FERIA DE MALAGA 2006. QUINTA DE ABONO
FALTA DE CASTA EN DISTINTOS GRADOS
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Esa norma taurina inventada por los políticos andaluces para darse tiza nada dice de la liturgia de la corrida y de la urbanidad del festejo. Ayer era una toalla en el ruedo y hoy unos picadores que se van del ruedo en el sentido de las agujas del reloj. Nada dice la norma y como consecuencia ancha es Castilla para en dos minutos cargarse lo que en toda una vida se ha venido haciendo. Los picadores deben marcharse al contrario de la marcha de las agujas del reloj. Se dice que por ahorrar tiempo. Se dice que por no estorbar la lidia. Se dice que... y nadie protesta. El publico verbenero malacitano a excepción de algunos... no requieren la liturgia de la corrida, requieren las papas fritas y la Coca Cola, pero la urbanidad en la lidia, esa "pa los toreros". Digo a excepción de algunos porque algunos si que dijeron que los toros no eran para una plaza de primera. Bueno algo es algo, vamos aprendiendo. La liturgia de la lidia es importante que se cumpla porque no es que se haya inventado porque sí. Los picadores deben salir del ruedo en el sentido contrario a las agujas del reloj porque en ese espacio de tiempo que transcurre, no más de dos o tres minutos si el caballo no es un jamelgo, da tiempo a que el toro repose del estrés de la suerte de varas y tome resuello. A que se haga un quite o un par de quites con la impresionante composición pictórica que es ver al matador toreando a la verónica mientras el picador espera regatón en la arena a ver como su matador triunfa y, en fin, se le da tiempo a los banderilleros a tomar posiciones para cubrir el segundo tercio. Además ¿es que no es litúrgico, ver cómo el matador director de lidia acompaña al picador de tanda a la puerta de caballos? Lo hizo Encabo la otra tarde y quedó como había que quedar. Fetén.
Enrique Moya, ese presidente veterinario que antes de empezar la feria pedía perdón a la afición por no haberse leído el reglamento, estuvo bien al aguantar la oreja pedida al Fandi tras la muerte del segundo toro. Recibió la segunda bronca de la feria. Sin embargo se la concedió muy rápidamente a Manzanares en el sexto toro. La diferencia de opinión, con ser estas peticiones lo que se llama de las orejas del publico, fue que Fandi necesitó descabello y Manzanares no. Pero se impone el criterio pedagógico si es que queremos elevar la categoría de esta plaza no en el nivel administrativo que ya lo tenemos, si no en el funcional que es el de tener también una afición de primera. Moya hubiera hecho un gran favor a la plaza de primera si no le hubiera dado la oreja a Manzanares pues el trasteo con ser bueno tampoco fue de la relevancia de una faena de oreja.
La corrida de Salvador Domecq fue, por su variedad de mansedumbre, de método de escuela taurina suponiendo que los profesores de La Escuela Taurina de Málaga supieran explicar esto, que lo dudo. Desiguales en la presentación, variados en sus capas y descastados, con pesos tan oscilantes que fueron desde el menor de 492 al mayor de 535. Eso sí, con los pitones muy afilados que me recordaron lo que El Marqués del Asalto decía de sacarles punta. En general flojos pero tan disimulados que llegaron a acusarlo en el último tercio sin provocar escándalo de caídas. En particular el primero cumplió y luego hocicó, el segundo también después de sólo dos entradas al caballo. El castaño tercero feo, alto de agujas, tomó dos buenas varas hocicando en las dos y se paró en la muleta. El cuarto un castaño listón mentiroso en varas siempre a su aire y manseando en todos los tercios. El quinto hocicando también después de las dos entradas a varas, una cumpliendo y la otra que no, llegando a la muleta sin entregarse. Y el sexto, un bonito toro melocotón calcetero que manseó en la primera vara y se dejó en la segunda que fue descompuesto a banderillas y que no se empleó en la muleta.
Manuel Díaz "El Cordobés", llegó, pasó por la enfermería, hizo el paseíllo y se fue. Seguramente estos empresarios que son tan buenos de corazón le pagaron pero no se mereció ni un duro. El Cordobés no estaba para torear y vino a Málaga a hacer caja. Mal por él porque en el primero acusó la cornada de días pasados. Y con el cuarto le vino muy bien, hay oportunidades que se pintan calvas, porque como el toro fue un descastado integro, rajado a más no poder, se alivió y lo pasaportó. Le pitaron a los toros del lote en el arrastre.
Recibió el Fandi al segundo con suaves verónicas a pies juntos rematas con tres chicuelinas. Con los palos, el fuerte del matador, puso un primero a toro pasado corriéndole hacia atrás. Un segundo, a cabeza pasada, recortándolo también hacia atrás y arrancando finalmente desde el estribo. Y un tercero al violín que ni fu, ni fa. La faena de muleta la abrió con cinco derechazos de rodillas. Toreó al natural con cierto aseo y este publico de primera tan entendido, ni le dio un olé. Cuando se agarró a los costillares del bicho, rompieron en aplausos. Por necesitar de tres descabellos perdió la oreja. La misma que ganó a la muerte del quinto por, es cierto, una buena estocada. Otra vez más, el sabio publico malaguita ni se coscó cuando el Fandi interpretó la verónica en su esencia. Cuatro verónicas, cuatro en los terrenos del tres. Dormidas, templadas, ligadas, bien interpretadas. En banderillas efectista pero aliviado. El primero hacia atrás a pitón pasado. Se dolió el toro. El segundo igual y también se dolió. El tercero al violín y ni fu ni fa. No paró de dolerse el mansurrón que nunca fue entregado en la muleta. Incierto. Embistiendo con más genio que casta que tenía muy poquita. ¡Tampoco fue faena de oreja presidente!
Del cartel el único torero que me interesaba era Manzanares. Le vi disposición, mejor concepción de toreo que en otros tiempos y sobre todo trazos de estética que apuntan a un futuro porque en esta corrida y con estos toros, "na de na". Con el tercero perdió mucho tiempo en el trasteo inicial y para cuando quiso empezar la faena ya el toro acusó la poca fuerza, con poco recorrido, poca entrega y sosería infinita. Con el sexto tuvo la virtud y la paciencia de arrancarle la faena de entre las pezuñas a un toro que no se empleó. Detalles estéticos buenos y nada más porque la estocada que le brindó la oreja con ser efectiva fue trasera y baja.
El cuarto toro empitonó a Caricol de la cuadrilla de El Cordobés, dejándole las posaderas al aire, nada más, por fortuna. Salía del tercer par de banderillas.
Aquí paz y allí gloría.
13 agosto 2006
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