaba a regañadientes, hizo el esfuerzo con mucha voluntad en una larga faena por la que fue avisado. Estuvo rematadamente mal con la espada, echándose fuera de la suerte y finalmente no matando al toro (cosa que había que penalizar con saña), sino que lo que hizo fue actuar de matarife y descabellar al toro.
En el quinto se sacó la espina de la amargura anterior y tras buena estocada cortó la única oreja del festejo al toro más chico del encierro que fue el único que se movió durante toda la faena y aguantó las descolocaciones del valenciano, siempre al hilo del pitón, toreando en línea, usando el pico de la muleta y estando como un vulgar pega pases.
El tercer toro también fue un buen toro que embistió seguido por el derecho quedándose por el izquierdo más corto. Tomás Rufo lo llevó bien, a veces sobrado, a veces desbordado por la continuidad de la embestida del animal. Fue avisado.
En el sexto las verónicas dormidas y su elegante toreo de capote nos hicieron concebir la esperanza de que esta suerte capotera no está muerta después de ver tanta zarrapastrosa chicuelina y tanto lance de alivio inoperante e indecente. La forma de colocarse para el lance, la ejecución del mismo, bajando las manos y acompañando con la cintura fueron pinturas que Sorolla hubiera dibujado probablemente con
dos trazos y una raya horizontal. Lástima que se acabara pronto el toro en la faena de muleta pues Rufo solo pudo estar aseado con detalles sin emoción y poniéndose hasta pezorro siendo protestada su ansiedad.
¡Aquí paz y allí gloria!
No hay comentarios:
Publicar un comentario