MAESTRO HERMOSO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Se han dibujado las cornadas durante toda la tarde, hasta que llegaron. Primero los cuernos mutilados del toro señalaron los trazos en las hirsutas pieles de los caballos de Mendoza, incluidas caídas, empellones y esbozos de tragedia. Y San Fermín quitó. Después cuando Sergio Galán competía miméticamente contra el de la tierra, un requiebro, una espera, quizás una quedada donde un segundo es el cielo, se tornó en cornada en la cara interna del posterior derecho de Apolo XXI. Luego cuando Fado otorgaba la nota alta del segundo tercio, llegó la caída por resbalón al descubierto y la cornada en el Ciego que levantó e inmovilizó al tordo que sin poder asirse echaba la cara abajo del intenso dolor que sufría. Ya todo fue correr y precipitación, y esa nube negra de incomprensión que tapa los ojos del que siente la responsabilidad.
Hermoso dijo que el piso plaza. Sergio dijo que el piso plaza, y en verdad que el piso plaza para los caballos estaba malo. Se conoce que hay piedra o cemento debajo de la capa de arena y que cuando los caballos ollaban y llegaban con las herraduras, resbalaban. Se habló de los ramplones que son exagerados conos dispuestos en las herraduras para dar sujeción a los caballos, sin embargo entiendo que cuando los ramplones tocaban piedra, la escurrida era más constante. Se vio en el rejoneador portugués cuyos caballos no resbalaron ni una vez, y se vio en la segunda parte de la corrida donde ningún caballo resbaló. El ramplón con ser bueno sujeta más en pisos arenosos pues hunde la parte de la herradura que apoya y nivela con la arena la que no lleva el artilugio. Cuando el ramplón toca superficie lisa desnivela la herradura y provoca un desplazamiento contrario al efecto de agarre. Entiendo que para este piso el empleo de la vidia, hubiera sido más favorable. En verdad para las cosas que hoy se hacen con los caballos de rejoneo, ni ramplones, ni Tungsteno. Cuando está de Dios el batacazo, ni San Fermín, ni santo que lo pintó.
Así la tarde, y después de haber cortado oreja en su primero, Pablo Hermoso de Mendoza cortó un rabo en el quinto. El maestro, el monstruo Mendoza estuvo insuperable. En tiempos de Cagancho lancé al aire la idea de esperar y ver, si el fenómeno Hermoso, al que empezaban a adorar incluso periodistas que en todo tiempo habían renegado del número del caballito, lo era por Hermoso o por Cagancho. El tiempo y en el tiempo el rejoneador, se ha encargado de decir, teoría que sostengo en los últimos años, que el fenómeno lo era en sí y por sí, Pablo Hermoso de Mendoza. Abre y cierra el círculo de su sueño. Cría, doma, monta, torea y hace triunfar a los caballos que le dan gloria. Mayor honor para un hombre no puede existir. Hace algunas temporadas ya, que se podría haber pensado que la gloria de Pablo hubiera alcanzado su techo, pero hace tan solo unos minutos que Hermoso despejó el techo para seguir ascendiendo a los cielos del toreo sin marcarse límites, nada más que los propios de los irracionales con los que tiene que debatir diariamente. Verdad que los toros de Fermín Bohórquez, muy en Murube, se han prestado al lucimiento con embestidas nobles y francas, pero el maestro, el monstruo ha puesto a Labrit, Chenel, Ícaro, Pirata, Estella, Silveti y Caviar en una doma inimaginable, pues sépase que el triunfo de Mendoza lo es por la meticulosa enseñanza a la que somete a sus caballos. No ya por los veteranos de hoy, Silveti y Chenel, sino por Caviar templado y orgulloso en el tranco y el aplomo. E Ícaro, arrogante y batallador siempre ofreciendo los pechos como los valientes.
Los otros dos rejoneadores han estado en el orden de las cosas. Sergio Galán cegado por la tragedia de sus dos caballos en el tercer toro, no remató bien esta actuación, y en el sexto mejor con Capea que con Montoliú con el que forzó más las batidas.
Joao Salgueiro estuvo bastante aseado con Picasso en el primer toro y con Zamurino en el cuarto. En el resto de los tercios escuela portuguesa al parar a la antigua con el toro corrido y en los carruseles con las cortas. Con el rejón de muerte, fallando, como es natural.
Volver a denunciar, salvo el rejoneador portugués, el empleo de los bocados portugueses, de las monturas mixtas y de las dos manos, en los tres rejoneadores, en las riendas para ciertos ejercicios de equitación como los muletazos (entiéndase toreo limpio con la grupa del caballo, por dentro o por fuera) que requieren mucha reunión del caballo, posteriores muy metidos debajo de la masa, tranco corto y cara en el pecho y es ahí dónde la presión de las dos riendas es fundamental y por eso se agarran a ellas los jinetes con las dos manos.
¡Aquí paz y allí gloria!
FICHA:
Pamplona. Segunda de feria. Toros de Fermín Bohórquez, correctos en la presentación, desmochados por demás, en general manejables, primero y quinto buenos. Joao Salgueiro, metisaca, rejón atravesado, pie a tierra, aviso, y se echa el toro después de mucha espera, silencio. Varios pinchazos, rejón defectuoso, pie a tierra y varios descabellos, silencio. Hermoso de Mendoza, medio rejón trasero y caído con derrame, oreja. Rejón trasero y caído, dos orejas y rabo. Sergio Galán, varios pinchazos y rejón bueno, ovación que no saluda por ir a ver a sus caballos heridos. Rejón bueno, dos orejas.
Hermoso y Galán por la puerta grande.
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