Juan
Galacho me hace llegar estas
fotografías publicadas en la El Ruedo del año 1963
haciéndolas coincidir con la muestra homenaje que se le tributa a partir de hoy en las Ventas al maestro Antonio
Ordóñez.

Aquí se le ve con su cuñado Luis Miguel
Dominguín con quien protagonizó una rivalidad que se determinó en llamar "verano sangriento"

Antonio
Ordóñez dejó constancia de su maestría con el capote. Lo vemos en dos fases del lance en el cual se recorta al toro para echarse el capote detrás.

... y su manera tan torera de rematar las suertes...

... o de recortar los toros para pararlos...

... o de torear a la verónica, sentando escuela...

Y en el lecho del dolor junto a su esposa
Carmina...

... aquí en 1949 con un novillo en Madrid.
Obsérvese la cabeza del novillo...

Para que aprendan algunos, incluidos sus nietos, a torear a la verónica...

... o a lancear con la rodilla
genuflexa, marca propia de la casa...
Véase cómo se inicia la media verónica...

... o cómo se larga capote...
Mucho se habla de la tauromaquia de Antonio Ordóñez, y todos coinciden que no tenía parangón. Y muchos hablan de su carácter, y ciertamente lo tenía... pero debemos pensar que quizás era así porque se sabía dueño de una virtud que alcanzaba ya a la decadencia. Se sabía torero. Profundamente torero.
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