La enigmática fiesta de los toros nos sorprende cada día con lances y diretes nuevos que harían sonreír a nuestros enemigos y espantar a los más acérrimos amigos, por ejemplo el capote verde que sacó Ferrera, sí de seda y todo lo que usted quiera, pero digno de un fantoche. Hace tiempo que se sabe que el toro bravo no embiste al color rojo sino que embiste a todo lo que se mueva y de ahí la quietud que hay que tener cuando un toro está en el trance de embestir pues la magia consiste en mover la muleta y quedarse quieto. Luego no siendo eso, no se entiende por qué causa sacó Ferrera ese capote, o por qué una tarde de feria en Málaga sacó Conde una muleta blanca, o por qué Morante se viste en ocasiones múltiples esta temporada de arlequinado fantoche. No entraré en descifrar este enigma pues no pretendo que se me catalogue como que pertenezco al gremio de estos bichos raros que se ponen delante de los toros. Jamás lo haría pues respeto mucho a quién así lo decide, pero esta fiesta está llena de ritos que son los que le dan su personalidad y soy partidario de que se respeten.
Dicho esto la corrida de Santiago Domecq, vieja, fue en general una buena corrida de toros, los tres primeros ovacionados al arrastre y casi todos cariavacados que según mi experiencia son los toros que más y mejor embisten. Primero bueno, segundo manejable, tercero repetidor, entregado, encastado, el mejor del encierro y de la feria, cuarto manejable pero sin continuidad, quinto excelentemente presentado, bueno, sexto devuelto por inválido y sexto bis el más impropio para Bilbao, incierto.
Ferrera, aplicando las ratonerías de los toreros viejos, perfilero, despidiendo viajes, acortando el viaje de los toros, con el primero no pasó de voluntarioso, y con el cuarto no se acopló.
José Garrido consintió al segundo sacándole la faena a base de colocación y temple, manejó el capote con estética y nos deleitó en sus actuaciones con un toreo clásico de buen concepto.
Leo Valadez estuvo intermitente con el toro de vacas que fue el tercero, no terminando de verlo aunque le cortó una oreja y en el sobrero sexto anduvo voluntarioso.
¡Aquí paz y allí gloria!
No hay comentarios:
Publicar un comentario