Seseña apoderado de Escribano
UN SOPLO DE ILUSIÓN
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Comenzaba Pamplona, la feria del toro, con una novillada. Está bien que así sea en tiempos escasos para los chavales, igual que haber incluido la corrida de rejones y perpetuarla en el tiempo. Estas dos mejoras le hacen bien a la feria, por lo menos en un año en la que los carteles parecen malos de solemnidad. Con propiedad, malos hasta el final, donde aparecen las figuras con doblete del Juli. Sin embargo, de parecer malos, lo justo en esta feria es hablar del toro, pues en su nombre es y en ese capítulo es señera. Valga pues una cosa con la otra para equilibrar la compostura que a pesar de la buena voluntad, parece floja.
En la tarde de la novillada un soplo de esperanzadora ilusión pasó por el ruedo en el nombre del salmantino Juan del Álamo que con un novillo, el segundo, que embestía a su aire anduvo resolviendo, aprovechando los viajes que regalaba el del Marqués y ligando pases por bajo y por alto en afarolados. Tiene la buena costumbre de bajar la mano, de actuar de oficio con cabeza y emplear recursos cuando no es posible el lucimiento. Recursos que tuvo que emplear al máximo en el sobrero que hizo quinto, al que le dio fiesta resultando cogido, volteado, pisoteado, pero sin consecuencias en el cuerpo, porque en el alma la peor fue no haber matado bien a ninguno de sus oponentes. Sigue teniendo créditos entre los aficionados.
El mejicano Diego Silveti anduvo aseado en el sexto, buscando en todo momento el temple y el ritmo a las embestidas, con quietud y trazo de muletazo largo. Nos deja con interés de volverlo a ver. En el tercero el trasteo no tuvo importancia pues la falta de fuerzas del novillo mediatizaron la faena.
El primer espada, quizás el más serio de la terna, por la concepción de su toreo, fue Cristian Escribano. Torero serio pero no exento de los trucos modernos, de no fajarse, de acompañar embestidas, sin profundidad. Eso con el buen primero. Con el cuarto novillo, sin clase, anduvo voluntarioso, a media altura y trazando los muletazos de abajo a arriba. La explicación, la falta de fuerzas.
Los novillos del Marqués de Domecq, discretamente presentados y desiguales por los varios sementales probados en el día de hoy. Cumplieron en los primeros tercios, sin bravura demostrada por alguno y llegaron a la muleta bueno el primero pero sin humillar, segundo a su aire, tercero manejable pero sin fuerzas, cuarto sin clase, quinto arisco, sexto manejable.
¡Aquí paz y allí gloria!
UN SOPLO DE ILUSIÓN
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Comenzaba Pamplona, la feria del toro, con una novillada. Está bien que así sea en tiempos escasos para los chavales, igual que haber incluido la corrida de rejones y perpetuarla en el tiempo. Estas dos mejoras le hacen bien a la feria, por lo menos en un año en la que los carteles parecen malos de solemnidad. Con propiedad, malos hasta el final, donde aparecen las figuras con doblete del Juli. Sin embargo, de parecer malos, lo justo en esta feria es hablar del toro, pues en su nombre es y en ese capítulo es señera. Valga pues una cosa con la otra para equilibrar la compostura que a pesar de la buena voluntad, parece floja.
En la tarde de la novillada un soplo de esperanzadora ilusión pasó por el ruedo en el nombre del salmantino Juan del Álamo que con un novillo, el segundo, que embestía a su aire anduvo resolviendo, aprovechando los viajes que regalaba el del Marqués y ligando pases por bajo y por alto en afarolados. Tiene la buena costumbre de bajar la mano, de actuar de oficio con cabeza y emplear recursos cuando no es posible el lucimiento. Recursos que tuvo que emplear al máximo en el sobrero que hizo quinto, al que le dio fiesta resultando cogido, volteado, pisoteado, pero sin consecuencias en el cuerpo, porque en el alma la peor fue no haber matado bien a ninguno de sus oponentes. Sigue teniendo créditos entre los aficionados.
El mejicano Diego Silveti anduvo aseado en el sexto, buscando en todo momento el temple y el ritmo a las embestidas, con quietud y trazo de muletazo largo. Nos deja con interés de volverlo a ver. En el tercero el trasteo no tuvo importancia pues la falta de fuerzas del novillo mediatizaron la faena.
El primer espada, quizás el más serio de la terna, por la concepción de su toreo, fue Cristian Escribano. Torero serio pero no exento de los trucos modernos, de no fajarse, de acompañar embestidas, sin profundidad. Eso con el buen primero. Con el cuarto novillo, sin clase, anduvo voluntarioso, a media altura y trazando los muletazos de abajo a arriba. La explicación, la falta de fuerzas.
Los novillos del Marqués de Domecq, discretamente presentados y desiguales por los varios sementales probados en el día de hoy. Cumplieron en los primeros tercios, sin bravura demostrada por alguno y llegaron a la muleta bueno el primero pero sin humillar, segundo a su aire, tercero manejable pero sin fuerzas, cuarto sin clase, quinto arisco, sexto manejable.
¡Aquí paz y allí gloria!
FICHA:
San Fermín. Pamplona. Novillada picada.
Novillos de Marqués de Domecq, desiguales de presentación, el 5º fue sobrero. Primero aplaudido en el arrastre. Cristian Escribano, metisaca en los bajos, aviso, tres pinchazos y estocada, silencio. Pinchazo, aviso, media atravesada, silencio. Juan del Álamo, pinchazo sin soltar, dos pinchazos, estocada, al tercio. Estocada que hace guardia, pinchazo, pinchazo delantero, aviso, estocada y tres descabellos, silencio. Diego Silveti, estocada perdiendo la muleta, silencio. Pinchazo y estocada, palmas.
San Fermín. Pamplona. Novillada picada.
Novillos de Marqués de Domecq, desiguales de presentación, el 5º fue sobrero. Primero aplaudido en el arrastre. Cristian Escribano, metisaca en los bajos, aviso, tres pinchazos y estocada, silencio. Pinchazo, aviso, media atravesada, silencio. Juan del Álamo, pinchazo sin soltar, dos pinchazos, estocada, al tercio. Estocada que hace guardia, pinchazo, pinchazo delantero, aviso, estocada y tres descabellos, silencio. Diego Silveti, estocada perdiendo la muleta, silencio. Pinchazo y estocada, palmas.
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