Fotografías de Picornell.
Pie de fotos, Agustín Hervás
Suele ocurrir que los herederos no sepan o no puedan mantener el prestigio de lo que los pioneros construyeron. Nunca fue la ganadería de Daniel Ruíz de mi predilección, pero he de reconocer el esfuerzo que hizo este ganadero por encontrar su lugar en el taurineo andante. Eso no quiere decir que este toro sea impresentable aunque en apariencia tenga cuernos... y solo cuernos.
Es prioridad de las figuras el encantamiento, esa prestidigitación muleteril que hace invisible al ojo benevolente del público los trucos del alivio. He aquí una prueba.
Cuando un toro se cae, este se arrodilla que es aún peor, la fiesta se cae. Este axioma nunca lo han entendido los taurinos. Los aficionados sí. Si el toro se derrumba se derrumba la fiesta... y a otra cosa mariposa, pero si el toro se arrodilla... este es un síntoma de servilismo difícil de solucionar porque el poder de una muleta que torea por bajo no tiene su recompensa en la fuerza y el ímpetu de la bravura.
La fotografía de Picornell es bastante elocuente, poco más se puede añadir, que dar el pésame a la vieja Malagueta por lo mortecina de su dignidad. ¡Vaya falta de respeto!
Me alegra que Fortes no haya salido cogido en esta ocasión. Espero que haya aceptado su condición de mejor torero de lo que hasta ahora nos había dicho y que el valor lo administre para cuajar toros, a ser posible, más toros que este sumiso novillito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario