Busto de Curro Romero, junto a la plaza de Sevilla
ANABEL REGALA UNA OREJA
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Hace unas décadas el toreo era de recios hombres curtidos, por el sol y por la necesidad, que se jugaban en el ruedo algo más que la vida. La dignidad. Hoy el toreo moderno abraza a chavales melosos, criados con yogurt y que por curtición solo tienen la de los duros juegos de la Play. Debe ser la evolución de las especies y de las costumbres de las especies. Antes a un torero que le pegaban una voltereta, lo llamaban… de todo menos bonito, y le echaban la culpa del error, y hoy en día, a causa de la evolución al toreo moderno, por una voltereta se le premia con una oreja.
Anabel Moreno dejada llevar por un sentido propio del género femenino, el maternal, le dio una oreja a Curro Díaz, por cuatro pinturerías, el volteretón, y escasa petición. Es cierto que la voltereta fue de aúpa, y que los detalles graciosos calaron en la afición, y más en la sevillana, pero de ahí a poner Sevilla a precio de saldo, va un abismo que insulta a la historia del toreo. Claro que bien pensado debe ser cosa de la devaluación que está por venir, ya que si a Abellán se le permite una vuelta al ruedo por un circular invertido y por muchas tonterías muleteriles incluidos muletazos por alto, pero sin nada de fundamento en el mejor toro de la tarde, ¿porqué no se le va a dar la oreja a mi paisano como premio a su regusto? Para dejar las cosas en su lugar, Abellán con una ovación saludada hubiera tenido bastante, y Curro Díaz hubiera ido bien despachado con una vuelta.
Y no es que los toreros no hayan gustado, es que la responsabilidad de la dirección de una corrida de toros implica ponderación y mesura, y aunque sea doloroso decirlo, las paternidades y las maternidades, hay que dejarlas en la casa.
No tuvo opciones el de Linares en el primer toro del encierro, un manso de carreta al que pasaportó de un pinchazo en la paletilla, otro mejor, estocada baja y atravesada. Con el cuarto, un toro mentiroso que solo tuvo una arrancada buena y terminó rajándose, Curro abusó del piquito en las primeras tandas por el pitón derecho y cuando se venía a menos, le cambió la mano y se lo echó a los lomos cayendo mal y estando unos segundos impotente, sin poder moverse cuando el toro lo miraba perdonándole la vida. Cuando se repuso, volvió al pitón derecho con las pinturerías y los detallitos. Pinchazo bajo y una estocada caída tomándola fuera de cacho, abrieron la sensibilidad de la presidenta y le regaló una oreja.
Miguel Abellán debe haber hecho una cura de humildad en algún monasterio durante el invierno. Ha pasado de ser un chulo (tómese esto con prevención) a ser un torero, no por lo que hoy ha hecho en Sevilla, sino por cómo lo ha hecho. En realidad nada importante para los anales de la historia, el toro se fue sin torear bien, pero resuelto con detalles, oficio y torería sobre todo en el quinto que no tuvo ninguna clase.
Gustó Cesar Girón en el tercero, un toro protestón pero manejable, por su concepto bueno y puro del toreo, de mano baja y trazo largo, de ligazón y colocación, de andarle bien al toro y de dejarle la muleta puesta. Con el manso sexto no hubo opciones y lo despachó de un pinchazo, otro hondo y caído y tres descabellos.
La corrida de José Luis Pereda correcta de presentación pero descastada. El primero fue pitado y el segundo aplaudido en el arrastre. Primero y quinto mansos. Segundo el toro de la corrida. El tercero manejable. El cuarto de más a menos. El sexto sin clase.
FICHA:
Sevilla. Sábado 18 de abril. Toros de José Luis Pereda, de correcta presentación pero descastados. El segundo bueno aplaudido en el arrastre. Curro Díaz, silencio y oreja. Miguel Abellán, vuelta al ruedo y saludos. César Girón, saludos y silencio.
¡Aquí paz y allí gloría!
ANABEL REGALA UNA OREJA
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Hace unas décadas el toreo era de recios hombres curtidos, por el sol y por la necesidad, que se jugaban en el ruedo algo más que la vida. La dignidad. Hoy el toreo moderno abraza a chavales melosos, criados con yogurt y que por curtición solo tienen la de los duros juegos de la Play. Debe ser la evolución de las especies y de las costumbres de las especies. Antes a un torero que le pegaban una voltereta, lo llamaban… de todo menos bonito, y le echaban la culpa del error, y hoy en día, a causa de la evolución al toreo moderno, por una voltereta se le premia con una oreja.
Anabel Moreno dejada llevar por un sentido propio del género femenino, el maternal, le dio una oreja a Curro Díaz, por cuatro pinturerías, el volteretón, y escasa petición. Es cierto que la voltereta fue de aúpa, y que los detalles graciosos calaron en la afición, y más en la sevillana, pero de ahí a poner Sevilla a precio de saldo, va un abismo que insulta a la historia del toreo. Claro que bien pensado debe ser cosa de la devaluación que está por venir, ya que si a Abellán se le permite una vuelta al ruedo por un circular invertido y por muchas tonterías muleteriles incluidos muletazos por alto, pero sin nada de fundamento en el mejor toro de la tarde, ¿porqué no se le va a dar la oreja a mi paisano como premio a su regusto? Para dejar las cosas en su lugar, Abellán con una ovación saludada hubiera tenido bastante, y Curro Díaz hubiera ido bien despachado con una vuelta.
Y no es que los toreros no hayan gustado, es que la responsabilidad de la dirección de una corrida de toros implica ponderación y mesura, y aunque sea doloroso decirlo, las paternidades y las maternidades, hay que dejarlas en la casa.
No tuvo opciones el de Linares en el primer toro del encierro, un manso de carreta al que pasaportó de un pinchazo en la paletilla, otro mejor, estocada baja y atravesada. Con el cuarto, un toro mentiroso que solo tuvo una arrancada buena y terminó rajándose, Curro abusó del piquito en las primeras tandas por el pitón derecho y cuando se venía a menos, le cambió la mano y se lo echó a los lomos cayendo mal y estando unos segundos impotente, sin poder moverse cuando el toro lo miraba perdonándole la vida. Cuando se repuso, volvió al pitón derecho con las pinturerías y los detallitos. Pinchazo bajo y una estocada caída tomándola fuera de cacho, abrieron la sensibilidad de la presidenta y le regaló una oreja.
Miguel Abellán debe haber hecho una cura de humildad en algún monasterio durante el invierno. Ha pasado de ser un chulo (tómese esto con prevención) a ser un torero, no por lo que hoy ha hecho en Sevilla, sino por cómo lo ha hecho. En realidad nada importante para los anales de la historia, el toro se fue sin torear bien, pero resuelto con detalles, oficio y torería sobre todo en el quinto que no tuvo ninguna clase.
Gustó Cesar Girón en el tercero, un toro protestón pero manejable, por su concepto bueno y puro del toreo, de mano baja y trazo largo, de ligazón y colocación, de andarle bien al toro y de dejarle la muleta puesta. Con el manso sexto no hubo opciones y lo despachó de un pinchazo, otro hondo y caído y tres descabellos.
La corrida de José Luis Pereda correcta de presentación pero descastada. El primero fue pitado y el segundo aplaudido en el arrastre. Primero y quinto mansos. Segundo el toro de la corrida. El tercero manejable. El cuarto de más a menos. El sexto sin clase.
FICHA:
Sevilla. Sábado 18 de abril. Toros de José Luis Pereda, de correcta presentación pero descastados. El segundo bueno aplaudido en el arrastre. Curro Díaz, silencio y oreja. Miguel Abellán, vuelta al ruedo y saludos. César Girón, saludos y silencio.
¡Aquí paz y allí gloría!
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