09 julio 2008

IMPÚDICO TORO

La manipulación de los pitones con las fundas
PAMPLONA. FUENTE YMBRO: Quinto sobrero, malo, desiguales de presentación, manejables. EL CID: oreja y silencio tras aviso. CASTELLA: Silencio después de dos avisos y palmas. PERERA: Ovación que saludó y oreja.


IMPÚDICO TORO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio


Era feo, mal hecho, cornalón desgarbado, que cantó la gallina en varas. Era el toro sobrero de la mejor tarde, sobre el papel, de la feria sanferminera. ¡Y era tanto! que a más se veía que Gallardo lo puso en la corrida exclusivamente para sobrero. Complicado, va y se defiende. Mira, y se deja. Avisa, y le da el revolcón al torero. A Castella, a ese torero francés que tanto presume de tenerlos bien puestos, va, y se los echa afuera. El impúdico toro no mostró el más mínimo respeto por las partes nobles, (en este torero hay que decir, las partes duras), de Castella. Castella tampoco respetó la condición del toro pues cada vez le exigía más, sin merecerlo el de Ymbro. Pero ya se sabe que a parte de tener Castella las partes nobles, duras, también tiene la cabeza.
Ahora bien: ¿Porqué salió este sobrero, se estará preguntando la sufrida afición? Por las fundas. Porque resultó que el quinto titular, de 630 kilos de peso, el mejor presentado del encierro, cabeceando el peto y sacando música de estribo, se partió el pitón izquierdo por la mitad, sin el menor atisbo de dolor para el cornudo, ni la menor gota de sangre para el cuerno. La algarabía ajena al suceso seguiáse regando el cuerpo con el tintorro de la tierra, mientras el aficionado rápidamente supo que la culpa de tal suceso era debido a que Ricardo Gallardo es el enfundador del reino, y como se dice que en el pecado se lleva la penitencia pues el ganadero de Fuente Ymbro, castigado ha sido por su iniquidad taurina. Ahora sólo faltaría que se analizaran esos pitones para confirmar lo que todos los aficionados, menos Moncholi, sospechábamos, que los pitones criados con esa manipulación condoniana, se pudren por dentro.
El otro toro de Castella, que hizo segundo, manejable, que le dejó estar. En ambos dio un mitin con los aceros, no matando, sino descabellando, viéndosele el miedo que tiene a la suerte, después del tabaco de Algeciras tras el que hoy reaparecía. Con la suerte de volver a la enfermería con los cojones rotos.
Sostengo que este cartel de hoy en Pamplona es el mejor conjugado, junto al del día 14, y sé que El Cid tiene otra tarde en la que va acartelado con Liria y Fandi. Pero en el de hoy hay algo que canta, ¿quién era la figura, El Cid o Castella? Se diría que Castella, pues El Cid abría cartel. No es que eso sea malo, no, al menos yo no lo entiendo así, pero estaría mejor que una figura como El Cid hubiese estado las dos tardes de feria sin abrir el cartel. Repito, no pasa nada, pero se pueden sacar lecturas distorsionadas como que El Cid no tiene carisma de figura porque no manda, o al Cid no lo llevan bien, porque sus apoderados no son capaces de rentabilizar que ha sido el triunfador de Madrid. Sea como fuere debo decir, que algo pasa, pues fuera de Madrid o de Sevilla, salvedad hecha de Bilbao, al Cid no se le ve como una figura, sino como un buen torero, un torero ortodoxo, y nada más. Supongo que eso repercutirá en todo lo que le rodea al sevillano.
Pero la cosa de figura debe venirle por todo y por todo significa también por rematar las faenas con la espada. Por ella le dieron en el primero una bondadosa oreja tras una faena de oficio a un toro noble y sin fuerza. Y por ella perdió la puerta grande después de múltiples pinchazos tras una faena ligada por el derecho (por el izquierdo no se dejó el toro) en la que le cogió la velocidad y el ritmo de la embestida que resultó ser muy interesante.
Sin duda ha vuelto a convencer Perera en su trasteo al sexto, un toro bueno, con chispa y recorrido que al final se quería rajar. Bajó la mano en las series con la derecha y una extraordinaria por el izquierdo, pitón por el que se acabó antes, pero la faena tuvo cuerpo y fuerza. Cortó una oreja. En el trasteo al tercero que fue manejable pero que se apagó estuvo con mucha disposición pero no le respetó la distancia de la embestida ahogando al toro.

¡Aquí paz y allí gloria!

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