06 junio 2008

ENTRE LA ANESTESIA Y EL AMOR PROPIO

Miguel Angel Perera

ENTRE LA ANESTESIA Y EL AMOR PROPIO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

LAS VENTAS. OTRA DEL ANIVERSARIO. NUÑEZ DEL CUVILLO, chicos y terciados, impropios de Madrid. Mansurrones, 4º manso encastado, 3º encastado en bravo. Manejables. 1º descompuesto a la muleta, 6º sin entregarse. EL CID: silencio y ovación. PERERA: palmas y dos orejas. TALAVANTE: oreja y ovación.

Madrid estaba anestesiada. Cuentan que lo de Tomás fue tan "fuerte" ayer que se pudo recuperar lo de Santo Tomás, así es. Y en verdad que debió ser porque la ciudad dormitaba en el limbo de la tontura y el espejismo del desierto. Todo había sido real pero aún algunos andaban pellizcándose los carrillos. Hoy la corrida prometía, pero la gente anestesiada no veía la forma de despertar y claro no podían despertar con tamaña pequeñez de los cornúpetas. Todo ya es largo, todo ya se hace pesado y seguro que los reconocimientos también, y quizás por eso los veterinarios y la autoridad aprueban lo que aprueban. De manera que parecía que la cosa no iba a prometer.
Ver al Cid con un perritoro con pitones y sin fuerza, después de haberlo visto como se le ha visto en San Isidro, como que no era lo que se esperaba. Y vuelta a empezar, ser triunfador de San Isidro le valió al de Salteras la ovación de recibo que compartió con sus compañeros, pero vuelta a empezar, es la tragedia de este torero, reconocido, pero discutido y a la hora de comer, el mejor plato para el de Galapagar. ¡Escuece! La figura es la figura y a ese escalafón, para bastantes más de los que parece, no ha llegado El Cid. Pero salió el cuarto, lo desengaña y lo hace embestir, tiene mérito la faena y al aficionado le consuela verlo así. El nivel se exigencia es mucho, pero el torero lo supera. Otra vez mal con la espada y hoy si que no tiene perdón, porque esa oreja había que haberla cortado, sin ella la faena no sabe lo mismo que otras a las que hasta les sobraban las orejas.
La anestesia fue pasándose en el tercero de la tarde, un toro bueno y bravo para la muleta que Talavante toreó por debajo de las posibilidades del animal, pero suficiente para su ego. Si digo bien, de todas sus actuaciones en Las Ventas como matador, es la mejor que le he visto, claro que de lo contrario sería de pecado mortal. Faena en conjunto armónica, ligada que llegó al publico, pero El Tala lo puede hacer mejor. Sin opciones en el sexto aunque recetó una de las series más limpias y buenas de la tarde.
Y llegó el amor propio. Probablemente uno de los toreros con más amor propio que yo conozca en la actualidad se llama Miguel Angel Perera a quien no había tenido la oportunidad de verlo bien, quizás porque las tardes que hemos coincidido el exceso de amor propio le haya llevado a atropellar muchas razones del toreo que como se sabe, en realidad no existen, pero como las brujas, las hay. A pesar de estar entregado en el segundo, la faena no ardió porque el toro iba muy a su aire, pero en el quinto ha cuajado una importante con un trasteo superior lleno de temple y ligazón que como se sabe son virtudes patrias del oficio de matador. A eso hay que añadirle el primer verbo, que conjugado desde la distancia como ha sido conjugado este, tiene aún más mérito, el de parar. El mando, el mando en realidad, en la faena que Perera ha dictado, ha estado en el conjunto de su construcción.
Se le pidió, por el sector ignorante del clavelismo y la gomina, la vuelta al ruedo al toro. Menos mal, que Don Cesar estaba en el palco porque si está Trinidad, se la da.

¡Aquí paz y allí gloria!

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