05 noviembre 2007

SUMMA ARTIS

Foto: Ponce con la derecha. Por Erpacomuro.

SUMMA ARTIS
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

Era un festival, el novillo colorado, de fiera embestida. Siempre me imaginé el toreo como aquella tarde lo interpretó Miguel Márquez y desde aquella tarde no me interesó otro toreo. Sí, bien lo de Curro y lo de Paula o lo de Morante. Pero el toreo de verdad, de dominio lo hizo un matador en trance de reaparición y yo fui testigo.
Salió el novillote con pies, dio dos vueltas y a la tercera el pequeño gran hombre, el león de Fuengirola se abrió de capote que el animal tomó con claridad pero con pujanza. La primera verónica fue de tanteo, pero la lucida cabeza de Miguel vio rápido y con claridad la embestida y a partir de ahí se sucedieron sin solución de continuidad una serie de lances con la barbilla en el pecho, la pierna contraria adelantada y la de salida ganando terreno. Ese era el toreo soñado por mi, y ahora Márquez me lo ofrecía como un regalo al aficionado desconocido, como un presente infinito lleno de carga histórica y de verdad pura en el toreo. Era en ese momento, y no en ningún otro, ni antes ni después de aquello cuando verdaderamente vi torear a la verónica. Supe desde entonces que se podía torear de capote y que lo de Espartaco, por ejemplo, era una pantomima jaleada por los públicos. Y que lo que después le vi a matadores como Curro, Paula, Manzanares, Julio Robles, eran versiones, variaciones, más o menos estilistas de un tema que no tenia más que una verdad, la de que es posible el toreo cruzado, sin ser un recurso para que el toro embista. Márquez me enseñó ese día cómo hay que poderle a los toros y cómo ganarle los pasos toreando de capote a un toro levantado. Por eso tras aquel ramillete de verónicas sacándose el toro hacia los medios en una rítmica danza de dominio, abrochó con una tan poderosa media que el utrero quedó clavado en el anillo, quieto, estático, quebrado y derrotado en aquella feroz embestida.
Se picó, se banderilleó y aún aquel encastado tuvo pies para acudir pronto a la muleta de Miguel. Abrió con dos trincherazos por bajo para continuar con el dominio ante aquella fuerza de la ira y dos pases más suaves para comprobar que iba embebido en el engaño y a partir de ahí el toreo con mayúsculas que no es otro que el de citar adelantando la pierna contraria y cuando el toro va embarcado ganarle terreno adelantando ligeramente la de salida. Y ese, y no otro es el momento natural del cruce porque en la trayectoria obligamos al toro a desplazarse de la rectitud de su embestida siendo esta la forma natural de ganar terreno y llevar a los toros donde queremos. Claro si el toro se deja porque si no hemos de emplear otra técnica, otra lidia, otra tauromaquia.
Miguel, en redondo y por naturales toreó. Cualquier otra variación sobre el tema será otra forma distinta de dominar a un toro, pero el toreo de verdad es ese.
Cuando se dice que hay que ponerse en el sitio dónde cogen los toros, lo que se está diciendo es que hay que pisar un terreno vedado a la facilidad del toreo y Ponce con ser cabeza privilegiada no se pone. Es inteligente para sacar faena a una burra, lo cual tiene su mérito, pero muy pocas veces se ha puesto en el lugar donde cogen los toros y para que no te cojan debes desviar su trayectoria toreándolo. Ese y no otro es el sentido que tiene la frase de cruzarse con los toros. Cuando a toro parado Ponce se empeña en ponerse al hilo del pitón, eso es perfilería. Cuando iniciado el viaje Ponce arquea la figura, eso es alivio. Cuando Ponce le hace esto a todos los toros, buenos o malos eso es, se dice, ser nuevo académico de las artes. Aquel diminuto torero lleno de corazón, se cruzaba a toro parado y luego en la continuidad de los muletazos, no toreaba al hilo del pitón, seguía cruzándose en cada pase porque así lo dictaban los cánones del toreo y la honradez de un corazón que terminó matándolo.
Tengo claro lo que es torear, lo que no tengo tan claro es que hoy en día haya toreros que sepan torear. Los hay que se aproximan y cuando lo hacen gustan y algunos de ellos hasta nos emocionan como ha ocurrido esta temporada con Manzanares, con Juli, con Talavante, con Castella, con Bautista, si quieren con Tomás, aunque "así no es".
No tengo el discurso de Ponce en su integridad. No trataré de quitarle mérito ni importancia a este evento académico, me parece bien, pero también me parecería bien que esta academia y cualesquiera otras se acuerden de otros toreros que también puedan tener alma de académicos.
He leído las frases sueltas del discurso de Ponce y en general está bien lo que dice, salvo en lo que ha provocado este comentario. Pero lo más importante para mí es que lo que dice, como lo dice, y dice toreando, es la misma esencia del toreo. Esencia que otros toreros ejecutan ad person. Un arte, sí, pero efímero, se crea y se destruye en un instante, por eso es como es. Bello en sí mismo y grande, tan grande como permita el juicio critico de cada aficionado. ¡ Es que ya no puede ser más grande! ¿No se comprende que lo es porque está dentro de nosotros?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jopé Hervás, menudo artículo, para enmarcarlo. Cuanta razón en lo de Miguel Marquez, otro de los toreros olvidado por los chovinistas y aficionados "mediáticos".

Enhorabuena
Arenero