14 noviembre 2007

TORERO, MONASABIO Y DUENDE.

EL TORERO
Ser torero no consiste en ejecutar bien unos lances ni menos en ser un especialista de esta o esa suerte, ser torero en toda la extensión de la palabra, consiste en muchas cosas más... Hay que conocer los toros y saber lidiarlos según sus condiciones variadísimas, en corregir sus defectos a ciencia y con ciencia, es decir, con plan, técnica y eficacia; en poder con ellos, dominarlos, vencerlos y.. convencerlos de cómo tienen que embestir. Y después de todo esto "torear". Los diestros de hogaño (magníficos toreadores) no suelen ser "toreros" porque lo único que saben hacer es estarse quietos, dar el parón, bajar mucho las manos y dar el lance largo, lento, rítmico, cadencioso y hasta un poquito melancólico, siempre en colaboración con el torito en su dócil y blandengue acometida. Y si el torito no colabora, el "toreador" nada tiene que hacer, porque no sabe - que no se cuidó de aprender, ni nadie de exigirle - en todas las demás cosas que siempre han hecho los toreros con los toros.

Curro Guillen. De Dos Dinastías Famosas.

MONOSABIO
Un buen monosabio debe hacer como que tira del caballo hacia el toro y, sin embargo, que no sea verdad, y también debe hacer algo para espantarle; es decir, dedicarse a lo que se llama " entretener" la suerte.

Ramón Gómez de la Serna.

Foto: Camarón

DUENDE
El muletazo que brota pringado en duende es siempre, siempre una revelación de la divinidad, un túnel o agujero que momentáneamente une a dos mundos incomunicados y extraños entre si. Así como se ha científicamente demostrado que en el instante más intenso del traumatismo estático que el orgasmo provoca, el amante (durante más tiempo el hombre que la mujer), está clínicamente muerto durante un fugacísimo lapso temporal, de igual modo el torero poseído por el espíritu del Duende, en el momento cumbre del muletazo, está clínicamente muerto, no está en este mundo... El Duende surge cuando el hombre está muerto, cuando el hombre pisa durante esa milésima de segundo territorios del más allá.

Joaquín Albaicín

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los monosabios que no son santos de mi devoción, deberian intentar ser menos protagonistas, meterse la "varita" en la cuadra y ellos en el callejon, hasta finalizacion de la suerte, salvo para cambiar la vara, poner el estribo, etc. y destapar el ojo izquierdo del cabalo. Al menos en Madrid.
Salud

Anónimo dijo...

Según he oído a Camarón lo pusieron en San Pedro de Alcántara para matar unos becerros y...no fueron capaces de dar con él. Puntillero.