28 julio 2008

LA BRAVURA DEL TORO

Foto: Domingo Ortega y Tierno Galván

La Bravura del Toro.
Por Agustín Hervás
Publicado en la revista de La Unión Taurina de Abonados de Málaga.

Me piden de la directiva de la Unión Taurina de Abonados, a la que me debo con humildad, como premiado que soy por ellos, una colaboración para este numero de la revista, y me sugieren que la haga respecto a cómo va la temporada y lo que nos espera a partir de este momento. Y he aquí la hora en la que hacer un resumen de los primeros meses de temporada, se supedita, al toro. La temporada ha ido con forme el toro ha embestido y será respecto al que se lidie. Después de Valencia, Sevilla y Madrid, queda el fuerte, lo más espeso, puertos como Pamplona, que se habrá celebrado cuando tengan esta revista en sus manos, Bilbao, y las ferias septembrinas. Observarán que Málaga no la incluyo porque Málaga ya no es referente en las ferias de importancia. Los toreros han vuelto a sestear a La Malagueta. El toro, piedra angular de la tauromaquia, es el enigma mágico que mantiene la esperanza del aficionado. El torero, no es mi intención ofender a nadie, no es más que una comparsa entre los pitones del fiero animal. Nombres como El Fundi, Morante, Perera, José Tomás y sobre todos, El Cid, han hecho posible esa catarsis de comunicación entre los públicos, aficionados, o no, y el torero. Pero ¿y el toro?, ¿es el toro que queremos los aficionados? Voy a remitirme para contestar a la pregunta, a una conferencia que
Domingo Ortega, el gran maestro de Borox, pronunció en 1960 en la peña taurina "Los de José y Juan"
Decía Domingo Ortega:
"El toro no es la pelota, no se le tiene a mano siempre que se desea, y tiene reacciones propias: unas veces embiste de una manera, otras de otra muy diferente; unas veces ataca, otras se defiende. Y del toro hemos dependido siempre todos los toreros. El toro nos ha dado los éxitos, nos ha dado los disgustos, nos ha dado las cornadas, y a muchos les ha dado la muerte en plena juventud... aprendí que para el arte de torear es más importante el toro que el público, y que cuando los toros se entregan, a la larga acaba entregándose el público también... Si el torero tiene un fracaso, el noventa por ciento de las veces es debido al toro; si tiene un éxito, en la parte fundamental también es al toro al que se lo debe... Si no fuera por la bravura del toro no existiría el arte del toreo, ni siquiera el de dar pases. Claro que los toros salen auténticamente bravos en una proporción insignificante... El primer signo de bravura, tal vez el más claro, lo da el toro en su galopar desde que se arranca la primera vez hasta que muere. El toro bravo, cuando se le llama la atención, debe acudir galopando, el trote es signo de mansedumbre, y al llegar al capote que no se apoye en las patas de atrás, todo su impulso debe ir hacia adelante. Cuando vean ustedes un toro que se arranca galopando y sigue galopando hasta el final, pueden estar ustedes casi seguros de que es un toro bravo... Y tienen ustedes que pensar que el hombre y la mujer van a los toros por el peligro que el toro tiene. Nadie desea, naturalmente, que le den una cornada al torero, pero en el fondo van con emoción porque saben que se la pueden dar. Si llegase un día que este peligro y, por lo tanto, esta emoción desapareciese totalmente, todos ustedes se desentenderían de la fiesta de toros... la causa fundamental es poder ver la bravura del toro. Porque metiendo el toro con el capote debajo del caballo no se le ve arrancarse; en cambio, dejándole a una distancia mínima de dos metros se ve claramente si el toro se arranca y cómo lo hace... La bravura es instinto de ataque y no instinto de defensa... El toro que embiste apoyado en las patas traseras es que embiste con reservas... En la suerte de varas no es suficiente que se arranque varias veces de lejos y con alegría, sino que debe
derribar, y si no puede con el caballo, debe apoyarse totalmente sobre las patas delanteras y la cabeza, levantando al aire las patas de atrás y empinando el rabo... Es en la suerte de picar cuando el toro la demuestra,(la bravura)lo que pasa es que después de esa suerte el noventa por ciento de los toros empieza a defenderse con menos peligro porque les queda menos fuerza. Pero cuando sale el toro bravo sigue embistiendo con la misma intención, que es la de atacar, no la
de defenderse..."
Indudablemente después de haber leído al maestro Ortega no recordaremos haber visto toros así en la pasada feria de Sevilla y en Madrid, por fortuna, algunos sí han salido.
No es de extrañar que tal y como está hoy el toreo pensemos, con demasiada certeza, que aunque los toros no salen auténticamente bravos, según las normas del de Borox, sí se dejan torear la mayoría (estoy pensando en la ganadería del Pilar), y como consecuencia de esta afirmación, también se quedan muchos toros sin torear o al menos a los que no se les haya dado su lidia.
En Málaga, fuera del análisis de la cartelería, la asignatura pendiente es siempre el toro. Antes porque queríamos ser una plaza seria de segunda y ahora que somos de primera, andamos buscándolo. Los empresarios nos dijeron que para esta feria iban a mejorar el toro. Lo estamos esperando. Ya, recordemos, en la pasada se levantaron voces a favor del toro que hicieron sonrojar a los empresarios, de los que espero se acuerden de aquel episodio, casi inédito en nuestra plaza. También deseo otra cosa, que el que salga al ruedo salga integro.
Ahí va otro comentario de la conferencia de Domingo Ortega, para terminar:
"El año de mi alternativa, en ocasión que paraba en el mismo hotel que yo, se presentó en mi habitación el gran rejoneador Antonio Cañero y, mientras charlábamos, me enseñó varias cornadas que le habían dado los toros. Llamé a Dominguín para que hiciese que toreásemos juntos algún día. Efectivamente, al poco tiempo toreábamos los dos en Bilbao y vino a buscarme por la mañana para que fuésemos a ver los toros que íbamos a matar por la tarde. Yo, pensando que él llevaba ya muchos años toreando, le dije, puesto que los rejoneadores no sorteaban, que eligiese los dos toros que tenían menos cara; pero se negó diciéndome: "No, vosotros vais a estar a pie desde que el toro salga, y yo voy a estar a caballo hasta que esté medio muerto, lo natural es que yo mate los dos toros que tienen más cabeza." Fíjense ustedes si han variado los tiempos."
Pues si esto se decía en 1960, no quiero decirles a ustedes lo que han cambiado los tiempos 48 años más tarde.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No soy quién para hacer una rectificación al Sabio de Borox pero a mí me da que los toros bravos de verdad cuando embisten lo hacen empujando con el tercio posterior. Cualquier aficionado a los caballos sabe que el motor está detrás (debe estarlo si está domado), y en el toro pasa lo mismo pero de forma natural, ¿dónde dejamos si no ese característico "golpe de riñón" tan propio de la embestida brava, esa forma de remeter las patas bajo la barriga que lo hace salir disparado hacia delante?. No creo que porque galope apoyado en las patas traseras se deba entender que embiste con reservas sino todo lo contrario.


Oselito.

Anónimo dijo...

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