Archivo. foto de Manolo Ortega
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro 2011.
Agustín Hervás
Onda Cero Radio
El picador Ignacio Rodriguez es ovacionado teas la suerte del segundo. Joselito Gutierrez y Barbero se desmonteran tras parear al segundo. Se ovaciona a Sierra que se la juega en las banderillas del quinto. Todos de la cuadrilla de Perera.
Fueron los naturales muy buenos, templados, lentos, a veces arrogantes, una pizca imaginativos, pero fundamentados en la ligazón. En realidad todo Talavante estuvo imaginativo, introvertido en una faena exultante de inspiración como lo fue en si toda su primera actuación. Se la jugaba también, la vida digo, en las postrimerías del tiempo final. Se la jugó en la estocada recibiendo solo moviéndose lo suficiente para darle salida al toro. Y antes cuando derribó el burel al picador, las chicuelinas del Tala. Porque hoy después de mucho tiempo, podremos volver a llamarlo Tala, ese nombre que entre nosotros se le da a los que están con nosotros. Gustó menos la faena por la derecha, hubo más alivio utilizando el pico. Pero hubo entrega y torería. Torería que también tuvo en el sexto grandón y marmolillo en un quite a la navarra rematado con una larga que paraba el tiempo. Pero no fue en este toro porque el toro no quiso. El torero sí quería hoy.
Si a Talavante se le puede volver a llamar El Tala, al Cid habrá que llamarlo de don porque está dejando de estar entre nosotros. Se distancia con la arrogancia del incomprendido de lo que su toreo en Madrid significó para su carrera. Se distancia con la imprudencia de no aceptarse como culpable de su miedo, de sus dudas, de su impotencia con un toro al que no supo enjaretarle la conveniente faena que le hubiera devuelto a la gloria. Porque si en este no quiso o no supo, en el cuarto si quería poder, no pudo porque el toro echó la persiana.
Perera no sale damnificado de esta corrida pues estuvo por encima del segundo de la tarde y si les soy sincero aún estoy determinando si el toro se acabó, o lo acabó la poderosa muleta del matador. En cualquier caso, de haber sido un toro bravo hubiera aguantado cualquier juicio, de lo que se coligue que no era tan bravo como parecía al principio del trasteo. Y como los males no vienen solos, le toco por quinto otro toro descastado, que en total suman dos, que hacen un lote.
La corrida de mi vecino Fidel San Román no me ha gustado, dos toros, primero y tercero, no hacen haz. El resto descastados o servibles para las plazas de pueblo donde las exigencias son otras. De presentación correctos aunque dispares, el sexto grandón pasado de kilos, el cuarto montado y alto de agujas.
¡Aquí paz y allí gloria!
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro 2011.
Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Toros de la ganadería de El Ventorrillo, primero ovacionado al arrastre, bueno. Segundo se acabó pronto. El Tercero a más en bravo, ovacionado. El cuarto descastado. El quinto sin clase. El sexto se apaga por falta de casta. El Cid, pinchazo, estocada y varios descabellos, pitos. Dos pinchazos y estocada, silencio. Perera, dos pinchazos y otro hondo, silencio. Pinchazo hondo y estocada caída trasera, silencio. Talavante, estocada trasera recibiendo, dos orejas. Media tendida, descabello, aviso y otro descabello, silencio. Sale a hombros por la puerta grande.
El picador Ignacio Rodriguez es ovacionado teas la suerte del segundo. Joselito Gutierrez y Barbero se desmonteran tras parear al segundo. Se ovaciona a Sierra que se la juega en las banderillas del quinto. Todos de la cuadrilla de Perera.
Fueron los naturales muy buenos, templados, lentos, a veces arrogantes, una pizca imaginativos, pero fundamentados en la ligazón. En realidad todo Talavante estuvo imaginativo, introvertido en una faena exultante de inspiración como lo fue en si toda su primera actuación. Se la jugaba también, la vida digo, en las postrimerías del tiempo final. Se la jugó en la estocada recibiendo solo moviéndose lo suficiente para darle salida al toro. Y antes cuando derribó el burel al picador, las chicuelinas del Tala. Porque hoy después de mucho tiempo, podremos volver a llamarlo Tala, ese nombre que entre nosotros se le da a los que están con nosotros. Gustó menos la faena por la derecha, hubo más alivio utilizando el pico. Pero hubo entrega y torería. Torería que también tuvo en el sexto grandón y marmolillo en un quite a la navarra rematado con una larga que paraba el tiempo. Pero no fue en este toro porque el toro no quiso. El torero sí quería hoy.
Si a Talavante se le puede volver a llamar El Tala, al Cid habrá que llamarlo de don porque está dejando de estar entre nosotros. Se distancia con la arrogancia del incomprendido de lo que su toreo en Madrid significó para su carrera. Se distancia con la imprudencia de no aceptarse como culpable de su miedo, de sus dudas, de su impotencia con un toro al que no supo enjaretarle la conveniente faena que le hubiera devuelto a la gloria. Porque si en este no quiso o no supo, en el cuarto si quería poder, no pudo porque el toro echó la persiana.
Perera no sale damnificado de esta corrida pues estuvo por encima del segundo de la tarde y si les soy sincero aún estoy determinando si el toro se acabó, o lo acabó la poderosa muleta del matador. En cualquier caso, de haber sido un toro bravo hubiera aguantado cualquier juicio, de lo que se coligue que no era tan bravo como parecía al principio del trasteo. Y como los males no vienen solos, le toco por quinto otro toro descastado, que en total suman dos, que hacen un lote.
La corrida de mi vecino Fidel San Román no me ha gustado, dos toros, primero y tercero, no hacen haz. El resto descastados o servibles para las plazas de pueblo donde las exigencias son otras. De presentación correctos aunque dispares, el sexto grandón pasado de kilos, el cuarto montado y alto de agujas.
¡Aquí paz y allí gloria!
1 comentario:
El Rosco hoy era de los del clavel,aplaudía a rabiar a Talavante que ha toreado de modo superficial a un toro que reunía todo,recorrido buscando el engaño humillado,motor,ritmo,en fin el toro soñado.
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