LE ENSARTÓ LA TALEGUILLA

LE ENSARTÓ LA TALEGUILLA

Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

Se perfiló entre los dos pitones, marcó su mirada en el morrillo y fue a buscar la muerte volando los pies a la muerte desesperada que anunciaba su mirada. Dejó estocada contraria. Pero el infiel toro también buscó su venganza marcando en el muslo la quemazón del asta. Y le ensartó la taleguilla. Fortes se sacudió la muleta y agarró dos golpes de verduguillo.

Sin triunfo, sin opciones, ni con el sobrero de Montealto, pudo Fortes establecerse en Sevilla. Dos naturales y un trasteo valiente me hacen irme caliente. Con lo que tuvo el chaval ha estado bien. Con lo que ha sido, ha dejado dicho en Sevilla qué quiere ser. Valiente, si. Posible, si. Ahora hace falta que lo podamos ver cuajar un toro.

Jiménez Fortes sabe, porque sus padres se lo han dicho, que el ochenta por ciento de los toros de una temporada no se prestan al lucimiento. Entonces hay que demostrar que uno está “pa tó”. Pues “p ató” ha estado hoy este chaval malagueño del que todos alaban su valor y las posibilidades que se le adivinan. Pero también sabemos todos que si ahora hay fuelle, no necesariamente el fuelle dura siempre. Le llevo vistos cuatro toros en este mes y no se puede estar con más trágalas. No es que lo hayan echado a los leones. Supuestamente los cuatro toros eran de garantías, pero de vez en cuando tendrá que salirle un dulce para que nos enseñe sus capacidades con el capote y con la muleta. Siempre así es mucha tela.

La corrida de El Ventorrilo no ha valido un duro. Descastada, inválida, desigual, fea de hechuras. Ha dado la sensación de ser lo que es, la corrida de la ganadería de un nuevo rico, y aunque haya profesionales del toro detrás, aún las teclas no están tocadas.

Urdiales, voluntarioso en el primero, y con el sobrero cuarto, dispuesto aunque dio la sensación de no entender las embestidas. El final fue toreo por bajo, elegante.

Fandiño dispuesto y aseado en sus toros, dejó algún detalle de sus intenciones pero estrellado.

Tito Sandoval fue ovacionado picando al tercero.

¡Aquí paz y allí gloria!