Mantones de Manila en la plaza. Foto: Manolo Ortega.
VILCHITAS
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Los vilchitas son especímenes encuadrados dentro del grupo animal de los urbanitas que derivan de cierta tendencia político – social izquierdista y que absorbe a subespecies rancias entroncadas con los frikis.
El vilchita como su propio nombre indica tiene su hábitat en los alrededores de la avenida de Vilches y mora por los barrios de la taurinidad almeriense. Merodea en los círculos sociales de la ciudad, también en los taurinos, dónde se introduce traidoramente depositando sus huevos como el cuco. Busca reconocimientos y apoyos políticos infiltrándose en las estructuras asociativas de la ciudad (peñas taurinas y sociedades recreativas) donde pronto será reconocido poniendo miras de altura.
El vilchita, obtenido el reconocimiento de la mediática y caduca casta política, observa, señala y acecha a sus presas para atacarlas a la yugular, en un descuido. Mordidas así sus víctimas, se desangran y mueren. Es entonces cuando el vilchita arrogante y patánico, siente la necesidad de reemplazarlas como favor al hábitat en el que mora.
La sociedad almeriense no tiene en exclusiva a este espécimen que no es tan raro y frecuente como cabría desear. Cada ciudad, sobre todo en la Andalucía emergente, tiene a sus depredadores, por ejemplo los malagueños tienen a los malaguitas.
El vilchita es especialmente sensible a la presa taurina, porque esta suele ser abandonada a la suerte del depredador que entrecomillo es el taurinito de turno que lo hiere, y que sintiéndose herido (caso de presidentes de plazas de toros, presidentes de club taurinos, asesores de políticos para asuntos taurinos, y otros cargos de notoriedad social) por los mordiscos de la taurinidad, sucumben sin almas salvadoras que pudieran asistirla.
El vilchita explícitamente apoyado por los mass media del régimen consigue el triunfo que le da para pavonearse por la avenida de Vilches cantando las excelencias de su gestión.
La estructura del toreo moderno ordena un nuevo futuro, que ayuna del pasado y desprecia sutilmente las bases que con sangre sustentaron la historia de la tauromaquia. Todo cambia. Todo se transforma y el vilchita satisfecho se ríe en las mismas narices de los que, románticos aún, sueñan con recuperar la casta del toro, la depauperada suerte de varas, la gallardía y la hombría del torero, y en fin la dignidad de una fiesta que se viste de Armani y pasea en las fotografías de las revistas de moda, un toreo que sólo se conforma con medios muletazos, preferibles de adorno, soportados sobre el medio toro, justo de fuerzas y capitidisminuido.
VILCHITAS
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Los vilchitas son especímenes encuadrados dentro del grupo animal de los urbanitas que derivan de cierta tendencia político – social izquierdista y que absorbe a subespecies rancias entroncadas con los frikis.
El vilchita como su propio nombre indica tiene su hábitat en los alrededores de la avenida de Vilches y mora por los barrios de la taurinidad almeriense. Merodea en los círculos sociales de la ciudad, también en los taurinos, dónde se introduce traidoramente depositando sus huevos como el cuco. Busca reconocimientos y apoyos políticos infiltrándose en las estructuras asociativas de la ciudad (peñas taurinas y sociedades recreativas) donde pronto será reconocido poniendo miras de altura.
El vilchita, obtenido el reconocimiento de la mediática y caduca casta política, observa, señala y acecha a sus presas para atacarlas a la yugular, en un descuido. Mordidas así sus víctimas, se desangran y mueren. Es entonces cuando el vilchita arrogante y patánico, siente la necesidad de reemplazarlas como favor al hábitat en el que mora.
La sociedad almeriense no tiene en exclusiva a este espécimen que no es tan raro y frecuente como cabría desear. Cada ciudad, sobre todo en la Andalucía emergente, tiene a sus depredadores, por ejemplo los malagueños tienen a los malaguitas.
El vilchita es especialmente sensible a la presa taurina, porque esta suele ser abandonada a la suerte del depredador que entrecomillo es el taurinito de turno que lo hiere, y que sintiéndose herido (caso de presidentes de plazas de toros, presidentes de club taurinos, asesores de políticos para asuntos taurinos, y otros cargos de notoriedad social) por los mordiscos de la taurinidad, sucumben sin almas salvadoras que pudieran asistirla.
El vilchita explícitamente apoyado por los mass media del régimen consigue el triunfo que le da para pavonearse por la avenida de Vilches cantando las excelencias de su gestión.
La estructura del toreo moderno ordena un nuevo futuro, que ayuna del pasado y desprecia sutilmente las bases que con sangre sustentaron la historia de la tauromaquia. Todo cambia. Todo se transforma y el vilchita satisfecho se ríe en las mismas narices de los que, románticos aún, sueñan con recuperar la casta del toro, la depauperada suerte de varas, la gallardía y la hombría del torero, y en fin la dignidad de una fiesta que se viste de Armani y pasea en las fotografías de las revistas de moda, un toreo que sólo se conforma con medios muletazos, preferibles de adorno, soportados sobre el medio toro, justo de fuerzas y capitidisminuido.
1 comentario:
Anda que no hay madrileñitas por el patio del desolladero de Madrid. Mas que en Vilchitas y Malaguitas.
Salud
El Coronel
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