Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Acabo de leer el libro que me regaló El Coronel de La Resistencia, "José Tomás, una hipótesis republicana" escrito por Javier Villán y que como ante título reza "liturgia del dolor y feria de la política".
Leído, uno no sabe muy bien ante qué es lo que estamos. Un libro de toros, un libro de filosofía, uno de política. Y en realidad nada de eso es, y de eso es, todo. Aunque conociendo a Javier Villán, su autor, todo puede esperarse, o nada. Quizás la mejor definición sobre la intención del libro me la diera el propio Coronel: "una paja mental", o algo así me dijo.
"En los trajes de luces, escondido, hay siempre un reflejo de la muerte. Los toreros, cuando se visten en la habitación, perciben esa llamarada fugacísima; pero simulan no verla"
¿O no es verdad que parece una elucubración mental?
No puedo decir que conozco al autor más allá de alguna crónica que le leí de cuando empezaba en El Mundo y para ver de qué palo iba. Por supuesto que cuando Abellán padre le partió la cara, se me hizo más simpático, y afín, y cuando el juez lo indemnizó con 300 € me cabrée tanto que le dediqué a aquella sentencia un articulo titulado a Cincuenta Mil Pesetas el bofetón.
No quiero que se me tilde de soberbio. Un servidor no suele leer crónicas de compañeros, ni oír, ni ver programas relacionados con la tauromaquia, para no contaminarme. Hay mucho becario en nuestra profesión.
Sin embargo este libro nada tiene que ver con crónica alguna. Es más me he permitido poner en el blog, debajo del título, una reflexión de Villán, que estimo muy acertada.
En realidad eso es este libro, un cuaderno de reflexiones, a caso un ensayo, escritas, escrito, me supongo, desde la cojera. La deficiencia física de Javier, le posibilita más la reflexión que a un bípedo normal. Por ejemplo en el trance de los desplazamientos, Villán, no conduce, puede tomar notas. La inspiración siempre le pilla armado. Por contra un bípedo que conduce, siempre está ocupado y cuando llega la inspiración, tiene las manos al volante. Paco Espinar, mi director de Onda Cero Almería, suple esta imposibilidad, con una grabadora. "Recordar a Carmen el cierre de la acción especial de Almería 75 aniversario… Carmen, Carmen, tu recuerdo en Granada es un paseo por el Albaicín", o algo así debe ser lo de la grabadora. El autor de este libro, mientras viaja de plaza en plaza siguiendo a José Tomás, puede tomar notas en el autobús, taxi o tren, y como casi siempre tiene que pernoctar con lo que supone, la cena, el relax y la copita, antes de irse a la cama, aún le da tiempo de escribir sobre las excelencias y los recuerdos de la ciudad en la que pernocta. Un bípedo normal tiene que volver rápido conduciendo a deshoras para cumplir al día siguiente, con todo.
No exactamente es una paja mental lo escrito de José Tomás. Ni quizás alguna reflexión política, que el denomina feria. Por supuesto que no despeja la duda de ser Tomás un republicano, pero sí acierta en lo de la liturgia del dolor. Pues en definitiva la temporada 2008 de este torero fue toda una teoría del dolor que bien explicada e introvertida, puede haberse convertido en una liturgia.
Si leemos bien el ensayo, el republicano parece ser el autor:
"La cornada, como argumento supremo, es una necedad; y es necedad además de infamia, el insulto como calificativo político, la falsedad como razón dialéctica o la tortura como método de interrogación. Ciertamente cuando hablamos de toros, hablamos casi siempre de otra cosa…. España es una adunación de místicos e inquisidores, como las corridas son una explosión de arte y una cólera de matarifes. Es el torero quien debe poner orden en esa cólera y el que ha de ordenar el supremo desorden de la corrida que es la cornada."
El dolor como motor del sufrimiento, el sufrimiento como expiación máxima de la culpa. En el orden natural de lo correcto, su teoría no puede ser más republicana, si la corrida, como ciertamente lo es, es la cosa pública que nos ocupa:
"El sufrimiento, como el arte, también es un don. Y muchas veces caminan unidos e inseparables."
Que el contenido del libro no va de obscenidades mentales, a pesar de las dislexias discursivas, lo sentencian parámetros de reflexión puramente taurina que nos ofrecen una vertiente más aguda de este intramundo. Por ejemplo cuando piensa en los reventas:
"Los reventas no son amigos de saraos y supongo que les asusta el parqué. Pero no todos los reventas son iguales; está la clase de tropa que aguanta a pie firme grescas y colas de taquillas, y están los organizados en oficinas de servicios y empresarialmente. En realidad, yo creo que todos están organizados como apéndice logístico de las empresas taurinas. Si no, ¿cómo se explica la fluidez organizativa, esa corriente de las taquillas a la venta callejera? La reventa es un gran negocio que no va por libre, ni mucho menos. Con sus beneficios pueden pagarse las cantidades astronómicas que piden algunos toreros"
Un tema demasiado peliagudo que la administración no ha encarado con certeza pues en vez de profundizar en la investigación, se limita a mandar a policías a los aledaños de las taquillas para requisar entradas revendidas. Los reventas que en este país (quizás en otros también) adquieren sello de organización mafiosa, hasta se permiten dar propinas a las empresas por atenciones y favores recibidos. Propinas que algunos empresarios dedican a redimir los insufribles gastos de organización.
No elude Javier Villán el asunto de las agresiones a la fiesta:
"La mejor defensa que puede hacerse de las corridas es seguir luchando por su autenticidad y, sobre todo, por la integridad del toro. Cierto que las amenazan nacionalismos y europeismos de distinto pelaje, pero siempre fue así o parecido. En toros nunca ha habido unanimidad. No va a haberla ahora, cuando en la periferia levantisca contra la metrópoli se presentan los toros como seña de identidad de una España primitiva y cutre."
Y la respuesta la firmaríamos todos los aficionados aunque me temo que no los taurinos.
Además saca a la palestra un tema que siempre fue en el toreo, pero que desde hace un par de décadas se ha olvidado:
"La rivalidad, la competencia, sea con quien sea, es necesaria, pues Tomás no puede aguantar solo el peso del escalafón. La gente acabará cansada de tanta cogida y tanta sangre, aunque surjan tardes gloriosas como la del 5 de junio. Es un ángel de sombra que necesita el contrapunto de un ángel de luz… ese ángel de luz puede ser Ponce. Y podría ser El Juli… nombres con la… responsabilidad de tirar del carro… Eso descarta al literario Morante de la Puebla, perdido en los misterios de su mente, y a El Cid, sin carisma ni literatura…"
Acierta en los descartes, por lo tanto la baraja queda clara. Y sin embargo: ¿Son rivales Ponce y Tomás? No. El libro escrito con la perspectiva de la temporada del 2008, no tiene encuentro de futuro en esta que busca su final en el mes de octubre con Zaragoza y Jaén. Si han rivalizado ha sido por fuera, por dentro, no. Es más no creo que ambos sean rivales por su propia concepción del toreo que también explica Villán aunque no analiza en profundidad:
"Podrá argüirse que la emoción cada cual la expresa como la siente; Ponce desde una estética impecable y distante, José Tomas desde la obscena proximidad y el choque… En cualquier caso, esto del temple es algo que Tomás habrá de resolver si verdaderamente quiere ser un torero de época…"
De cualquier forma el planteamiento de las temporadas de Tomás evita cualquier rivalidad. Los empresarios no pueden formar carteles con este torero y los de la baraja que pretende Villán. Por eso a la clave del éxito de Tomás que nos la ofrece el autor como solución metafísica al arte de la tauromaquia, "… removió los cimientos de la tauromaquia desde la quietud, el ceñimiento, el valor frío y los terrenos. Eso es una revolución clásica, una revolución conservadora. Hay que preguntarse por qué innovación y vanguardia, inherentes a todas las artes como símbolo de progreso, no tienen sitio en los toros. Acaso porque en toros la verdadera revolución es la vuelta a las esencias, a la reafirmación del clasicismo; es decir, pureza, ortodoxia, respeto a la integridad del toro. Pero eso no se entiende desde supuestos taurinos, con frecuencia elementales y primarios. A veces aparece el tirón de la heterodoxia, más como reactivo social y fenómeno de masas que como fenómeno estrictamente taurino. Fue el caso de El Cordobés en la España del desarrollismo…" Pues a esta clave, hay que unir la ruptura de las estructuras mercantiles del toreo que de forma dictatorial ha propiciado José Tomás.
Lean con gusto y desprendidos de cualquier encima tóxica este libro que les confirmo no es para mentes obtusas aun que sí para peregrinas… o quizás anárquicas.
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