EN MARBELLA FORTES TRIUNFA, EL CID TOREA Y PADILLA PAJAREA.
Por Agustín HervásOnda Cero Radio
Fortes
La corrida de toros de Los Hermanos Garzón Mergelina, ha demostrado hoy en Marbella que no todo lo de Nuñez del Cuvillo vale. Descastados, desiguales y con muy poca fuerza, solo el segundo toro se ha dejado, mas que todo por las virtudes del El Cid, que por los méritos del animalito. Construyó el de Salteras una faena propia de madurez, con una templanza exquisita y unas distancias apropiadas para que el conjunto resultara armónico y aceptable dentro de un entorno modernista y zafio como resultó ser la corrida en sí. Sin embargo no fue en este toro donde el sevillano obtuvo una oreja, al pinchar la faena, sino en el quinto por matar mejor, después de un trasteo aseado pero carente de viveza por la condición mortecina del burel.
Padilla
Padilla también cortó una oreja al cuarto de la tarde por una faena pajarera y circense a toro parado. No hubo mérito ninguno, salvo un valor demasiado estudiado, como para cortar el trofeo que los incondicionales le pidieron, y mucho menos para dar dos vueltas al ruedo como si el presidente, que estuvo en su sitio, le hubiera negado la entrada en el cielo de los justos, por una faena vulgar y pueblerina como si Padilla no hubiera viajado aquí, desde San Roque, donde la vulgaridad le llenó el seso de fantasías. La pasión que el publico siente por este torero la llevó un espectador a sus ultimas consecuencias arrojándose al ruedo cuando iniciaba la vuelta al ruedo con la oreja, por supuesto el matador se negó a cualquier agasajo y la autoridad, como es preceptivo lo sacó fuera de la plaza. Su primero al pararse y rajarse solo le obligó a oír silencio.
El Cid
No cabe duda que por méritos testiculares Fortes se llevó el triunfo de tres orejas. Una en el tercero y dos en el sexto. Pero la anécdota que el día de su presentación en Marbella se recordará será la de que el primer toro que por sorteo debió matar en primer lugar, el número 61 no pudo salir al negarse a abandonar su chiquero donde pacía plácidamente la paja que en abundancia se encontró, debiendo salir en su lugar el marcado con el número 5 al que se arrimó como un jabato a toro parado. Cuando salió el 61, un burraco manso que se quedó sin picar, algunos intuimos que iban a pasar cosas. Y pasaron. Una que el toro tuvo un encontronazo con el picador pero la puya no hirió, se quedó sin picar, y es obligación de la autoridad que esto no suceda por el bien del espectáculo y del matador aunque este pidiera el cambio. Segundo que la suerte de banderillas fue un despropósito de violencia porque el toro, levantado como estaba se empleó con furia. Y tercero, que una vez en las manos del malagueño, la cosa iba de entrepiernas, y les puedo asegurar, que después de tres cogidas sufridas por Jiménez Fortes, la cuestión testicular se decantó en contra de los pronósticos, a favor del hijo de Gaspar Jiménez. Sin embargo antes de esto pudimos verle un toreo aseado y exacto. Corto pero intenso. Luego los revolcones.
Como este toro se había quedado entero después de los dos primeros tercios, Carretero le dio una lidia exquisita y justa antes de pasar a manos del matador.
¡Aquí paz y allí gloria!
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