Segunda etapa siglo XVI-XVIII
Siglo XVI Entre los autores de esta época
destaca la obra del sevillano Baltasar de Alcázar:
Fue el sexto hijo de don Luis del Alcázar,
jurado del cabildo municipal de Sevilla. Se alistó como soldado en las galeras
de don Álvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz. Durante un tiempo fue
prisionero de los franceses, que lo liberaron poco después. Sirvió también en
la guarnición militar del castillo de Jaén, época que recogió en diversos
poemas. Siendo ya conocidos algunos de sus poemas, se casó en 1565 y fue
nombrado por el duque de Alcalá, don Fernando Enríquez de Ribera, alcaide del
castillo y villa de Los Molares. En 1583 vuelve a Sevilla para convertirse en
administrador del conde de Gelves. Ya mayor se fue a vivir con una hija suya a
Ronda, donde enfermó del mal de piedra y de gota, muriendo en 1606 sin haber
publicado ninguna de sus poesías. Estas se conservan gracias a las copias de un
solo manuscrito, hoy perdido, que confeccionó el pintor Francisco Pacheco, quien
también dibujó el único retrato que se conoce de él. En su poema A la fiesta de
toros en Los Morales se describe la fiesta de los toros en Los Molares
(Sevilla) en el año 1574, donde se realizó un festejo taurino con motivo de las
celebraciones en honor del nacimiento de Juana Cortés de Zúñiga hija el
conquistador Hernán Cortés.
Reproducimos un fragmento:
A la fiesta de toros en Los Molares -
Baltasar de Alcázar.
Yo que vuestra beldad tengo ofrecida por
sujeto divino y necesario para dar a mi canto eterna vida, aunque parezca yerro
temerario hurtar el tiempo a lo que trato agora
y ocupar el ingenio en caso vario, con vuestra permisión, pienso,
señora, contar la fiesta que ofreció a Lucina la rústica canalla que os adora.
Considerado bien, todo camina a daros gusto,
aunque por nueva senda (si os puede gusto dar mi pluma indina),
A partir de mediados del siglo XVI se inicia el llamado “Primer siglo de oro de la poesía taurina” de la mano de autores como Lope de Vega, Luis de Góngora o Francisco de Quevedo o el Conde de Villamediana, como claras referencias a las que les siguen las plumas de Bartolomé Leandro de Argensola, Esquilache, Medinilia, Ruíz de Alarcón, Mira de Amescúa, Valdivieso, Vélez, Quiñones de Benavente, Gabriel Bocángel, o Zárate y un siglo después la figura genial de sor Juana Inés de la Cruz que escribió este soneto:
Si los riesgos del mar considerara,
ninguno se embarcara; si antes viera
bien su peligro, nadie se atreviera
ni al bravo toro osado provocara.
Si el fogoso bruto ponderara
la furia desbocada en la carrera
el jinete prudente, nunca hubiera
quien con discreta mano lo frenara.
Pero si hubiera alguno tan osado
que, no obstante el peligro, al mismo Apolo
quisiese gobernar con atrevida
mano el rápido carro en luz bañado,
todo lo hiciera, y no tomara sólo
estado que ha de ser toda la vida.
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