El Tontódromo madrileño es ese patio de la plaza de toros de las Ventas donde le suelen poner las placas a los toreros y toros que de este mundo han sido, o no. Por este patio suelen transitar los espectadores a las localidades de sombra y palcos y antes de hacerlo se entretienen en decirse lo guapos que están todos y lo bien vestidos que están... es decir, se tontea mucho y se dicen muchas tonterías.
Los críticos Mariví Romero y José Antonio Donaire, ya fallecidos, para el regocijo de los taurinos recalcitrantes, bautizaron este patio como el TONTÓDROMO, por la especie humana que pululaba por allí. Que no es ni más ni menos que la que ayer acudió a las Ventas a ver a Cayetano y a Roca Rey, porque del toricantano Jorge Martínez no habían oído hablar en su vida... y ni les importaba.
La teoría del tontódromo consiste en la acción y poca reacción. Es decir en que haga lo que haga y cómo lo haga Roca Rey, (Cayetano estuvo fuera de juego por su torpeza), hay que aplaudirle y hay que pedirle las orejas, si o sí. Entonces, el presidente con un exquisito criterio, no le concede los trofeos solicitados, también a voz en grito, y cuando arrastran al toro, tercero de la tarde, que fue el más importante de la corrida, al que no le dijeron ni mu, al torero van y le arrean un silencio casi sepulcral. Ni le ovacionan, ni le sacan a saludar, ni le piden la vuelta al ruedo, como hubiera sido lo normal.
Dicho esto, por la memoria de estos dos grandes e independientes críticos taurinos, con los que trabajé en su etapa radiofónica de Cadena Rato y Onda Cero Radio, les diré que la faena por la que el tontódromo se volvió loco solo tuvo cierto mérito en el trasteo por el pitón izquierdo, que fue poco por la precaución del torero que prefirió darle fiesta por el pitón derecho y hacerle sus cositas de las bernadinas, los pases cambiados y el arrimoncete de valor. Claro, mató de estocada trasera, le dieron dos avisos y descabelló con violencia contra el toro al herirle en los hocicos con el descabello para someterlo, y no le concedieron trofeo. Por supuesto que no, señores del tontódromo. ¿Y que cómo fue el tercer toro? El más encastado del encierro del Conde de Mayalde (Domecq y Contreras). Se dejó en varas aunque repuchándose, cumplió en palitroques y en la muleta fue encastado, con viaje y humillando por el pitón derecho. Por el izquierdo también humillaba pero regañaba molesto, por eso no hizo faena por ahí, a penas.
El quinto toro manseó en varas en tres entradas al caballo y cumplió en banderillas. Por el pitón izquierdo tuvo menos recorrido que por el derecho pero iba con importancia. Por el derecho se dejó amplio. Roca no entendió las embestidas y acudió al encimismo. Trató al toro como uno de las ferias de pueblo (ese no es el poderío de un torero), y mató tan mal que le propició al toro una agonía innecesaria y el presidente le largó los tres avisos, el tercero doblando el toro con lo que no lo pudieron echar al corral. Ahora el tontódromo tuvo que callarse ante la evidencia.
Jorge Martínez confirmó la alternativa con desangelación. Un silencio importante fue el resultado de su trasteo mientras al toro se le arrastraba entre palmitas. Mató de un bajonazo después de estar firme y entregado con un toro, primero del encierro, que marcó el ritmo de la corrida. en la primera vara derriba al picador y a la salida arrolla a Martínez. En la segunda vara calamochea el peto y va el director de lidia (Cayetano) a sacarlo y lo arrolla tan desaforadamente que casi lo desnuda. Mandaba el toro en la plaza y nadie hacía nada. El peruano lo vio todo desde lejos y no se metió en jaleos que no eran los suyos. Luego en la muleta el toro no se entregó pero por encastado tuvo ciertas posibilidades que el toricantano no vio.
El sexto toro se corrió en cuarto lugar mientras Cayetano era atendido en la enfermería, y en este toro Jorge Martínez no tiró la moneda. Lo toreó vulgarmente y le enganchó varias veces la franela. Solo mereció la pena una tanda por el derecho que resultó buena porque se metió más con el toro que por otra parte era bueno, noble y se dejaba amplio.
Cayetano, mermado físicamente y de ideas, comenzó su trasteo al segundo, de rodillas. El toro le apretó reponiendo pronto y se tuvo que tirar el torero al callejón de cabeza, ahora también herido su orgullo. Después realizó un trasteo intrascendente que debió ser más. El toro bueno, se dejó por el pitón izquierdo, quedándose corto por el pitón derecho.
Su segundo toro lo mató en sexto lugar por haber estado en la enfermería no pasando nada de interés ante una embestida sosa y noble pero sin chispa para Madrid.
Los toros del Conde de Mayalde desigualmente presentados, algunos zambombos como el segundo de Cayetano y el segundo de Roca. Mansurrones pero que en general se dejaron en los engaños.
¡Aquí paz y allí gloria!
No hay comentarios:
Publicar un comentario