El quinto de Carmen Lorenzo, un gran toro
NADIE LE
TOSE
Por Agustín
Hervás
Onda Cero
Radio
El toreo a
caballo está importante. Pasar de ser el numerito del caballito en las ferias,
a tener entidad propia, con carteles únicos y exclusivos, ha sido todo un hito
que en justicia se le debe a Pablo Hermoso de Mendoza, y en justicia, a todos
los anteriores rejoneadores del panorama taurino. Sin embargo a Diego Ventura,
hoy en día, no hay quien le tosa y pasada su travesía del desierto se consolida
como uno de los grandes rejoneadores de la historia de la tauromaquia. Cortó
una oreja en el segundo y no cortó las dos por causa de defecto en la
colocación del rejón de muerte. Y lo mejor es que no le importó, la ambición,
el ansia ha dejado de ser un complejo, que por cierto le trajo muchas
temporadas a mal traer. Sin embargo su vestimenta no dice verdad de su
elegancia torera, la chaquetilla de Mariachi con la que aparece en sus últimas
actuaciones es de lo más cutre que se recuerda en ropa de rejoneador, y a mí
personalmente me gustaría verlo rejonear en monturas vaqueras.
Con Maletilla
atornilló al toro en la grupa parándolo. Con Nazarí brilló en dos pistas. Y con
la yegua Milagro hizo milagros en los quiebros, para que luego digan de las
yeguas.
Pero en el cuarto,
si cortó las dos orejas. Con Buenavibra paró
bien, y esta vez por derecho. Con
Pegaso, el temple personificado, nos arrebató. Y con Ordoñez vibró en piruetas.
Luego vino el circo de Morante con los bocados, y nos hecho la sal. Colorao se
deja llegar mucho y le tropieza en el embroque de la suprema. Y Madrid, festero
o no, se rinde. Yo me rindo.
Confirmaba la
alternativa Mariano Rojo y sacó a un caballo castaño morcillo muy alto, Requinto,
aparejado con montura mixta y sudadero. No solo se abusa de los bocados
portugueses, de las monturas mixtas, algunas veces de las martingalas, y ahora
este debutante en Las Ventas, le pone un sudadero a una montura mixta. Deberá
llegar la hora de que alguien, léase autoridad taurina o equina, pongan orden en
estos desmanes. La tradición no está reñida con la evolución, pero si con el
mal gusto. Aseado estuvo con los de castigo. A
Goya le hizo sangre en los ijares, y protestó de la boca. Discreto en
los dos palos. Luego Góngora y Seneca, nombres rimbombantes que a ver si por
ciencia infusa, le ponen al chaval sabiduría. No va mal pero le hace falta retruécano
para sobrevivir en esto. El toro de Carmen Lorenzo de la alternativa muy bueno.
En general la corrida, desigual de presencia, ha sido extraordinaria, algunos
toros acometían con menos pujanza pero yo compro veinte corridas como esta para
la temporada. Al quinto le cortó una pueblerina oreja, que le vale para su
colección.
Leonardo
Hernández el sin zahones. Está mutilado de caballos. Mucho Méjico, y mucho
cuento y tiene allí secuestrados los equinos. Hizo un apaño para este
compromiso rescatando de su cuadra caballos que ya estaban parados, como
Amatista y algunos prestados. Leonardo estuvo muy rápido, con galopadas excesivas,
con frenazos que hieren los asientos de la boca de los animales, y una electricidad
impropia de un rejoneador con tablas. Si no se está para venir a Madrid, no se
viene, pero a Hernández lo que le pasa por el alma pasa por el ruedo. A pensar.
Alguna vez
los rejoneadores inteligentes deberían pararse a pensar que una vez que ponen el
rejón de muerte tendrían que quedarse en el caballo y no desmontar como locos
para calentar a la gente y cortar la oreja. En muchas ocasiones lo que ocurre
es que el toro los desaíra. Cuestión de inteligencia.
¡Aquí paz y
allí gloria!
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