06 abril 2008

LAS SEIS MENTIRAS

Morante fue portada de la revista 6 toros 6.

LAS SEIS MENTIRAS
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
SEVILLA 08. Toros de Parladé, el primero como sobrero. Sin casta. El quinto fue pitado. Finito de Córdoba, silencio tras aviso y silencio tras aviso; Morante de la Puebla, ovación tras dos avisos y silencio; Salvador Cortés, ovación y silencio.

Rafael El Gallo solía, (así me decía mi chache Miguel que venía a Sevilla a la trata de ganado, cuando en la feria se trataba), comenzar las faenas con ayudados por alto cargando un pelín la suerte. Morante lo hizo al final de la faena y le quedó bien. El compromiso de este torero sevillano con el Cossío, es más profundo que el que tiene adquirido, como engaña bobos, Luis Francisco Esplá. Mientras Esplá se viste de Cossío, Morante torea como se escribe en el Cossío. Nada tuvo la tarde de reseñable más que la faena del de La Puebla al segundo porque todo lo demás fue un fraude de ley, pues la ley permite estas cosas. Permite a Finito operarse la nariz para ganar estética y perder profundidad y pasión. En verdad que prefiero la de Cyrano. Permite a Cortés, ser basto y deslavazado, pero sobre todo, permite a Juan Pedro llevar a La Maestranza una sarta de mentiras que se contaron hasta seis y que se pueden enunciar: Primera, toros. ¡Mentira!, mulos. Segunda, bravos. ¡Mentira!, cabestros. Tercera, presentados. ¡Mentira!, anovillados. Cuarta, cornudos. ¡Mentira!, acornes. Quinta, con fuerza. ¡Mentira!, débiles. Sexta, sanos. ¡Mentira!, enfermos.

Si en el reglamento, más allá de las tonterías del tiempo de los avisos, de si presidentas y presidentes, Soriano hubiera incluido la obligatoriedad aleatoria, o no, de analizar pitones y vísceras de los toros que se lidian por nuestras plazas, hoy podríamos saber cosas de cómo estaba la corrida de Cebada o esta de Parladé porque no es normal que de seis, seis no embistan. Yendo más allá y suponiéndole salud, aún sería más deshonroso para el consorte Conde del Asalto, que como buenos mulos para el ubio, no embistieran. Los matices existen, peor para el ganadero, y cuantas más cosas apuntemos de la corrida, peor para él. Digamos pues que el primero se fue a los corrales por inválido y salió el sobrero de la misma casa sosón que se quedaba corto. El segundo se dejó por el derecho. El tercero, un retrato de familia, soso y bobo. El cuarto de más a menos. El quinto un mulo y el sexto a su aíre, como Meneses.

Arrojemos lastre. Muy mal con la espada Finito, tal que si el reglamento de Soriano fuera un reglamento como Dios manda (pero la ausencia de Dios es evidente), se debieron haber llevado preso al del Córdoba, por no matar sus dos toros. Finito lo que hizo fue solo descabellarlos. Sin confianza en la faena, con precauciones, despegado y por el izquierdo le quitaba la muleta de la cara, al toro. Inseguro. En el cuarto solo dio una serie buena por el pitón derecho.
Salvador Cortés no le pilló el aire a la embestida del tercer toro, que tuvo pocas arrancadas pero buenas, hasta que se ahogó. Aún dio otra tanda por el derecho que no crujió y por el izquierdo nada vimos. Cierto es que no tuvo posibilidad de nada con el sexto que embestía a su aire y sin fijeza. Pero también es cierto que una lidia sobre los pies, no hubiera venido nada mal. ¿No se me dirá que lo de la lidia sobre los pies no se lleva? Eso está en el Cossío y si Morante hace cosas del Cossío, Cortés también puede. Por cierto Morante hizo toreo sobre las piernas, pero claro, estético. Cortés no sabe ser estético y bueno, es lo que hay y cada uno es cada uno. De manera que a aguantarse.

No quiero escribir del quinto toro. No era un toro, era un mulo para uncir. Quiero escribir de Morante de La Puebla en el segundo toro. Anovillado, culi pollo. Llevándolo con el capote en una lidia sobre los pies, como si fuera un peón, pero a lo estético, ¡bueno a lo estético!, el que la gordura le da a la estética. Y lo remató con una media verónica antigua de esas que se dice pasa pero no te vayas. Te quedas. Luego de estrellarse en el peto pero cumpliendo, y de hacerle un quite ¡por verónicas!, Cortés, fue a banderillas con suficiencia. Abrió Morante la faena genuflexo, por bajo y abrochando con un trincherazo de olé. Cogió la muleta en la derecha y le aseó la carita con cuatro y cerró con la trinchera que quedó bonita. Volvió a la derecha y en otra tanda de cuatro suaves muletazos para cambiar de mano. Templado. Así por alto y al natural. Pero el toro se quedó corto y como no iba a ser pues un aliño sobre los pies, bien sazonado. Y a la derecha, despegadito pero entregado el torero y manando cabello de ángel, y luego ese cierre de faena encontrado en las páginas de don José María. En molinetes abelmontados, más abelmontados que los que daba el trianero Emilio Muñoz. Y cerrando por alto, como decía mi chache Miguel que lo hacía El Divino Calvo. ¡Del Celeste Imperio! Y luego en corto y por derecho, aunque pinchara, matar es en corto y por derecho, y aunque pinchara y se le avisara, matar es en corto y por derecho. Lo firmó Morante.

¡Aquí paz y allí gloria!

1 comentario:

Anónimo dijo...

he estado viendo algunas cronicas de esta corrida,y de verdad,no comprendo esa fata de coherencia en algunos criticos "puristas y mujaidines".
vamos a ver,si el toro de JP era un invalido y gatitos diciendo miau,refiriendose a su bravura,¿como se les puede criticar a los toreros su comportamiento?
nos aclaramos o no nos aclaramos,
porque nos estais volviendo locos.
o la cuestion es meterse con todo el mundo.
cortinar