26 agosto 2022

BILBAO 2022. ROCA REY, LA FIESTA NO ES IMPRUDENCIA.

 

                                               FOTO DE LA AGENCIA EFE

El tercer toro de Victoriano del Río había sido devuelto a los corrales por haberse partido un pitón no se sabe donde. El sobrero fue un toro basto, impropio de Bilbao y de incierta embestida pero Roca Rey, por táctica empleó, como siempre, la de su valor, el consentimiento hasta meterlo en el trapo, el sitio que le tiene cogido a los toros y la templanza. Digo templanza de espíritu aunque también de temple con la muleta. Pero el exceso de confianza, o la imprudencia, lo puso entre os pitones del burel y se llevó una paliza de antología. Claro, el público se sensibiliza mucho en estos casos y después de una gran estocada le pidió las dos orejas y el presidente solo concedió una. Este presidente no entendió que tras el drama hubiera de darle la que a él le corresponde por reglamento, hecho que suscitó insultos e improperios en toda la plaza, pese al flemático espíritu del bilbaíno. Que se fue el torero a la enfermería cuando dio la vuelta al ruedo y cuando se anunció que no iba a salir y que su toro lo mataría el Juli, Roca Rey pide el alta voluntaria y salió a matar su segundo toro. Imprudente acción la del peruano que muy disminuido físicamente y a merced del toro en varias ocasiones pudo enjaretar muletazos de acompañamiento permitidos por el burel, y aquí si le dieron las dos orejas, y aquí si me pareció a mí que todo se salió de madre. La flema vasca se convirtió en hilaridad colectiva hacia un muchacho cuyas cualidades son inmensas pero cuya cabeza no debe regirle bien pues los actos de valentía y arrojo siendo parte de la fiesta, no son la fiesta pues la emoción en ella no es angustia ni malos ratos, y mucho menos para el público que paga por emocionarse con el arte, la técnica y el oficio de la lidia de los toros, pero no para ver tragedia como cuando se hacían las ejecuciones públicas en las plazas de los pueblos. La sensatez debe imperar en un espectáculo violento, como es este, para no convertirlo en cruel como nos acusan los enemigos del toreo.

Los toros de Victoriano del Río desigualmente presentados, impropios de Bilbao, como el segundo, el sobrero y el cuarto y uno de irreprochable presentación como el quinto. Primero noble sin chispa. Segundo encastado y repetidor. Tercero bis, incierto. Cuarto encastado de menos a más. Quinto con casta y chispa. Sexto, manejable.

El Juli solvente con el primero y al cuarto lo enseñó a embestir. Mantiene su crédito en esta plaza.

Manzanares en el segundo toreando al hilo del pitón derecho, largando pico de muleta y por el pìtón izquierdo sin mandar en la res ni en el trasteo. Con el quinto no se acopló, el toro estuvo por encima de él.

¡Aquí paz y allí gloria!


1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo voy a los toros a ver torear, no a ver a un pelele volar por los aires y atropellar a la razón. Y la prensa habla de corrida histórica y no se cuantas cosas mas.
Picornell.