02 mayo 2008

POESIA

MALETILLA
¡Torero en flor, maletilla!
Un capote para el hambre
y el sudor de cada día,
y los bolsillos del miedo
llenitos de valentía.
¡Y fantasía!
Ya desfilan por el ruedo
tus sueños y tu cuadrilla.
¿El toro? ¿Qué importa el toro?
Lo que importa es cómo brilla
tu traje al sol, ¡chorro de oro!
maletilla.
Un aire de pan caliente,
un torito candeal
cruza rumorosamente
mugiendo por el trigal
¿Para cuándo, maletilla,
tu capote de percal?
¡Ay, si supiera la gente,
maletilla,
cuánto capotazo al hambre
por un par de zapatillas..!
¡Ay, si la gente supiera
lo que cuesta una montera,
maletilla!
MANUEL BENITEZ CARRASCO


MIEDO
LETRILLA DE "PERO EL TORERO"
Valiente como el primero,
marchoso como el que más,
"pero" tras el burladero.
Y era un torero
más grande que los demás,
"pero" tras el burladero.
¿Miedo? ¿Quien ha dicho miedo?
Es que el toro no veía...
es que el toro se caía...
es que el toro no embestía...
es que el toro... es que el toro...
"Pero" ¿miedo? No, señor.
Y no era miedo. ¡Qué va!
Un valiente como él
nunca supo qué era el miedo.
si acaso... en el redondel.
Ni era miedo a las cogidas.
¡Qué iba a ser!
Ni a tener
en una plaza perdida
una triste muerte de oro.
Era sólo que, ante el toro,
¡y con razón!
se acordaba de la vida.
"Pero" ¿miedo? ¡No, señor!
MANUEL BENÍTEZ CARRASCO


ESPERANDO EL QUITE
A cuerpo limpio la suerte.
En el aire, la moneda
-plata vieja del banderillero:
cara y carrera.
L furia negra,
recién dolorida,
sin tiempo ágil,
adivinó la huida.
Y en la carrera
del banderillero
sintiendo los alamares
campanillando la espalda-,
se quebró la quebrada línea
que al asilo de tablas iba.
Ya en la arena,
aplastado
contra su olor amarillo
del sol pisoteado,
las manos,
entrelazadas tras la cabeza,
son un grito blanco
pidiendo gracia.
(RAFAEL HERRERO MINGORANCE)


LA MALA TARDE.
Un cilíndrico silencio, como un émbolo,
se encaja en la ardiente geometría...
El contorno de las curvas tablas
es un ciclópeo ataúd rojo
con el cadáver del triunfo expuesto.
El hombre donde todo se hace añicos
en los golpes de un dorado laberinto
es el eje de la canícula callada.
...Un destello se hace péndulo
en el acero enrojecido.
Y como al conjuro
de un aquelarre de colores,
la tarde explota en un fragor sumado.
En medio del concéntrico desierto,
perdido en la mitad de un grito,
el hombre, herido de orgullo por las voces,
está, pálido, con todo el sol a cuestas.
(RAFAEL HERRERO MINGORANCE).

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