Primer toro de Alcurrucén que abría la feria de San Isidro 24. Afectuoso. Número 61 de cinco años y siete meses, de 568 kilos. Chico y viejo. Palmas al arrastre.
Que envistan dos toros en una corrida no es buen porcentaje para salvar la dignidad. Sé que el orgullo de los Lozano, aunque anden por ahí sacando pecho, está herido.
Podría decirse, por otra parte, que es lo normal que en un festejo embistan dos de seis, se dejen dos de seis y no embistan dos de seis. Esto es lo normal, y yo lo admito.
Lo que no debe hacerse normal es que te pidan una corrida para Madrid y el ganadero embarque una corrida desigual, regordía (algunos toros) y vieja ( casi todos los toros). Es como si en toda la extensa camada que tienen estos insignes taurinos no hubiera una corrida en tipo para la plaza más importante del mundo y hayan andado, cerrrado por cerrado, buscando "a ver cual echamos pa Madrid".
Yo no voy a entrar en que si tal encaste, o cual encaste es frío en los dos primeros tercios y que luego rompe en la muleta... y esas tonterías que suelen decir los ganaderos que no persiguen el toro bravo completo... en todos los encastes salen toros bravos completos, y en todas las ganaderías se debe trabajar porque los toros sean completos en los tres tercios. Después ya se verán los resultados que no son nada más que el acicate en el trabajo diario de un ganadero.
El toro que abría la feria del 24 era chico y viejo, tenía cinco años y siete meses. Manso en varas y que propició un mitin de los banderilleros. Luego en la muleta bueno, empleándose. Humillando. De recorrido. Encastado que recibió palmitas al arrastre.
Guillermo García Pulido, que confirmó la alternativa con este primero, anduvo suficiente con él, aunque con alguna carencia de colocación en el trasteo por el pitón derecho. Fue avisado.
El segundo toro, uno ensillado de trapío antiguo, dio una de cal y otra de arena en varas, que echó la cara arriba en palitroques y que en muleta de dejó por el izquierdo y con más chispa por el derecho hasta que se hizo tarda su embestida.
Morante de la Puebla, tiró de unipases y detalles por bajo, faltando en su trasteo un planteamiento serio y decidido. Dio un mitin con los aceros. Dos avisos y descabello, con lo que no mató al toro practicando la suerte de matar, sino utilizando un recurso. La autoridad lo llamó al orden, y él (soberbio) se pasó el orden por la entrepierna.
El tercer toro cumplió en varas pero en banderillas hizo que los banderilleros dieran un mitin. En la muleta fue repetidor con interés. Bueno y cortito por el pitón izquierdo. Luego todo se vino a menos.
Diego Urdiales se marcó un quite a la verónica bueno, y en la muleta por el derecho anduvo muy encajado y acompañando por naturales. Dio una vuelta al ruedo por su cuenta.
El cuarto fue un toro chico y gordo que manseó en varas y que se dejó en palos. Saludaron por hacer su oficio los banderilleros pero quien debió saludar fue Curro Javier que lidio el toro desde la salida de los chiqueros, de forma magistral. En la muleta el animal se paró haciendo gala de un descaste tremendo. Fue pitado al arrastre. Morante que no había querido verlo en los tercios anteriores, en el último principió la faena por bajo y ya todo se acabó.
El quinto estuvo bien presentado por viejo. Tenía cinco años y ocho meses. Manso de solemnidad en todos los tercios. Parado. Descastado. Urdiales sin opciones.
El sexto manso en los dos primeros tercios que se dejó sin chicha en la muleta. Guillermo García Pulido lo puso todo en el trasteo destacando su buen concepto del temple.
¡Aquí paz y allí gloria!
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