Francisco de Quevedo y Villegas. Nació en
Madrid en 1580 y fue otro de los grandes autores de la literatura del llamado
“Siglo de Oro”. Hizo gala de la versatilidad de su pluma, conocido por su prosa
y por su verso. En Valladolid, ciudad donde adquirió su fama de gran poeta, se
hizo famoso su rivalidad con Góngora. Se dedicó a la poesía desde muy joven, y
escribió sonetos satíricos y burlescos, a la vez que graves poemas en los que
expuso su pensamiento, típico del Barroco. Sus mejores poemas muestran la
desilusión y la melancolía frente al tiempo y la muerte.
Fragmento de “Fiestas en que cayeron todos
los toreadores”
Al toro es fuerza buscarle
con diligente talón,
y es gala solicitarle;
que el “Ucho, hó”, y aguardarle
denota lejos y halcón.
Si con decir que cayeron,
los quisieron deshacer,
respondan los que lo vieron,
que los serafines fueron inventores del caer.
Esto sí ha sido extremarse
en rejones y en heridas,
y a todos aventajarse,
pues salieron a tomarse
con los toros a caídas.
Los lectores del toreo
graduados de balcón,
que en salvo vierten poleo,
tienen parlado rejón,
y muy poquito peleo.
No hay buscar aquí,
el buscallo o recibillo
al toro más baladí;
que si hay torillejo osquillo,
ha de haber el vente a mí.
¿Ves con el polvo de la lid sangrienta
crecer el suelo, y acostarse el día,
en la celosa y dura valentía
de aquellos toros que el amor violenta?
¿No ves la sangre que el manchado alienta
el humo que de la ancha frente envía
el toro negro y la tenaz porfía
en que el amante corazón ostenta?
Pues si lo ves, ¡Oh Lisi! ¿Por qué admiras
que cuando amor enjugan mis entrañas
y mis venas volcán reviente en iras?
Son los toros capaces de sus sañas,
y no permites cuando a Bato miras
que yo ensordezca en llanto las montañas.
Francisco de Quevedo
En los últimos decenios del siglo XVI el romancero adquiere nueva vitalidad merced al gusto que se despierta por el cultivo del romance en los poetas jóvenes.
Fragmento del “Romance de una enamorada”
tomado de la tradición oral en Reocin, provincia de Santander:
-Noticias traigo Teresa,
noticias traigo muy malas;
que Francisquito está malo,
está malito en la cama;
que ayer tarde fue a los toros
y uno le dio una cornada.
-Dame las señas del toro,
le voy a matar mañana;
dame las señas del toro.
-Te las daré sin tardanza:
las señas del toro son
el color como la plata,
el morro tiene morino,
y la frente amolinada;
los cuernos son como agujas
que del suelo sacan pajas.
-Madre, hágame un vestido
ni de luto ni de nada,
aparéjeme la burra
que me voy a la Arbolada.
A la entrada de la Arbolada
las campanas retumbaban;
A la entrada de su casa
entre cuatro lo sacaban.
-Adiós, Francisco del alma,
Para siempre adiós, adiós.
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