Foto de Burladero.com
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
A veces el precio que hay que pagar por la gloria es demasiado alto. Dos caballos heridos, uno sacrificado. Moura Caetano que quería firmar su corrida en Madrid con triunfo grande, consiguió salir de la plaza, no con la cara alta del honor, sino con la cabeza baja de la vergüenza y del deshonor. Passapé ha muerto. El caballo castaño cogido por el quinto toro a la altura del fémur de la pata derecha, fue llevado prendido en el pitón desde el centro del ruedo hasta las tablas, según se ve en la foto, sólo allí el toro se deshizo de la presa, que encogida la pata herida, pasó a mejor vida después de haber sido sacrificado por los veterinarios. La rotura en el fémur irreparable, significó tan irreparable perdida. Caetano deberá plantearse su estrategia de arriesgar las naves, léase caballos, en post de un triunfo grande. Porque no parece lógico, ni coherente, ni profesional, que dos caballos caigan en tan singular batalla. En el segundo toro fue Garavito quien cayó por una consecuencia de apreciación técnica. Batir en el centro del ruedo a pitón contrario ante un arreón de un manso, no parece de cauto. Nunca jamás arriesgar la vida del noble bruto por la egoísta gloria del triunfo. Dicho esto diré que las dos actuaciones del portugués fueron serias en medir terrenos y tiempos.
Sergio Galán estuvo aseado en el primero y esforzado en el cuarto. El personal le pidió las orejas y el presidente no consideró concederlas porque mató de rejones bajo y contrario el primero y trasero el segundo.
Sin duda Leonardo Hernández con su salida a hombros por la puerta Grande dio un importante paso para su carrera. Ya en la pasada temporada Leonardo se posicionó en esa terna indispensable que está marcando el nuevo tiempo del rejoneo a caballo. Hermoso, Ventura y Leonardo. Esta tarde después de dejarse herir a Templario el ritmo de la faena fue tan solo de aseada, le falto el arrebato que puso en el sexto toro, donde los cambios, los quiebros, los terrenos y los riesgos fueron medidos con pulcritud. Leonardo fue grande, porque grande fue el empeño de su esfuerzo.
¡Aquí paz y allí gloria!
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