El Club Internacional de Marbella invitó en la tarde noche de ayer a Juan Antonio Ruíz "
Espartaco", el matador de toros que revolucionó la década de los ochenta encaramándose en el primer puesto del escalafón durante mas de cinco temporadas seguidas.
En el acto intervinieron Enrique de Miguel, colaborador de Carlos Herrera, quien presentó al protagonista y a su biógrafo, el que fue su ultimo apoderado, el periodista Rafael Moreno, que habló del libro que sobre el torero ha escrito, y que se presento el pasado mes de abril en Sevilla, con el título: "El largo y difícil camino al éxito" Rafael Moreno hizo una brillante defensa del toro y de la tauromaquia, y habló con vehemencia del juego de vida y muerte donde hay que participar con una moneda para cambiar todos los días que se torea. De cómo se renuncia a la niñez para alcanzar el ser hombre antes de tiempo, Lo que Rafael llamó perder la primavera de la vida. "Y a Juan Antonio le pasó todo esto y más que en el libro cuento" El éxito de Espartaco no fue un milagro, sino el triunfo de su voluntad.
Espartaco que contestó con sabiduría a las preguntas de los asistentes confesó sentir al llegar a Marbella, latir su corazón con una intensidad especial, como si fuera una vez más de las múltiples que toreó cuando su mayor apogeo, en nuestra ciudad. Tuvo las mismas sensaciones en la habitación del hotel como si de una tarde de toros se tratara. Recordó el orden de las cosas en la habitación como cuando las dejaba antes de salir de ella para hacer el paseíllo, y en volviendo comprobar que todo estaba en su sitio, "era como volver a la vida" En la larga velada Espartaco, que en todo momento se sintió cómodo, contó una anécdota inteligente. "Por aquellos años, debía tener diecinueve o veinte, estábamos toreando en Colombia y recientemente yo había visto la película El Lago Azul y quedé admirado de la protagonista Brooke Shields y unos amigos me llamaron para invitarme a Medellín a pasar unos días. Yo rotundamente dije que no por temor a mi padre que ejercía un fuerte control sobre mi, pues su teoría que supo inculcarme es que había que vivir exclusivamente para el toro. Mis amigos insistieron tanto que no sabiendo como convencerme me dijeron que había una actriz importante que quería conocerme, pero yo me negaba con la misma insistencia, hasta que me dijeron quien era la actriz, Brooke Shields, entonces me volví loco de contento y les prometí que haría todo lo posible, total que se lo dije a mi padre, y mi padre me quería comer diciéndome que no tenía respeto por mi profesión, que no tenía vergüenza al querer ir a las faldas de aquella mujer... yo le pedí perdón y dejamos el tema, pero yo no hacía nada más que darle vueltas al asunto, con lo impresionado que estaba por aquella actriz, cómo iba yo a perder la oportunidad de conocerla. De manera que le escribí una carta anónima a mi padre, Dios me perdone porque ha sido la única vez que me enfrenté a mi padre. La carta de amor en estos términos mas o menos. Soy una gran admiradora de usted, todos los días lo veo desde mi ventana haciendo deporte, y debe usted saber que le admiro, se que está usted en la habitación 1001 de tal hotel y lo veo correr junto a un chaval joven, del que parece no se despega usted, me gustaría, claro si fuera posible, ya que siempre está usted acompañado, verlo a solas... bla, bla, bla. El día que salia el avión par Medellín había que ver a mi padre descorriendo las cortinas de las ventanas de la habitación y hacer musculitos y en el desayuno, me dijo oye tu no tenías unos amigos con los que querías ir?... bueno papa, yo me debo a mi profesión y al sacrificio que requiere. Pero hombre, por un día de descanso no va a pasar nada, puedes ir. Y así fue como pude conocer a Brooke Shields."
.- ¿Y pasó algo Espartaco? le preguntó una señora navarrica, bastante achispada ya.
.- ¡Qué va! ¡Ya me hubiera gustado a mi!
Se torea como se es, y Espartaco volvió a dar anoche una lección de pura humildad y humanidad.
Agustín Hervás
Onda Cero Radio
15 junio 2013
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