Del 23 al 26 de octubre en Salamanca se va a celebrar una reunión de los presidentes que ocuparon palcos en las plazas de toros de cierta importancia. Se trata de una reunión para exponer puntos de vista sobre la actualidad del toreo, visto desde el palco, que ocuparon no hace mucho aficionados que ejercieron de presidentes, y que además eran capaces de ejercer autoridad porque su profesión les investía para ello. Los policías presidentes fueron los primeros perjudicados tras el advenimiento de los reglamentos comunitarios, y con anterioridad por la admisión para las funciones propias, de aficionados de reconocido prestigio.
Los presidentes policías, fueron defenestrados, en mi opinión, porque políticamente no interesaban en una fiesta que deambulaba por los derroteros de la comodidad y del "no pasa nada", es decir: Una fiesta no significa un problema y esta fiesta es de los taurinos, que sean los taurinos quienes la manejen.
Uno de los presidentes que acudirá a esa reunión me tiene dicho que en realidad es así como la sociedad española se forja en la modernidad, que es como pedirle opinión a los delincuentes para hacer un nuevo código penal. Y no le falta razón pues la defenestración de la autoridad policial en el palco coincidió masivamente con la entrada en vigor del reglamento taurino andaluz, que sirvió de marco a otras comunidades, y que fue supuestamente consensuado por todos los sectores taurinos, aunque con mayoritaria participación de los profesionales dando de lado a los aficionados.
Ahora estos presidentes (Madrid, Sevilla, Albacete, Jaén, Málaga, Salamanca... entre otros), procuran reunirse todos los años para cambiar opiniones y no perder el norte de la realidad que se vive en una fiesta demasiado humanizada: En la presentación del toro, mermando sus defensas, castrando sus pitones con las fundas y criándolo como si fueran pollos de granja a los que ahora se les pone un GPS para violar sus intimidades; En la actitud de la torería, aliviándose de compromisos importantes, destoreando y no valorando los gestos, que por ejemplo hacen otros toreros que no eluden las plazas importantes; Y en definitiva demasiado humanizada en la organización pues sobre la premisa del divertimento, se olvidan del valor de la emoción, engañando al pagano del espectáculo que se apoya en los políticos para que corrijan a los presidentes cuando estos, verdaderamente pocos, quieren defender a los aficionados.
A esto hemos llegado porque hasta aquí nos han traído unos políticos tan humanizados que ejercen de esquiroles de la verdad del toreo para poner la fiesta en manos de los taurinos que son por muchas razones los verdaderos antis.
Sería conveniente que los presidentes policías dieran a la luz publica las conclusiones de sus jornadas de reuniones, aunque solo fuera para dejar constancia de la validez que aún tienen sus opiniones como aficionados y como representantes de la autoridad... se lo deben a los aficionados que como yo siempre creímos en ellos... y sobre todo serviría para darles en la boca a aquellos políticos que aún no les han dado las gracias por los servicios prestados.
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