20 abril 2007

AMIGO MIO, YO TE VOY A AYUDAR

Lo que Francisco Alarcón propone en este articulo es una forma distinta, seguramente su vivencia personal, de acercarse al mundo del toro. Desde el asco inducido por los detractores y desconocedores de la fiesta, pasando por una estereotipada catarsis sobre el sufrimiento, hasta la acomodación animica de las diferentes sensaciones producidas por el espectáculo. Sin embargo, Alarcón, deja para los profanos una puerta abierta a la introspección de la tauromaquia.
Del articulo, cuanto menos, respeto por la forma que este ciudadano expone para llegar a entender esto. Despues la opinión del lector. En suma, crear opinión.

AMIGO MIO, YO TE VOY A AYUDAR
Por Francisco Alarcón Ruíz
Aficionado

"El toro, mientras no se demuestre lo contrario, es y será siempre un ser vivo con un sistema nervioso tan desarrollado como el nuestro en cuanto a la capacidad de sentir dolor físico. Con todo el respeto hacia quienes sientan afición hacia este espectáculo, convendría preguntarse si algunos de nuestros defectos, como las cifras alarmantes de maltratos y abandonos de animales, no vienen en parte inducidos por la falta de sensibilidad al sufrimiento de otros animales."

Estoy anonadado. No entiendo querido amigo como puedes levantarte cada mañana, tomar un café en el bar, leer el periodico, ir a trabajar, ir a comer, volver a ir a trabajar, volver a casa, volver comer y luego volver a la cama sin saber esto. Voy a aprovechar este momento y, te voy a enseñar, además, otras cosas.
Todo el mundo sabe la lección de la pica o puya que acaba en una punta de acero de unos catorce centímetros de largo, y que al penetrar tres, o más, centimetros a la altura de la cruz castiga al animal y, mediante el dolor, conlleva al toro al sufrimiento. También nos sabemos que en la práctica, los picadores aumentan la penetración hasta unos nueve centímetros. Pueden llegar a perforar el pulmón, e incluso provocar una hemorragia que limita la capacidad del toro….
Y para que te des cuenta de todo, las banderillas son afilados harpones de seis a ocho centímetros que los banderilleros clavan, en número de cuatro a seis cerca o dentro de las heridas del puyazo. Estos harpones tienen la facultad de actuar como palanca a cada movimiento del toro oradando y desgarrando todos los músculos del cuello. El toro malherido en un pulmón, una arteria o el corazón, agoniza gimiendo lastimosamente y vomitando sangre. Éste debe ser rematado con la puntilla, un puñal corto destinado a seccionar la medula espinal, lo cuál, supuestamente, acaba con el sufrimiento del animal.
Amigo mio, no sufras. No te he contado ni la mitad, pero tampoco voy a contarte lo demás que por ahi van diciendo. A mí me pasó, hace unos años, lo mismo que te está pasando a tí. Yo sabía que existian los toros porque como tú nací en España, y en este país te enteras pronto de que existen. Lo curioso es que nunca me interesaron hasta que un dia un tipo, normal y corriente, como tu y como yo, me mostró lo que hace un rato te contaba. Y yo tan feliz por la vida sin darme cuenta por mi mismo de nada.
Por aquellos entonces estaba yo como en una lucha interior. No sabía qué era el bien ni que era el mal. No sabía de donde veniamos y a donde ibamos. ¡Incluso leia libros de filosofía y psicología! Así que me vino la idea de ir a una plaza de toros una tarde de Mayo para ver y vivir, con mis propios ojos y mi propia persona, lo que eran los toros. Antes de creer en cualquier cosa, quería tener mi propia opinión e ideal. Para ello estuve preparandome durante varios dias antes del momento, y mi gran amigo, esto a tí te lo voy a ahorrar. Te voy a aconsejar y a transmitir mis reflexiones, y verás como cuando vayas por primera vez a los toros en vez de sufrimiento vas a sentir armonía, pureza, arte y jovialidad.
Nada mas entrar a la plaza y ver salir de toriles al animal empezarás a pensar que el pobre va a pasar el peor momento de su vida, lo van a matar, no voy a poder verlo y querrás irte. Entonces llega cuando tu tienes que creer es que no es el toro el que sufre, sino que eres tu al verlo. Ésta es la única forma de curarte de tus prejuicios. Si solamente te aprendes lo que te contaba al principio del todo, te pones en el pellejo del toro, piensas que es a ti al que están lidiando y al final incluso te desmayarás. Y ni tu ni yo somos toros amigo mio. Aunque a veces si que seamos bravos.
Como ves, no es un problema de injusticia, tal vez sea un problema de creencias, politica, moda o cualquier cosa que ni a ti, ni a mi, nos importa. Nosotros somos dos personas normales y corrientes que queremos ser felices, y los toros son un medio para lograrlo. Hazme caso. Así, cuando en la faena creas que el toro esté pasando su peor momento, de sufrimiento, actues con contundencia y te digas con propiedad a ti mismo "él no está sufriendo, soy yo". Repite la frase varias veces, incluso la puedes acompañar mirandote a ti mismo y comprobando que estás sano y de una pieza. Si has llevado un puro, enciendetelo. Éste es el mejor momento.Y verás tu como la enferma sensación que parecía que tenias, se transforma, en una placentera emoción.
Yo solo tuve que hacer esto dos o tres veces. A partir de ahi, me empecé a enamorar del toreo. Y a ti que te conozco como la palma de mi mano te pasará lo mismo. Te interesarás por todo lo que tiene que ver con este arte. La próxima vez que oigas banderilla o rehilete no te imaginarás nada mas que a el Fandi, a Carlos Cassanova, a Álvaro de la Viña o a Álvaro Montes. Te aprenderás el Cossio, no pararás de mirar el teletexto, los diarios, semanales y publicaciones varias para ver si ponen alguna corrida en la televisión. Y más cosas que quiero que tu mismo seas el que vayas viendo con el tiempo. Verás como vas a ser bienvenido en el mundo del toro.
¡Ah! Se me olvidaba. Cuando te vengan con las pamplinas de las injusticias a los toros, asesinatos, vejaciones, etcéteras, no hagas ni caso. Si para estar en paz con los demás, uno debe de empezar a estar en paz consigo mismo, imagínate al ser humano en su conjunto. Deberiamos de tratar prioritariamente las miles de injusticias que nosotros mismos nos autohacemos. Pero como antes te decía, amigo mio, a ti y a mi, que no nos molesten y nos dejen ir en paz los domingos por la tarde a los toros. Eso si, tu invitas a los puros.

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