La cogida que ha sufrido El Cid en la tarde de hoy en Pamplona es lo que le faltaba en esta temporada tan rara para él.
LO QUE FALTABA PARA EL DURO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Hoy tocaba en Pamplona Ventorrillo. Ventorrillo o una variante de juampedros en varias dimensiones. Las dimensiones saben que van a lo largo, a lo ancho, y a lo alto. Fidel San Román, como vengo sosteniendo, en la presentación de las demás corridas vistas, ha traído a Pamplona lo que nadie quiere para otras plazas, o llévese esos mismos, que para allí valen. Ha traído en la tarde de hoy un encierro con desiguales dimensiones, a saber: dos toros muy bien presentados, los corridos en segundo y sexto lugares (orden que hubo de trastocarse por cogida de El Cid), esto es, con proporción en las tres dimensiones. Tres toros correctamente presentados, es decir con proporciones normales en un toro de lidia. Y un toro terciado, es decir con proporciones por debajo de las normales. Escrito de esta manera parece que lo de las dimensiones es una chorrada y sin embargo la cosa está en que para Pamplona las dimensiones son distintas a las dimensiones de otras plazas de toros. Por ejemplo, el terciado en Pamplona es un toro de plaza de primera, pero de primera de Valencia, o de Córdoba. Y el correctamente presentado en Pamplona es un toro de plaza de primera como Madrid. Como se notará, he obviado en las comparaciones dimensionales de los toros, la plaza de Sevilla, porque en Sevilla como saben, no sale un toro dimensionado, sino un toro guapo. Convendría aclarar que los dos toros bien presentados de Pamplona son tridimensionalmente comparables a los que salen en Bilbao. Como la querida y sufrida afición sabe, existe otra dimensión en esto de los toros, y es la de su respuesta ante la lidia. Llamarla cuarta dimensión sería una cursilería propia de los mamamelones pamplonitas, (los pamplonitas existen como existen los vilchitas, los sevillitas, los malaguitas, etc.) y por consiguiente para no parecerlo vamos a llamarla como toda la vida se ha llamado: juego. Y en el juego de los ventorrillos, sucedáneos de Juan Pedro han sido, primero deslucido, segundo que se dejó, tercero manejable, cuarto sin fuerza y descastado, quinto bueno que se rajó, y sexto que fue de menos a más. Como se verá nada que no esté escrito en los anales del juampedrismo, salvo claro el escenario y las dimensiones. Esto dicho para entender la influencia sicológica que ejercen las dimensiones para los toreros. Pero lo que faltaba para el duro fue que el cuarto se echó de descastado aunque otros arguyen la teoría de que estaba enfermo, por las claudicaciones durante su lidia. Pues esas monedillas que faltaban para el duro, que es como decir que ese descaste también está en el anal de Juan Pedro.
Pero si no teníamos bastante con ese duro, la cogida de El Cid fue también lo que le faltaba para el otro duro. Si Manuel Jesús El Cid está pasando un calvario en la llevanza de esta temporada, pinchando en las plazas más importantes, ahora esta cogida (otros suelen decir contratiempo) puede minar más aún la débil voluntad del de Salteras. Pero esto es el toreo. Lo cierto es que la cogida fue una cogida tonta pues nada más hacerse presente ante el primer toro, le metió el pitón por encima de la rodilla derecha y en la voltereta le hirió también el paquete escrotal que se lo descubrió.
La corrida quedó en un mano a mano y en un pobre balance, sobre todo porque hubo algún toro aprovechable y el miedo escénico, o la psicosis pamplonica, cegó a los toreros.
Castella anduvo aseado con el que mató por El Cid. Al tercero que le cortó una oreja tardó en cogerle la distancia y cuando se la acertaba, el toro iba y por eso le sacó dos tantas buenas por el pitón izquierdo. Por el derecho no pasó de ser un pega pases. Al quinto le dio fiesta, en una faena que podría haber alcanzado otra dimensión de no haberse rajado el toro.
Manzanares estuvo flojón, porfión, despegado y tomando precauciones con el segundo que se dejó. Voluntarioso con el descastado, que se echó a mitad de faena, y con el que cerraba plaza no quiso hacer el esfuerzo después de una empacada apertura y de una buena tanda de naturales, y otra por la derecha, pero supo a poco.
¡Aquí paz y allí gloria!
FICHA:
Pamplona. Quinta de San Fermín.Toros de El Ventorrillo, desiguales de presentación, mansurrones para los montados. Buenos en la muleta segundo, tercero y sexto. El Cid, cogido por el primero. Sebastián Castella, dos pinchazos y contraria trasera, silencio en el que mató por El Cid. Estocada trasera, oreja. Metisaca, aviso, caída trasera, aviso, tres descabellos y se echa el toro, saludos. José María Manzanares, pinchazo, media, aviso, dos pinchazos, tres descabellos, silencio. Estocada, silencio. Estocada baja, silencio.
LO QUE FALTABA PARA EL DURO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Hoy tocaba en Pamplona Ventorrillo. Ventorrillo o una variante de juampedros en varias dimensiones. Las dimensiones saben que van a lo largo, a lo ancho, y a lo alto. Fidel San Román, como vengo sosteniendo, en la presentación de las demás corridas vistas, ha traído a Pamplona lo que nadie quiere para otras plazas, o llévese esos mismos, que para allí valen. Ha traído en la tarde de hoy un encierro con desiguales dimensiones, a saber: dos toros muy bien presentados, los corridos en segundo y sexto lugares (orden que hubo de trastocarse por cogida de El Cid), esto es, con proporción en las tres dimensiones. Tres toros correctamente presentados, es decir con proporciones normales en un toro de lidia. Y un toro terciado, es decir con proporciones por debajo de las normales. Escrito de esta manera parece que lo de las dimensiones es una chorrada y sin embargo la cosa está en que para Pamplona las dimensiones son distintas a las dimensiones de otras plazas de toros. Por ejemplo, el terciado en Pamplona es un toro de plaza de primera, pero de primera de Valencia, o de Córdoba. Y el correctamente presentado en Pamplona es un toro de plaza de primera como Madrid. Como se notará, he obviado en las comparaciones dimensionales de los toros, la plaza de Sevilla, porque en Sevilla como saben, no sale un toro dimensionado, sino un toro guapo. Convendría aclarar que los dos toros bien presentados de Pamplona son tridimensionalmente comparables a los que salen en Bilbao. Como la querida y sufrida afición sabe, existe otra dimensión en esto de los toros, y es la de su respuesta ante la lidia. Llamarla cuarta dimensión sería una cursilería propia de los mamamelones pamplonitas, (los pamplonitas existen como existen los vilchitas, los sevillitas, los malaguitas, etc.) y por consiguiente para no parecerlo vamos a llamarla como toda la vida se ha llamado: juego. Y en el juego de los ventorrillos, sucedáneos de Juan Pedro han sido, primero deslucido, segundo que se dejó, tercero manejable, cuarto sin fuerza y descastado, quinto bueno que se rajó, y sexto que fue de menos a más. Como se verá nada que no esté escrito en los anales del juampedrismo, salvo claro el escenario y las dimensiones. Esto dicho para entender la influencia sicológica que ejercen las dimensiones para los toreros. Pero lo que faltaba para el duro fue que el cuarto se echó de descastado aunque otros arguyen la teoría de que estaba enfermo, por las claudicaciones durante su lidia. Pues esas monedillas que faltaban para el duro, que es como decir que ese descaste también está en el anal de Juan Pedro.
Pero si no teníamos bastante con ese duro, la cogida de El Cid fue también lo que le faltaba para el otro duro. Si Manuel Jesús El Cid está pasando un calvario en la llevanza de esta temporada, pinchando en las plazas más importantes, ahora esta cogida (otros suelen decir contratiempo) puede minar más aún la débil voluntad del de Salteras. Pero esto es el toreo. Lo cierto es que la cogida fue una cogida tonta pues nada más hacerse presente ante el primer toro, le metió el pitón por encima de la rodilla derecha y en la voltereta le hirió también el paquete escrotal que se lo descubrió.
La corrida quedó en un mano a mano y en un pobre balance, sobre todo porque hubo algún toro aprovechable y el miedo escénico, o la psicosis pamplonica, cegó a los toreros.
Castella anduvo aseado con el que mató por El Cid. Al tercero que le cortó una oreja tardó en cogerle la distancia y cuando se la acertaba, el toro iba y por eso le sacó dos tantas buenas por el pitón izquierdo. Por el derecho no pasó de ser un pega pases. Al quinto le dio fiesta, en una faena que podría haber alcanzado otra dimensión de no haberse rajado el toro.
Manzanares estuvo flojón, porfión, despegado y tomando precauciones con el segundo que se dejó. Voluntarioso con el descastado, que se echó a mitad de faena, y con el que cerraba plaza no quiso hacer el esfuerzo después de una empacada apertura y de una buena tanda de naturales, y otra por la derecha, pero supo a poco.
¡Aquí paz y allí gloria!
FICHA:
Pamplona. Quinta de San Fermín.Toros de El Ventorrillo, desiguales de presentación, mansurrones para los montados. Buenos en la muleta segundo, tercero y sexto. El Cid, cogido por el primero. Sebastián Castella, dos pinchazos y contraria trasera, silencio en el que mató por El Cid. Estocada trasera, oreja. Metisaca, aviso, caída trasera, aviso, tres descabellos y se echa el toro, saludos. José María Manzanares, pinchazo, media, aviso, dos pinchazos, tres descabellos, silencio. Estocada, silencio. Estocada baja, silencio.
1 comentario:
Y madrileñitas, Agustin que los hay como las setas.
Tenia que salir una ley que prohibiera la lidia de cualquier toro que tenga escaste Domecq.
Salud
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