04 septiembre 2009

UNA DE TURISTAS, SIN TURISTAS

Pocos turistas en la corrida del día del turista
El vilipendio del toro bravo, que tarde tras tarde sale en Andalucía, con la connivencia de la autoridad, que consiente este fraude al público y la vejación a un arrogante animal.
¡Qué lástima que haya pocos fiscales aficionados!



UNA DE TURISTAS, SIN TURISTAS.
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

Se celebraba en Torremolinos, Gran Hotel, una corrida para conmemorar el día del turista que tanto ha dado a esta tierra. Sin embargo, fuera por la crisis, fuera porque los turistas extranjeros no están por esta fiesta, o fuera porque los unos y los otros, también los nacionales, no se avenían por ser jueves de currelo, el caso es que en los tendidos no había más de un cuarto, y de ellos más locales que foráneos, aunque tendremos en cuenta que de los que parecían forasteros, muchos, ya son residentes.
En realidad era una corrida para turistas porque tenía los ingredientes propios para ello. A saber: la plaza adornada con flores y guirnaldas, un torero mediático y otro popular, y unos toritos acornes y predispuestos para pegarles pases. Antes del paseíllo, un carrusel de carruajes con briosos corceles perfectamente enjaezados, que portaban bellas damas con bandas en las que se leía lo del día que se festejaba.

Hubo una nota de curiosidad turística, que fue que el alguacilillo, o con más propiedad, ese señor vestido de corto que hizo el despeje de plaza, se fue antes de recoger a los toreros a entregar la llave al torilero, y es cosa sabida, que manda la tradición hacerlo del revés, pues el rito tiene su lógica. Sépase que cuando se hace el despeje de plaza es cuando el alguacil debe ir a por los toreros a la puerta de cuadrillas y que una vez terminado el paseíllo, debe recoger la llave de manos del presidente o del delegado gubernativo para entregársela al torilero, para después, abandonar el ruedo. Debe saberse que la razón de esta ceremonia no es otra que la de considerar que todo está dispuesto, y los lidiadores también, para comenzar a soltar toros. La picaresca y los cuentos populares decían que así de esa forma ya nadie puede abandonar la plaza por el miedo a verlos salir por la puerta de los sustos.

Ningún miedo les dieron a la terna los becerros de La Campana encerrados en chiqueros, preparaditos y comoditos para hacer de la corrida del turista una tienta particular de entrenamiento, que fue lo que significó el lote de El Fandi, que fue el lote mejor, se dejó con nobleza bastante para que el de Granada lo toreara bien de capote, con verónicas de gusto, lo banderilleara a la manera tan peculiarmente fandilista que es la de las carreras, los saltos de pértiga y a cabeza pasada, y con la muleta estuviera tan vulgar y de aburrir, como por un poner, la vida misma.

Javier Conde, con un lote rajado, anduvo en el primero, aseado, con sus cosas pero sin arrebatos místicos ni genialidades extremas, salvo un cambio de manos cogiendo la muleta con la izquierda pero puesta la mano del revés sujetándola solo con los dedos. Y en el cuarto estuvo voluntarioso con un dejar pasar el toro, por aquí y por allá.

Daniel Luque que también estuvo inspirado con el capote no se dio coba con el rajado manso tercero, y al sexto, que no pasaba, le dio algo de fiesta que era de lo que se trataba en esta conmemoración.

¡Aquí paz y allí gloria!
FICHA:

Plaza de Torremolinos, 3 de septiembre de 2009. Día del Turista.
Se lidiaron seis toros de La Campana, desiguales de presentación, muy flojos, apenas picados, y de desigual juego. Todos pasados por la barbería. Javier Conde, dos pinchazos, estocada contraria, tres descabellos, silencio. Media caída atravesada, ovación con saludos. El Fandi, un pinchazo, otro hondo tendido y trasero, y un descabello, oreja. Estocada trasera y caída, dos orejas. Daniel Luque, estocada caída silencio. Estocada corta baja, oreja.

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