Manzanares. Foto Saldumar Viajes
SÉPTIMA DE ABONO DE LAS FALLAS 2014
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
El compromiso reivindicativo era hoy o nunca, por eso le cambió la cara a Morante cuando vio devolver el primer Juan Pedro a los corrales por inválido. Ninguna de las tres figuras toreará en Sevilla, y la cosa tendría su miga si el final de la corrida hubiera sido como el principio.
Pero todo se arregló por Morante, virtuoso donde los haya con el capote sembró de finas verónicas el ambiente, con un empaque de embrujo, y luego hizo al segundo un quite por chicuelinas mecidas abrochadas con una media de categoría. ¡Esas chicuelinas que Morante ha elevado de lance superficial y de alivio, a lance fundamental y de poderío! Porque sepan ustedes que como el de La Puebla interpreta la chicuelina, no ha habido nadie en la historia del toreo que lo haya hecho. Embarca al toro en los vuelos del capote para traérselo toreado a la cintura cuando un giro de muñeca vacía con temple la atemperada embestida del toro, girándose con garbo buscando siempre la cara del animal. Es el toreo, fundamento de la personalidad de este matador que le ha puesto nombre a tantos lances, tantos hechos y tantas actitudes, como nadie nunca había sido capaz de hacerlo. Decir Morante es arte y decir arte es Morante. El sabor del toreo. Luego la faena fue otra cosa. Si con interés, con continuidad. En tono menor por el pitón izquierdo del segundo toro, y con aseo y disposición en el quinto al que remató con unos soberbios ayudados de enjundia y estética. De aquel segundo se llevó una oreja porque cosa rara, mató bien.
Otro al que la tarde “puso en su sitio”, fue a Finito de Córdoba. Con un toro que no era toro, el cuarto, anduvo de menos a mas. Aseado, fuera de cacho por el trasteo derecho. Sin continuidad. Y por el izquierdo toreando por fuera, hasta que la estética tapó los defectos y se centró mas, de nuevo, por la diestra. Por matar bien recibió la oreja del toro menos bueno del encierro. Con el sobrero primero. Por naturales, y por su estética cayó bien al respetable, aunque la faena y la estética estuvieran mediatizadas por la falta de fuerzas del toro. Mató mal.
En el tercero se aseguró la puerta grande de paisanaje Manzanares. Cortó dos orejas. Pero sobró una. Aquellas conseguidas con toreo mas ortodoxo. Estas a base de destoreo. Cosa que por otra parte no le importaba a la plebe valenciana. El capote que usa el alicantino es grandísimo. Triplica al de Morante. Se diría parafraseando a los caballistas, aquello de capote grande ande o no ande. Y luego con el mejor toro, el tercero, el mas boyante, pero el mas feo, Nos dio un recital de pico, despegue, echándose encima del toro, descaradamente, para mancharse la taleguilla y que no se dijese que no se había arrimado. Recetó una de sus soberbias estocadas, y le cayeron las dos pelúas. El sexto toro, que parecía un buen toro, se partió una mano y Manzanares lo mató. Antes había toreado con relajo con ese inmenso percal, y le tocaron una floreada. La primera de la feria y ya llevamos mas de la mitad en el desolladero.
Los toros de la ganadería artista de Juan Pedro, cinqueños, muy escasos de fuerzas pero manejables, sin atisbo de peligro. De carretón. Se diría que amorantados. El primero como sobrero, por el anterior inválido perdido. Como consecuencia la suerte de varas un suspiro. Propongo que en el nuevo reglamento se llame la suerte del picotazo.
Curro Javier, de la cuadrilla de Manzanares saludó después de parear con verdad al tercero.
Salieron todos contentos, los profesionales más porque sentían haber salvado la fiesta. ¿Se lo creerán algunos?
Otros se cachondeaban de los sevillanos.
¡Donde las dan, las toman!
¡Aquí paz y allí gloria!
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