FERIA DE ALMERIA 2006. QUINTA DE ABONO
BAJO LA LEY DE SU CRITERIO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Lo más importante del toreo es el verbo emocionar y fundamentalmente la emoción parte del toro por su casta, fuerza y fiereza y del torero por su disposición a contribuir a la emoción. Si falta algo de esto, será el torero el que ponga sus criterios de emoción que partirán fundamentalmente de su responsabilidad. Talavante bajo la ley de su criterio ha emocionado al público de Almería y por hoy basta. Mañana quizás le pidamos otra cosa que también tendrá que ver con la emoción del toreo, pero ayer en su reaparición, con la herida fresca y nuevamente abierta por un toro cuando se preparaba para su reaparición y con la fiebre de la infección encima, es suficiente.
En el nuevo reglamento de Andalucía se ha perdido la oportunidad de arreglar muchas cosas y entre otras lo de las corridas mixtas. Las corridas mixtas sean de novilleros con matadores o rejoneadores con toreros a pie, como ha sido el caso de la de ayer en Almería, son corridas ventajistas para alguna de las dos partes. Por ejemplo para Hermoso de Mendoza. Cuya ventaja era matar dos toros elegidos contra cuatro elegidos también pero sorteados y no medidos con el mismo rasero que debería medirse al matador. Carlos Crivell es muy gráfico en esta apreciación, porque dice que por ejemplo a la hora de matar al rejoneador se le permite en cualquier lugar, no descarado, del toro y a los matadores se les mide con exigente criterio la colocación de la espada. Hay más razones en la opinión de Crivell, que comparto, por las que se deberían eliminar de las programaciones taurinas dichos festejos mixtos. Los matadores enfrentados a matadores, como los novilleros y los rejoneadores entre si. El reglamento andaluz admite en su articulado la promoción de dichos festejos. En cualquier caso la feria de Almería tiene entidad suficiente como para dar una corrida de rejones pura y no andar, como andan los Choperas, mareando la perdiz con esta mixta con el solo objeto de favorecer a su torero Hermoso.
Nuevamente hemos visto en esta feria un terrible problema de ganado. La empresa ha venido a traer los desechos de animales que no ha querido para sus plazas del norte, comprando saldos y restos de camadas para hacer aún más rentables los buenos dineros que gana aquí.
De los Espartales ha elegido dos toros fuera de tipo para su torero Hermoso. El primero invalido y descastado y el cuarto con justa acometividad pero suficiente para sacarle faena.
Los cuatro del Marqués de Domecq de correcta presentación pero con sospechas de afeitado. Tres de ellos cinqueños. El segundo mansurrón y pitado en el arrastre, parado en la muleta. El tercero acapachado y sin rematar de atrás estuvo a su aire en los primeros tercios yendo bien a la muleta por los dos pitones. El quinto descastado, pitado al arrastre y el sexto un descastado que embestía arreando viniéndose a bajo y parándose.
Pablo Hermoso de Mendoza cortó tres orejas en esta preparada corrida para su lucimiento, por una primera faena con mucho oficio, después de que por su acción el toro se invalidara teniéndolo que hacer todo el rejoneador estellés a partir de ahí y por una al cuarto, medida, templada, y con donosura de maestro en plaza, doma y monta.
Manzanares entendió al segundo toro. Haciéndole las cosas muy despacito, encelándolo, enseñándole sobre todo la dulzura de su muleta para desengañarlo de cualquier tipo de violencia sobre el. En el quinto estuvo porfión y decidido. A los dos toros los mató bien aunque con estocadas de distinta colocación. Mejor la de su primero que la de su segundo.
La concepción del toreo de Talavante, la ley de su criterio, también entra de lleno en la resolución del teorema que ayer enunciábamos con el toreo de Castella, de Poincaré. Los terrenos que se pisan, los espacios que se adoptan, las distancias que se admiten. Eso que nos ayudaría a entender mejor el universo taurino, ha venido a enunciarlo también Talavante en su primer toro, bajo el rigor de la quietud, la ligazón y la concepción de un toreo aplomado que en ocasiones resultaba templado y en otras destemplado quizás por el terreno pisado que podría confundirse, y ahí debe estar el torero para desmentirlo, con el toreo encimista. La muleta de Talavante actuaba como látigo si por ello se entiende el dominio y el sometimiento del toro. En el sexto la muleta del extremeño parecía hacerlo importante al toro y consecuentemente al torero. La horizontalidad del animal y la verticalidad del torero eran dos ejes que daban vida a una faena que nada hubiera sido en otras manos.
Aquí también, querida y sufrida afición, el teorema se viene abajo porque faltó el toro.
Aquí paz y allí gloria.
25 agosto 2006
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